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Tribuna:TEMAS PARA DEBATE / ESPAÑA Y LA GUERRA DE LAS MALVINAS
Tribuna
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Entre la confusión y el despropósito

El conflicto de las Malvinas se ha convertido en una sangrienta y absurda guerra que llena de consternación y perplejidad a muchos españoles y a una buena parte de la opinión pública internacional.Además de exacerbar más aún la ya de por sí tensa situación internacional, lo cierto y lo grave es que a estas horas cientos de jóvenes argentinos y británicos han perdido la vida. ¿Víctimas de quién? A, mi modo de ver, la respuesta no puede ser más evidente. Víctimas del trasnochado y anacrónico colonialismo inglés y víctimas de la actitud de la dictadura militar argentina, que pretende legitimarse ante el mundo y ante su pueblo tratando de hallar alguna explicación a su propia existencia utilizando una sentida y legítima reivindicación de la nación argentina.

Para cualquier conciencia democrática que aspire a un orden internacional justo y progresista, tanto la primera ministra conservadora Margaret Thatcher como el general Galtieri carecen de legitimidad moral y política para exigir el apoyo internacional a la actitud de sus respectivos Gobiernos.

Margaret Thatcher parece equivocarse de siglo. Resulta incomprensible iniciar el derramamiento de sangre, arriesgar la vida de los jóvenes británicos y comprometer la paz mundial a finales del siglo XX en torno a una guerra colonial. La intención del general Galtieri resulta obvia cuando toma por la fuerza las Malvinas pretendiendo hacer olvidar que la junta que él preside es la responsable de la desaparición de miles de argentinos, de la supresión de las libertades públicas, de la persecución de las fuerzas políticas y sindicales de la oposición democrática y del apoyo a regímenes políticos como los de El Salvador, Chile, Uruguay, etcétera.

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Así las cosas, los comunistas españoles expresamos nuestra solidaridad con los trabajadores y pueblo argentino en su lucha por la conquista de las libertades públicas y con el pueblo inglés, cuyos intereses son comunes, y uno de ellos prioritario a todos los demás: paz, alto el fuego, que no se pierdan más vidas.

En consecuencia, reafirmando el reconocimiento de la soberanía argentina sobre las Malvinas se hace necesario desarrollar cuantas iniciativas sean precisas para detener la guerra y que el conflicto sea resuelto por vía de la negociación en el marco de los organismos y los acuerdos de la ONU. Ninguna potencia o bloque debe prevalerse de la situación para extraer provecho del conflicto, impulsando la continuidad de una guerra que puede envolver a Latinoamérica, afectar a España, al continente europeo y provocar un conflicto generalizado. La actitud de la Administración de Ronald Reagan, apoyando de facto el inicio de la acción militar y colonial de Margaret Thatcher, resulta dramáticamente coherente con la política exterior de los EE UU.

¿Y España? Pues España, es decir, los españoles; es decir, nosotros, nos debatimos en una situación a medio camino entre la confusión y el despropósito gracias a la política exterior de Calvo Sotelo y Pérez-Llorca. Ahora aparecen con nitidez entre los españoles los resultados de la llamada opción atlántica del presidente Calvo Sotelo repleta de contradicciones que debilitan nuestra posición internacional, que perjudican nuestros intereses y que nos convierten en objeto de las más diversas presiones de los Gobiernos británico y norteamericano.

Si adoptamos una posición claramente anticolonial, teniendo a Gibraltar como fondo, ¿qué dirán nuestros aliados de la Alianza Atlática, como el Reino Unido y Estados Unidos, de nuestro ingreso en la Comunidad Económica Europea? Si el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo se guía por sus obligaciones atlánticas, además de olvidarse de Gibraltar, ¿dónde arrincona nuestra política hacia América Latina?

Esta situación nos hace débiles y vulnerables en el concierto internacional y justifica plenamente la actitud de los que defendemos para España una política exterior basada en la independencia, en el no alineamiento, en la neutralidad activa. Solamente con una política exterior inspirada en tales principios, España tendrá solidez suficiente para luchar por la paz mundial, el desarme, la distensión y la defensa de nuestros intereses. ¿Qué va a hacer el presidente Calvo Sotelo? Dudo que lo sepa. Quizá por ello se niega a un debate en nuestro Parlamento para que éste se pronuncie y permita que España colabore seriamente para ver el fin de una guerra que los comunsitas lamentamos y reprobamos.

Enrique Curiel es miembro del Comité Ejecutivo del Partido Comunista de España.

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