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EE UU pone nuevos obstáculos a las negociaciones europeas para la compra de gas soviético

Las negociaciones en curso de varios países europeos para llegar a un acuerdo con la Unión Soviética para la compra de gas siberiano, acaban de recibir un nuevo golpe de manos de Estados Unidos con la nueva política de créditos oficiales a la exportación que Washington ha llevado al seno de la OCDE. Aunque el esfuerzo norteamericano está todavía pendiente de su definitiva aprobacion -principalmente, por parte de los países de CEE-, España podría verse directamente afectada, sobre todo si pretende participar en la construcción del gasoducto siberiano.

Walter J. Stoessel, secretario adjunto de Estado norteamericano, ha ratificado, en la reunión del Consejo de Ministros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) que terminó el pasado martes en París, la política de Washington al respecto. En su intervención, durante la segunda jornada, Stoessel manifestó que Occidente debe limitar al máximo el riesgo financiero contraído con los países del llamado bloque socialista, al tiempo que debe acabar de una vez con su política de subsidiar indiscriminadamente los créditos que concede a estos países, ya que lo único que realmente consigue así es "financiar con dinero barato su carrera armamentista".La política de Washington en este asunto, aunque no es nueva, se presenta como uno de los problemas centrales de la próxima "cumbre" económica occidental, que se celebrará a partir del próximo cuatro de junio en Versalles. Previamente, la Comunidad Económica Europea (CEE) tratará de fijar una posición conjunta en la reunión del Consejo de Ministros de Finanzas, que se celebrará el próximo día 17 de mayo en Bruselas.

Pero Clause Cheysson, ministro francés de Asuntos Exteriores, se ha encargado de adelantar la posición de su Gobierno, en la reunión anual de la OCDE. Según Cheysson, Francia se opone a la llamada "propuesta de consenso" que un grupo especial de veintidós países miembros de la organización había elaborado, a iniciativa de los países nórdicos, en los primeros días de mayo. Esta propuesta eleva a la categoría de "países desarrollados" a la URSS y un amplio grupo de naciones socialistas (también a España e Israel, en el bloque occidental), con lo que se incrementa en algo más de un punto (algo más de tres, si se tiene en cuenta la última elevación del pasado octubre) el tipo de interés de los créditos gubernamentales que podrían recibir por parte de otros países.

La postura de Francia es comprensible si se tiene en cuenta que sería el país más afectado por esta nueva reclasificación. No sólo se vería enrarecido su importante comercio con los países del Este sino que sus exportaciones al Tercer Mundo -muy importantes desde hace varias décadas en la estrategia política y económica gala, según ha demostrado un estudio hecho público en París el pasado martes- experimentarían a su vez un duro golpe. Hay que tener en cuenta que otros países del Tercer Mundo también cambiarían de grupo bajo la nueva reclasificación.

Las dificultades españolas

Pero la nueva política en los créditos a la exportación chocaría de plano también con el comercio español hacia determinados países, aunque medios oficiales próximos al Ministerio de Comercio reconocían ayer que su impacto sería difícil de evaluar cuantitativamente. En la práctica, la nueva reclasificación afectaría al comercio exterior español de manera doble. Por un lado, España vería encarecidos los créditos gubernamentales que puede recibir, por ejemplo aquellos que obtiene del Exinbank estadounidense para financiar la compra de bienes de equipo o material aeronaútico.Pero el mayor impacto se registraría, quizá, en los esfuerzos comerciales españoles con los países del Este y, más directamente, con aquellos contratos alcanzados con otras naciones que, bajo la protección del Estado, se realizan con países que necesitan un canal de financiación que esté directa o indirectamente subvencionado por los mecanismos gubernamentales creados al respecto.

En el caso del gas siberiano, fuentes fiables señalan que la comisión técnica interministerial que estudia la propuesta negociadora con la URSS ha analizado ya este problema, aunque también es cierto que es muy posible que se trate de una situación hipotética. Estas fuentes consideran harto improbable que España reciba algún contrato de participación en la construcción del gasoducto susceptible de necesitar financiación estatal, sobre todo porque la mayor parte de estos acuerdos han sido ya firmados con la República Federal de Alemania, Francia o Italia, los países que más adelantadas llevan las negociaciones.

En cualquier caso, un contrato de suministro de bienes de equipo u otro material a la URSS dificultaría su concreción, a menos que España decida romper con la política global de la OCDE e iguale las condiciones ofrecidas previamente por otros países.

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