La plataforma comercial del cine en Europa sigue estando en el Festival de Cannes
Las películas y los cineastas españoles permanecen al margen
ENVIADO ESPECIALLa actriz Sissy Spacek, protagonista de Missing, se presenta en el Festival de Cannes con un embarazo de más de ocho meses. La policía hace un despliegue extraordinario para que la futura madre no sufra demasiado con los aficionados. Existe incluso un tocólogo particular que acompaña a la actriz a todas partes. De este modo puede lanzarse una película seria en Cannes. En cierta manera todo vale aquí, con tal de vender películas. Nada puede hacer hoy en el cine europeo de espaldas a Cannes. Y, sin embargo, los profesionales españoles no aparecen. Brilla la ausencia, no sólo de películas españoles, sino de cineastas e industriales españoles.
Las imágenes de un ambiguo adolescente abarrotan los escaparates y las más costosas páginas de los boletines interiores. Es un judío alemán para el que se acuña un nuevo adjetivo publicitario: deseable. Se ríe la gracia, nadie cree en su talento, pero le retratan. Saldrá catapultado para una temporada.Peor suerte correrá la actriz bajita que se pasea con un letrero pidiendo una entrevista: "Estoy rodando algo que usted no verá jamás". Coloca su desnudo por ascensores y esquinitas, pero no se verá recompensada en su esfuerzo. Es demasiado bajita, casi enana. Quizá logre un mediocre contrato con oscuros productores españoles. Algunos de ellos son quienes más información piden en los mostradores de cine porno.
Aire de verbena
Supongo que por eso dicen que Cannes es la gran fiesta del cine. Hay un aire de verbena en la forma en que se soban las películas, se trata a las estrellas, se mercantilizan las imágenes. Puede uno encontrarse con un grupo de muchachos vestidos todos con camisetas que rezan: "Tenemos armas. Estamos preparados", sin que, al momento, se comprenda que no es más que la frase que lanza una película menor. Al mismo tiempo se leen las declaraciones de Antonioni, ganador de la competición hace años con La aventura, que confiesa públicamente su adhesión al festival, cuando era él precisamente uno de los máximos detractores de este tipo de concursos. Pero este año también compite.La necesaria soledad de cada espectador con su película se distorsiona en Cannes por esta especie de circo. Sin embargo, nada hay mejor para entender el funcionamiento de las locuras que el cine encierra, de las sumisiones que comporta y hasta del que se hace. La moda, cuenta; en Cannes, la moda, manda.
Películas del subdesarrollo
Este año acabará imponiéndose en las salas de ensayo de media Europa la moda del cine del subdesarrollo. Los países más ignorados presentan películas generalmente torpes, mal resueltas, pero llenas de un entusiasmo que para sí quisiera buena parte del cine europeo, por no hablar, claro está, del cada vez más encorsetado de Hollywood.Renace en el festival de Cannes este año el cine de ambición política. Y empieza también, por tanto, el discurso de quienes inquieren a los nuevos allegados sobre la contradicción que supone ofrecerse en la mayor fiesta del enemigo económico con películas que quieren, precisamente, combatir su poder. A lo que se ve, permanecen en Cannes quienes creen vivos los tiempos en que esa pureza se confundía con el talento.
Es interesante el enredo. Los consagrados se acogen a la tribuna de los nostálgicos apoyando su batalla, y el propio festival hace una noticia de sí mismo propagando rumores, editando libros conmemorativos, regalando banderines que divulguen por el mundo su vejez. Exposiciones históricas son anunciadas con brillantez, porque el pasado es la garantía de su importancia.
La edad reconcilió a todos, y ahora puede el húngaro Miklos Jancsó hasta atreverse a decir que "quien ame la paz, debe amar el Festival de Carmes", coincidiendo así con Billy Wilder, que, a quien quisiera oírle, confesaba su alegría por el premio recibido: "Es un honor Aumenta mi propia estima y me anima a la película que estoy preparando". De camino, pretendían hacerse publicidad.
¿Dónde está el cine español?
Nostalgia, pues, contra compromiso. Los antiguos disidentes están ya integrados, y los nuevos saben que tienen que hacerse también un lugar en el sol; parece que ya la integración no significa renuncia. Costa-Gavras puede presentarse con una película antiimperialista apoyado por compañías multinacionales. Las secciones paralelas, que antes contestaban el festival, son ahora su prólogo, una puerta de acceso. Cuando el triunfo es inevitable, Cannes lo confirma y la máquina se pone en marcha.La fiesta, el cotilleo, la noticia del fracaso son parte del juego. Importa más mantener vivo el conflicto que detenerse a analizarlo, y se echa mano tanto del éxito de moda (el cine australiano) como del fracaso (Jacques Tati lamentándose: "Mis películas no tuvieron éxito en su momento, y ahora me consideran clásico. Sigo en paro") del cine: nostálgico o del agresivo. Y está bien que así sea. No hay otra manera.
Ahora hay que buscar nuevos talentos, y parece: que la, nueva situación política del Tercer Mundo puede ofrecer una cantera. Pues allá se va a excavar.
Los profesionales españoles, a todo esto, no aparecen. Ni un director joven viendo películas, mientras que no resulta difícil to parse con Fassbinder -que tampoco concursa-, con Wenders o Losey. Aunque algún español haya, no es la norma. Ni un guionista.
Dicen que es más fácil encontrar a productores y distribuidores por la noche, en el casino... En el cine, desde luego, no; informándose, viendo incluso lo que no necesitan.
Muy poco puede hacerse a espaldas de Cannes, se esté o no de acuerdo con su lenguaje de quermés, con sus manipulaciones descaradas y sus injusticias de siempre. Pero el cine español no parece necesitarlo.
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