_
_
_
_
Vísperas de la 'cumbre' de Versalles

La política monetaria de Reagan, punto de discordia de los 'siete grandes'

Estados Unidos y sus seis aliados van a protagonizar en la cumbre económica que comienza mañana en Versalles un nuevo capítulo de sus ya permanentes enfrentamientos sobre el mismo problema: la política monetaria que Washington practica y que, a juicio de los europeos, está entorpeciendo la salida de la crisis económica general.Para tranquilizar a sus aliados, Washington no va a ofrecer ninguna fórmula mágica al cónclave de los más poderosos del mundo occidental. Va a repetir, por el contrario, la misma promesa desde que Reagan y sus consejeros de corte neoliberal se instalaron en la Casa Blanca hace ya año y medio: la recuperación de la economía norteamericana, considerada como el motor de la occidental, está a punto de comenzar.

Gracias a un. previsible acuerdo con el Congreso norteamericano que permitirá controlar el billonario déficit fiscal, los expertos de la Casa Blanca esperan salir a finales de año de la actual recesión y volver a unos niveles de crecimiento aceptables, especialmente después de su importante victoria sobre la inflación (que ha disminuido por debajo del 5%).

Pero el mensaje estadounidense, repetido insistentemente en la reunión anual de la OCDE a primeros de mayo, es apenas creíble en esta parte del Atlántico.

Y por esta razón, los europeos, con el presidente socialista François Miterrand a la cabeza, van a insistir en que la recuperación económica es y será siempre un mito para ellos hasta que, primero, no hayan disminuido los tipos reales de interés y, segundo, Washington haya puesto su casa en orden, pero no con palabras, sino con acciones.

Washington contará esta vez con dos aliados naturales en su actual estrategia económica. El primero y obvio, el Reino Unido, cuya presencia en el encuentro estará condicionada por la guerra de las Malvinas, pero cuyas recetas económicas no son muy diferentes de las de los economistas de Reagan. Y el segundo, por razones coyunturales, la República Federal de Alemania (RFA), cuyo canciller es previsible que arrime el hombro, aunque con matices, a la postura norteamericana.

En este caso, el problema de la RFA es claro. Aunque el canciller Helmut Schmidt ha criticado los altos tipos de interés en Estados Unidos, su Gobierno tampoco está muy contento con las expectativas de los países pequeños europeos -concretamente, Italia-, que, a falta del empujón norteamericano, pretenden que sea Bonn quien tire del carro del relanzamiento. La postura germana es que ellos bastante tienen con resolver sus propios problemas (desempleo e inactividad, primordialmente) antes de dedicarse a estimular la economía europea. Bonn sólo ve en este planteamiento un riesgo innecesario de estímulo de la inflación.

Pero esta octava edición de los encuentros anuales de los jefes de Estado del club de los grandes puede ofrecer, además, alguna novedad. O, por lo menos, Washington quiere que así sea, según se han encargado de adelantar sus enviados previos a la cumbre. Aparte de la polémica de los créditos a la exportación, el presidente Reagan quiere convertir el tema del comercio mundial y el proteccionismo en el tema prioritario de la agenda económica.

Para la Casa Blanca está claro que sólo la apertura de las fronteras (especialmente la japonesa) es capaz de acabar con el estancamiento en el comercio mundial y puede ser capaz, junto a otras medidas, de sacar a la economía occidental de la crisis en que se encuentra. A este efecto, ya ha conseguido que Japón anuncie importantes medidas de reducción de sus tarifas arancelarias.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_