Inaugurada en Nairobi la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente
"Es necesario vencer la pobreza en el mundo antes de poner en marcha un programa eficaz de conservación del medio ambiente", manifestó ayer el presidente de Kenia, Daniel Arap Moi, en el acto inaugural de la conferencia sobre medio ambiente, que tiene lugar en Nairobi, auspiciada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Los expertos harán un balance de resultados de los programas ecológicos en los diez años transcurridos desde que se celebró en Estocolmo la primera conferencia de las Naciones Unidas sobre medio ambiente."La pobreza", dijo Arap Moi ante los representantes de más de cien países reunidos en el centro internacional Jomo Kenyatta, "es uno de los principales mecanismos impulsores de la continua y desesperada destrucción de los recursos naturales básicos" y añadió que no es ya el bienestar de la humanidad sino su supervivencia lo que está en juego.
A su llegada al centro Jomo Kenyata, el presidente Arap Moi fue recibido por una delegación de representantes de las víctimas de la polución de la villa japonesa de Minamata. "No permitáis que se repita esta tragedia. Damnificados de Minamata", rezaba la pancarta enarbolada por dos japoneses, uno de ellos en una silla de ruedas, a la entrada de la conferencia de Nairobi.
Tsuginori Hamamoto, víctima de una terrible enfermedad provocada por el mercurio, estuvo en Estocolmo hace diez años, cuando se creó el Programa Especial de las Naciones Unidas. En 1972, todavía podía sostenerse en pie con la ayuda de un bastón; hoy necesita una silla de ruedas para desplazarse. A pesar de ello, ha realizado el viaje hasta Nairobi para continuar su lucha en favor de las víctimas de la polución. Sus padres, pescadores como él, murieron víctimas de la enfermedad de Minamata. En una reunión preparatoria celebrada la semana pasada en Nairobi, expertos de numerosos países trataron de evaluar las consecuencias prácticas del Plan de Acción de Estocolmo y llegaron a la conclusión de que las metas fijadas hace diez años habían. sido demasiado ambiciosas. Si bien la gente se ha sensibilizado con respecto a los problemas ecológicos y se han obtenido ciertos éxitos en las campañas de conservación de especies de animales y plantas, según constataron los expertos, las perspectivas para el hombre siguen siendo sombrías.
Las veintidos ciudades con poblaciones superiores a los cuatro millones de habitantes existentes actualmente en el tercer mundo, frente a trece urbes comparables en el mundo industrializado, evidencian el fracaso en la lucha contra el exceso de aglomeración en los países en desarrollo.
Más alarmantes todavía se presentan el problema del agua (no llega a un 30 % la población rural del tercer mundo que tiene acceso a ella) y el de la progresiva desertización de la superficie terrestre, que avanza a un ritmo de unos veinte millones de hectáreas cada año.
Si bien se han conseguido ciertos progresos en la lucha contra la contaminación del aire y del agua, no ha sido posible detener el deterioro de los mares, especialmente en las zonas costeras.
Según el director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, doctor Mostafá Tolba, la gran mayoría de los fracasos e insuficiencias del plan de Estbcolmo se debe a la escasez de fondos. El programa de la ONU no sólo no consiguió aumentar su presupuesto mas allá de los 30 millones de dólares fijados en 1972, sino que ni siquiera pudo evitar que este raquítico presupuesto se redujera todavía en los últimos años en más de un 20
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