Un filme de Costa-Gavras sobre desaparecidos en América Latina concentra la atención en Cannes

La proyección de Intolerancia, la película que David Griffith realizó en 1916, considerada como una de las más trascendentes obras de la historia del cine, inaugurará esta noche el 35 Festival Internacional de Cine de Cannes. Bajo el signo de lo clásico, la más importante manifestación cinematográfica de Europa, abrirá de nuevo sus puertas a cerca de veinte mil invitados, entre productores, distribuidores, técnicos y críticos. Missing, de Costa-Gavras, que trata sobre periodistas desaparecidos en un país latinoamericano y que despertó una fuerte polémica en Estados Unidos, es uno de los filmes más esperados.

Pasaron ya los años en que Cannes se convirtía en una fiesta mundana donde el aspecto fallero del cine adquiría carácter protagonista. La proyección de Intolerancia marca claramente las características del nuevo festival.Aunque despreciada en su momento por el evidente carácter renovador de la narrativa de Griffith, Intolerancia divide la historia del cine en dos capítulos. Puede considerarse como la gramática de un tipo de lenguaje que la industria de Hollywood convertiría luego en universal. A través de esta narrativa clásica se han compuesto las distintas posibilidades lingüísticas que el cine ofrece hoy en todo el mundo.

El interés fundamental del festival de Cannes es, no obstante, la información que facilita sobre el cine realizado en el mundo durante el último año. Aunque bien es cierto que la selección no tiene toda la objetividad que exigirían sus pretensiones, es posible conocer durante las dos semanas de su celebración, la obra más reciente de los autores de prestigio. Puede incluso decirse que sin participar en el festival de Cannes, no se obtiene tal prestigio. Los restantes festivales europeos, desde Berlín a Venecia, no han logrado adquirir tanta influencia en el panorama crítico internacional. Otras manifestaciones, como la de San Sebastián, se encuentran ya en franca dificultad para hacerse un hueco en el consorcio cinematográfico internacional.

El interés por participar en el festival de Cannes condiciona incluso el rodaje de algunas películas, apresuradas para alcanzar las fechas del festival o condicionadas en su estructura para complacer en él a posibles compradores. Hay un tipo de cine que no sería posible sin la promoción de un festival de tanta influencia, lo que naturalmente no impide que también en el seno de Cannes se hayan convertido claras injusticias a la hora de elegir las películas ganadoras, es decir, las que reciben claramente el refrendo de su política.

Pero salvo excepciones, donde la negociación previa de un galardón ha sido tan evidente que hasta la prensa se atrevió a hacer público el escándalo (Apocalyse now, por ejemplo), las películas que compiten juegan idéntica suerte, lo que fomenta la elección de favoritas y la consiguiente polémica final.

Este año destaca entre las películas que se aguardan con expectación la última realizada por Costa-Gavras, Missing, que ha despertado la crítica de algunos miembros del Departamento de Estado norteamericano al considerar poco favorecedora la imagen que ofrece de los servicios secretos estadounidenses, que Costa-Gavras juzga en su intervención en algún país latinoainericano. Missing se presenta como película norteamericana, como, también ocurre con las últimas obras del alemán Win Wenders y el inglés Alan Parker. Paradójicamente, la última película que Hollywood presenta en el festival, concurre al margen de la competición. Se trata La aventura del extraterrestre, último de los productos firmados por el fogoso Steven Splelberg, autor, como se sabe, de Tilburón y En busca del arca perdida.

Las recientes obras de Godard, Herzog, Schoeter, Ettore Scola, Antonioni, los hermanos Taviani y Humberto Solás forman el resto de los títulos que destacan en la sección oficial.