Un marino ambicioso y polémico

"Ambicioso, en el buen sentido de la palabra". Así describen sus amigos al vicealmirante John Sandy Woodward que, a sus 49 años de edad, está al mando del destacamento naval británico que intenta recuperar las islas Malvinas. Experto en matemáticas y en electrónica, Woodward representa una nueva generación de comandantes navales. Este hombre, cuyas declaraciones han desconcertado al público e irritado al Gobierno, entró a los trece años de edad, como cadete, en la escuela naval de Darmouth.Nombrado vicealmirante en marzo de 1981, en agosto ocupó el destino de comandante general de la primera flotilla británica. Su penúltima ocupación se centró en los despachos del Ministerio de Defensa, como director de Planificación Naval, cargo en el que adquirió una valiosa formación en la gestión de las complejidades técnicas y logísticas de una flota. Woodward se convirtió en 1954 en especialista en submarinos, llegando al mando del Tireless en 1961. Sólo en 1969 capitaneó el Warspite, su primer submarino nuclear.

Nacido en Cornualles y con el apodo de Sandy por el color arenoso de su pelo, Woodward está casado y tiene dos hijos: Andrew, de 21 años, y Tessa, de 19 años. Vive en el suburbio londinense de Surbiton, y entre sus pasatiempos favoritos figuran el esquí, las coleccciones de sellos y la vela, que practica todos los fines de semana, confundiéndose en su jersey azul marino con los numerosos marineros, de agua dulce. Tímido, sus declaraciones, desde el buque insignia del destacamento, el portaaviones Hermes, han causado polémica, pero ya le ha llegado el mensaje de Londres de que es mejor que se calle. Días atrás había señalado que la recuperación de las Malvinas sería "un paseo".

Cuatro horas después consideraba que sería "una campaña larga y sangrienta".