La nefrología y el tratamiento de la insuficiencia renal en España
La nefrología es una especialidad reciente (Evian, 1961) que se ocupa de la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades renales. La nefrología ha sido una de las áreas de la medicina en las que la investigación clínica y el apoyo de las ciencias básicas han permitido un abordaje multidisciplinario, que ha dado como resultado uno de los desarrollos más espectaculares.Hasta 1960, todo enfermo con insuficiencia renal crónica moría irremisiblemente. Surgieron entonces las diálisis y los trasplantes como métodos sustitutivos de la función renal y, con ellos, la posibilidad de supervivencia a largo plazo de los enfermos renales.
En España, en 1960, había muy pocos médicos, y menos hospitales, que tuvieran experiencia en tratamiento con diálisis, pero la escasez numérica se suplía con entusiasmo y dedicación, de tal manera que en 1964, en Madrid, se inicia el primer programa de hemodiálisis periódicas y en 1965, en Barcelona, se hace el primer trasplante renal. En 1965 se crea la Sociedad Española de Nefrología, y los nefrólogos van haciendo notar su presencia en distintos hospitales del país, aunque la indiferencia oficial y la oposición de sectores conservadores haga que el reconocimiento oficial de la nefrología como especialidad médica independiente no llegase hasta 1976.
Aquel temprano inicio de una especialidad médica hospitalaria, que abría esperanzas de supervivencia para un número importante de enfermos hasta entonces condenados, tropezaba, con graves obstáculos, entre los que hay que citar: la falta de medios humanos (médicos y enfermeras entrenados), la falta de equipos y utillaje necesarios (dializadores, máquinas, etcétera), la falta de una legislación de trasplante de órganos actualizada y la ausencia de una planificación prospectiva que intentase armonizar la demanda de servicios con las disponibilidades humanas y económicas.
Durante algunos años, y en especial desde 1965-1970, recayó sobre los nefrólogos la dolorosa y grave decisión de no tratar a todos los enfermos, lo que equivalía a dejarlos morir, por no disponer de medios adecuados. Por consiguiente, intentar que estos tratamientos pudieran aplicarse a todos los que lo necesitaran se convirtió en el objetivo prioritario de los nefrólogos.
La creación de suficientes puestos de diálisis fue un grave problema durante muchos años. La iniciativa pública no se decidió a crear unidades de nefrología adecuadamente dotadas en todas las provincias y la iniciativa privada, si bien creó puestos de diálisis que contribuyeron en parte a subsanar el déficit numérico de los mismos, no subsanó, lógicamente, la mala distribución geográfica de los recursos. ,
Paralelamente, los problemas del trasplante renal han sido, y continúan siendo, importantes. Además de las propias dificultades de la técnica, baste recordar que la falta de una legislación adecuada no fue subsanada hasta la ley 30/1979. Pero además esta ley, muy avanzada en su concepto, está resultando muy dificil de aplicar a causa del mal reglamento que la desarrolla, y que aún está incompleto. Ello hace que la realización de un trasplante sea una carrera de obstáculos.
Sin embargo, estas dificultades legales, unidas a la difícil coordinación de múltiples equipos y recursos, no han impedido un crecimiento notable del número de trasplantes durante los últimos años, así como la aparición de organizaciones regionales de trasplante, como las de Madrid, Cataluña, Andalucía, Norte, Galicia, etcétera, que agrupando esfuerzos de nefrólogos, cirujanos, inmunólogos y coordinando diversos hospitales han conseguido funcionar sin ningún apoyo oficial, haciendo que el número de trasplantes realizados en 1979 fuera de 146, y pasara a ser de 283, en 1980, y de 379, en 1981.
Junto a los esfuerzos anteriores teniendo siempre presente el gran costo del tratamiento de los enfermos renales y conociendo la necesidad de planificar los recursos, la Sociedad Española de Nefrología elaboró en 1978, y por iniciativa propia, el Plan Nacional de Nefrología, en el que se abordaban soluciones técnicas a medio y largo plazo, proponiéndose la creación de servicios de nefrología donde no los hubiera y la potenciación de la hemodiálisis domiciliaria y el trasplante renal como soluciones más efectivas, aunque no exclusivas, para remediar el problema de la insuficiencia renal crónica.
Este plan fue presentado entonces al Ministerio de Sanidad, sin haber conseguido diálogo alguno.
Pese a todo, y como resultado de lo anterior, el 31 de diciembre de 1981 se había conseguido en España tratar 188,8 pacientes por millón de habitantes, lo que nos coloca por encima de la media europea. Y la situación es parecida, respecto a los trasplantes, ya que: con 10,2 trasplantes por millón de habitantes / año estamos también. por encima de dicha media, superando a países como Italia y la República Federal de Alemania. Sin. duda alguna, creemos que lo alcanzado supone un nivel medio muy digno, al cual, entre otros, ha contribuido el esfuerzo personal y, de grupo de los nefrólogos españoles, aun siendo conscientes de que el tratamiento de la insuficiencia renal crónica en nuestro país no ha, alcanzado el límite ideal que el estado actual de la ciencia, la técnica y el oficio permiten ni, desde luego, se ha logrado el óptimo en la relación costo / rendimiento.
Pero no reconocer a los nefrólogos lo positivo de su esfuerzo y responsabilizarles de los objetivos que, por falta de colaboración de la Administración, todavía no han sido alcanzados nos parece una actitud demagógica que llega a ser insultante, además de falsa y, por ello, difamatoria, cuando insinúa que los responsables de que se realicen pocos trasplantes en España son los nefrólogos.
La necesaria coordinación de esfuerzos técnicos y recursos que permitan una adecuada solución al problema del tratamiento de los enfermos renales es incompatible con estas actitudes.
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