Las bellas repeticiones de la Orquesta de las Nubes
A veces, cuando las personas buscan, un solaz nocturno, la música, el hecho estético, puede saltar por sorpresa y en los lugares más in sospechados. Algo que puede ocurrir esta semana si alguien se pasa por el barrio madrileño de Lavapiés, concretamente en una crepperie llamada El Juglar. Era el caso que allí, entre suzettes y bretons (o sus asimiladas hispanas) está tocando un trío que, bajo el nombre de Orquesta de las Nubes, es una de las agrupaciones más interesantes y coherentes de algo que malamente puede llamarse música clásica o moderna. Digámosle vanguardista para entendernos.Por su parte el tal trío se ha puesto a sí mismo la sobrepelliz definitoria de música repetitiva, que, bien mirado, define más bien poco. La música repetitiva es una forma desarrollada hace ya mucho tiempo por gentes como Terry Riley y Steve Reich, o en el rock, por grupos alemanes como Can, los de Kraftwerk o Faust.
Se basa en la repetición obstinada de un patrón rítmico o meládico que a lo largo de la composición varía de forma minimal o brusca, formando un esqueleto básico al cual puede añadirse todo tipo de efectos puntuales. Su raíz lejana puede encontrarse en multitud de músicas étnicas -de todos los continentes, especialmente en la percusión africana, las salmodias bereberes, música de gamelang indonesia o la utilizada por los derviches danzantes de Oriente Próximo. Todos estás componentes se encuentran en la Orquesta de las Nubes. Tanto Suso (fundamentalmente, guitarra eléctrica) como Pedro (percusión) o María (voz) intercambian sus papeles sin ningún problema, logrando una variedad de sonidos y de ritmos inesperada. Las composiciones podían pasar de cuasi folklóricas a tribales, dependiendo de una mayor o menor insistencia en la voz (bellísima, por otro lado) de María o en una, percusion realizada por todo el conjunto. Con todo, esas composiciones no parecían sino elementos básicos para improvisaciones colectivas, en las que se percibía muy claramente la capacidad técnica y musical de los protagonistas.
Aún valorando lo bello de un encuentro inesperado, no puedo por menos de denunciar la falta de oportunidades que la Orquesta de las Nubes, como tantos otros músicos y grupos no encasillables, encuentra para presentar su trabajo en público. Es una pena y una vergüenza.
En otro orden de cosas, y para quien pueda interesar, decir que las entradas para el concierto de Jethro Tull en Madrid (el día 8) están totalmente agotadas. Y que el concierto de Simon & Garfunkel no tiene todavía fecha ni lugar precisos, aunque se celebrará en Madrid durante este mes.
Babelia
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