Marruecos impide el viaje a Madrid de un periodista y dirigente socialista
La policía marroquí retiró ayer el pasaporte e impidió salir de Marruecos al miembro del Buró Político del Partido Socialista Marroquí (USFP) y ex diputado Mohamed el Yazghi, quien debía asistir en la capital española, desde el próximo lunes, a la asamblea anual del Instituto Internacional de la Prensa.Mohamed el Yazghi, que es además director del diario socialista Al Moharrer, clausurado por las autoridades desde los disturbios de Casablanca de junio de 1981, pretendía viajar acompañado de otros tres periodistas socialistas, a quienes tampoco se les permitió salir de Marruecos, y que continuaban aún retenidos en un hotel de Tánger.
Esta es la segunda vez que la policía marroquí impide la salida de Marruecos de Mohamed el Yazghi desde que éste fuera puesto en libertad el pasado 26 de febrero junto con el secretario general de la USFP, Abderrahim Buabid. En esta primera ocasión, El Yazghi pretendía viajar a Lisboa para cumplimentar una invitación del dirigente socialista portugués Mario Soares.
El Yazghi y sus acompañantes tenían la intención de informar a la asamblea anual del IPI sobre "las violaciones a la libertad de expresión y de opinión en Marruecos", que afectan muy particularmente a todos los medios de comunicación del Partido Socialista, clausurados desde los citados disturbios de Casablanca.
El redactor jefe del diario Al Moharrer, Mustafá Kerchaui, sigue en prisión desde aquella misma fecha, sin que en estos once meses transcurridos se le haya aún juzgado.
La documentación que debía presentar El Yazghi al Instituto Internacional de Prensa señala que Marruecos ratificó el 3 de agosto de 1979 el pacto internacional de los derechos civiles y políticos, y que por ese mismo hecho debería ser instado por la comunidad internacional a respetarlo.
Por otra parte, y según el mismo documento, "el artículo 9 de la Constitución marroquí garantiza a todos los ciudadanos la libertad de opinión y la libertad de expresión bajo todas sus formas", una libertad cuya aplicación real los socialistas entienden que deja mucho que desear.
