Pormenores de una integración
Una vez firmado el pacto de adhesión española a la OTAN, el cambio más inmediato se experimentaría en el sistema de defensa aérea, que pasaría a depender del mando aliado
Todo parece indicar que el Comité Militar de la OTAN está interesado en hacer efectiva, cuanto antes, la adhesión española a dicha organización. Tal integración requiere una seria negociación que despeje las dudas más importantes. El tema de Gibraltar es, quizá, el principal, pero no el único.
En la sede del Comité Militar de la Alianza Atlántica en Everen (Bélgica) han quedado ya libres los despachos que van a ocupar los representantes españoles. Medios aliados dan por supuesto que la incorporación de España a la Organización para el Tratado del Atlántico Norte se va a realizar simultáneamente en las dos estructuras de la OTAN, la civil y la militar, y que el Gobierno de Madrid va a designar prácticamente al mismo tiempo al embajador que representará al ministro de Asuntos Exteriores y al teniente general o almirante que representará al presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor. La premura con la que se están habilitando los despachos en Everen delata un convencimiento absoluto, el mismo que ha podido apreciar EL PAÍS en los medios diplomáticos y militares de la Alianza. Sin embargo, la integración de la estructura militar no es, según el texto de Washington, ni algo obligatorio ni algo automático, sino que debería corresponder a una elección razonada del Gobierno español y a una seria negociación, realizada después de la adhesión a la estructura civil, en la que quedarán despejadas las dudas más importantes y, sobre todo, el estado de Gibraltar.El Gobierno español podría perfectamente presentar su documento de adhesión a la OTAN, asistir a la ceremonia solemne de incorporación -a celebrar en los primeros días del mes de junio en Bruselas- y participar en la cumbre de jefes de Gobierno y de Estado aliados, en Bonn, sin prejuzgar por ello el estado de España en el seno de la OTAN: militar y civil o exclusivamente civil, como el caso -francés.
"Si la incorporación de España a la estructura militar se retrasa", confió a EL PAÍS un funcionario llamado a participar en las negociaciones futuras, "la Alianza se llevaría una enorme sorpresa".
Las presiones de la OTAN para lograr una cierta simultaneidad no encuentran, al parecer, buena acogida en algunos medios políticos españoles. El propio ministro de Defensa, Alberto Oliart, habría expresado su deseo de "marcar bien los dos pasos" y no nombrar representante español en el Comité Militar hasta que transcurra algún tiempo y Madrid haya despejado ya, en negociaciones a nivel político y no técnico, algunas de las más incómodas incógnitas actuales.
La misma opinión sería suscrita por alguno de los mandos militares que, por su actual situación y conocimientos, podrían participar en negociaciones posteriores de tanto, según dicha corriente de pensamiento, los tres Ejércitos podrían estar representados como asesores del embajador-representante permanente en el Consejo Atlántico (esructura civil). Este cargo podría ser confiado, momentáneamente, al actual embajador ante el reino de Bruselas, Nuño Aguirre de Carcel, que durante su estancia en la capital belga ha establecido sólidos lazos personales con el secretario general de la OTAN y con los embajadores aliados. Sólo después de la negociación inicial que partiría de una opción: pertenecer o no a la estructura militar, y no del convencimiento aliado de dicha integración, Madrid designaría al representante militar, cargo para el que ya se habla del almirante Liberal, no sólo porque en razón de su puesto actual sigue de cerca todo el proceso, sino porque la Armada es el sector de las Fuerzas Armadas españolas llamada a desempeñar un papel más importante en el seno de la Alianza Atlántica.
El Comité Militar de la OTAN es la más alta autoridad militar de la alianza y está constituido por los jefes de Estado Mayor de cada uno de los países miembros, quienes se reúnen al menos dos veces al año. Para permitir al comité una actividad más continuada, cada país designa un representante permanente del jefe de Estado Mayor. "En tanto que suprema autoridad militar de la OTAN, el Comité Militar es el organismo ante el que son responsables los tres grandes mandos en que se divide la Alianza: el Saceur (comando supremo de las fuerzas aliadas en Europa, radicado en Bélgica), el Saclant (comando supremo en el Atlántico, radicado en Estados Unidos) y el Cinccham (comando en jefe del Canal de la Mancha, con sede en el Reino Unido).
Península Ibérica
Una vez producida la incorporación a la estructura militar de la Alianza, lo más probable es que el territorio litoral e islas españolas quedarán divididas, en los esquemas de la OTAN, en dos de estos tres grandes mandos: el Saceur y el Saclant. A menos que se creara un cuarto gran mando que coprendiera toda la Península Ibérica y archipiélagos soberanos, a lo que se niega Portugal y que, por otra parte, se deshecha plenamente en los medios militares de la OTAN. Más probable será, según los expertos, que se proceda a una cierta reestructuración de los dos mandos para dar cabida a España.
Desde un punto de vista estrictamente militar, la integración en la estructura militar aliada tendría algunas consecuencias inmedia
La más evidente sería que España atribuiría alguna de sus unidades de Tierra a la AMF (fuerza móvil de la OTAN, integrada actualmente por siete batallones de otros tantos países). Quiere decir se que, por ejemplo, una bandera de la brigada paracaidista radicada en Alcalá de Henares (Madrid) staría permanentemenete a disposición del Saceur, tanto para maniobras con preaviso de escasas horas como para, en caso de crisis, entrar en primera línea de combate allí donde fuera reclamada, como símbolo de la solidaridad Atlántica. Esta bandera -que podría rotar entre las tres de que se compone la brigada paracaidista- dispondría de un entrenamiento y equipo especialmente cuidado.
España enviaría también rapidamente un buque, probablemente una fragata, a la fuerza naval permanente de la OTAN que está aun en tiempo le paz- a las órdenes directas de la Alianza. Dado el alejamiento geográfico de España a la zona -entro de Europa -punto caliente- no parece probable que se atribuya ninguna unidad española a dicho escenario. Más probablemente sería la Marina española la que recibiría más tareas. La Armada tendría que estar preparada para cubrir huecos provocados, tanto por crisis en el marco de la OTAN como por crisis externas. Un experto militar aliado explicó a este periódico que en el caso de que se produjera una crisis parecida a la de las Malvinas, la Marina española cubriría los agujeros que dejarían los buques británicos.
El Gobierno español tendrá que decidir también si buques españoles participarán en las periódicas maniobras navales de la OTAN en el Caribe, zona que está comprendida en el marco de la Alianza, pese a las periódicas protestas de numerosos países latinoamericanos.
El cambio más inmediato se experimentaría, sin embargo, en el sistema de defensa aérea. Dadas las especiales características de esta fuerza -obligada a reaccionar en cuestión de escasos minutos para interceptar un avión no Identificado o detectar un misil- está permanentemente en todos los países aliados bajo un mando conjunto basado en Bélgica. Quiere decirse que la defensa aérea española, concentrada actualmente en Torrejón de Ardoz (Madrid) y nuestros misiles antiaéreos pasarían a depender, veinticuatro horas sobre veinticuatro, de la Alianza, y que los pilotos españoles adscritos a dicho sistema deberán despegar, interceptar y, llegado el caso, abatir un avión extranjero tras orden directa del mando aliado.
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