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La guerra en el Atlántico sur

Escasa actividad bélica en espera de la batalla por Puerto Stanley

La batalla final por Puerto Argentino (Por Stanley) tarda en comenzar. Alguna incursión aérea argentina sobre las posiciones británicas y esporádicos intercambios de fuego de artillería, constituían toda la actividad bélica registrada hasta media tarde de ayer en la isla Soledad, la principal de las Malvinas, aunque el Estado Mayor argentino anunciaba que "se viven los momentos de apresto y alistamiento preliminares de las grandes operaciones".

Motivos políticos, tácticos o quizá psicológicos impiden al general Jeremy Moore, que manda las fuerzas terrestres inglesas, dar la orden de ataque. Mientras algunos quieren ver en esta demora una prueba de la debilidad de los británicos y de su necesidad de esperar refuerzos, otros creen que Jeremy Moore aguarda a que mejore el tiempo o, simplemente, quiere presionar psicológicamente a los defensores para minar su resistencia, antes de¡ asalto definitivo.En el otro bando, las tropas a las órdenes del general Mario Benjamín Menéndez han consolidado ya sus posiciones defensivas y cañonean esporádicamente a la vanguardia inglesa, apostada en las alturas de los montes Kent y Challenger. El frente defensivo tiene forma de herradura y es de unos 14 kilómetros de, largo por 4 kilómetros de ancho. El terreno donde se librarán los primeros choques es muy llano, con lomas de como máximo 50 metros de altura y un suelo blando, compuesto de turba, y cubierto parcialmente por la nieve.

Las fuentes militares argentinas ponen también especial énfasis en informar que los defensores de la capital del archipiélago están "perfectamente abastecidos". Los diarios publicaban ayer fotografías de los elementos que componen una ración de combate de las que recibe diariamente cada soldado en los puestos de avanzada y que contiene desde carne en lata a una medida de güisqui nacional y desde un paquete de chicles a una estampita religiosa. "Estamos en condiciones de resistir una guerra larga", aseguraba un oficial.

Los escasos isleños que han quedado en la capital de las Malvinas, quizás unos 250, se han preparado para ponerse a salvo durante la inminente batalla. Los kelpers han excavado pequeños refugios para protegerse del fuego de la infantería, que podría atravesar las paredes de sus casas. Nadie cree que la capital vaya a recibir fuego de artillería ni bombardeos navales o aéreos.

Tropas de alta montaña

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Un contingente de tropas argentinas de alta montaña, entrenadas para combatir a muy bajas temperaturas, será enviado próximamente a las islas, revelaron ayer fuentes militares. La disponibilidad de estas fuerzas se debe, añadieron, a que dado que Chile ha anunciado que Argentina no debe preocuparse porque tiene bien cubiertas las espaldas, resulta innecesario tener a esos soldados en la zona fronteriza. No se explicó como se piensa transportar a esas tropas, dado el bloqueo aeronaval impuesto por Inglaterra alrededor del archipiélago y cuya víctima más reciente fue un avión de transporte Hercules C-130.

A diferencia de otras ocasiones de tensa espera en las nueve semanas que dura ya el conflicto, esta vez nadie cree que la batalla pueda evitarse y más de un observador piensa que la orden de ataque se dará en la madrugada del lunes, apenas acabe en los elegantes sa lones de Versalles la recepción que cerrará la "cumbre" de los países industrializados.

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