Chillida en Sevilla

Paradójicamente, un monumento a la tolerancia, encargado por el Ayuntamiento de Sevilla a Eduardo Chillida, está siendo objeto de una demostración dolorosa de intolerancia.El asunto me golpea en mi sensibilidad de artista y de andaluz. ¿Por qué -me pregunto- una Andalucía universal deja paso ahora a resquemores provincianos, pequeños, romos en su carácter, en su forma y en su fondo?

Chillida es un escultor español, nacido en el País Vasco, como Picasso nació en Málaga. Uno y otro son ejemplos de la universalidad del arte. Cualquier ciudad que pueda ostentar una obra, una verdadera obra artística, está enriqueciendo su patrimonio, al tiempo que acerca la cultura al pueblo. Preguntar por el carné de identidad, por el origen regional del autor, es pura cicatería, impropia de gentes que se consideran artistas. ¡Y a lo mejor lo son! Olvidan, sin embargo, algo tan consustancial con la idiosincrasia española como es el viejo aserto de que "nadie es profeta en su tierra". Con toda la injusticia que encierra, pero también con toda su realidad. Intentar ponerle fronteras al arte por el mero y circunstancial hecho de un lugar u otro de nacimiento es como intentar vender los mares por parcelas.

Excitar instintos nacionalistas, buscar la descalificación a través de un lugar de nacimiento puede ser cosa de políticos. Nunca de artistas que se comporten como tales. Yo, andaluz, realizo ahora el primer monumento a la Constitución- que se erige en España. Y es en Vitoria, por encargo también de su Ayuntamiento; no es, por supuesto, la única obra realizada fuera de mi tierra. Estoy seguro de que , como yo, algunos de los propios firmantes de esa crítica increíble proyectan su obra fuera de las fronteras regionales. ¡Qué sería del arte si cada comunidad quisiera encerrarla en unos determinados límites geográficos! Sería sólo un incongruente chovinismo barato. Mi dolor hoy es que en el quinto centenario de la Inquisición ésta haya vuelto a aparecer en mi Andalucía./ escultor.