Semana de reflexión
Enrique Múgica, cariñosamente apelado de mariscal Herzog, paseaba triunfal, rodeado por una corte de oficiales obsequiosos, el patio campamental. Poco más de veinte minutos había durado su deposición ante el Tribunal y pocos eran los que no se hacían ayer lengua de la blandura, hasta la dulzura de los abogados políticos. Se esperaba, dentro de la lógica de Campamento, que Enrique Múgica estuviera sentado ante la mesa de testigos hasta el arrepentimiento de haber creído en Marx en su juventud y en la socialdemocracia en su madurez personal y política. Nadie dudaba de que el relevante socialista padecería un tercer grado demoledor. Reunía todas las condiciones para engrosar el martirologio de esta causa: socialista, diputado, responsable reciente de asuntos militares en su partido y en el Parlamento, controvertido, semita y hasta comensal ocasional con el general Armada. Por menos de todo lo anterior han crucificado a más de uno en el Servicio Geográfico Militar. Pues nada. Pocas preguntas y mínima presión sobre el testigo. "...Pidió el chapeo, requirió la espada, miro al soslayo, fuese, y no hubo nada". Ni López Montero ni De Meer forzaron el tren al que -particularmente el primero- nos tienen acostumbrados. Así se perdió la ocasión -única en este proceso- de despiezar a la clase política. Un misterio más para la historia secreta de Campamento.Tras Múgica, dejo de comparecer un brigada, cuyo testimonio no era precisamente crucial (los abogados citantes renunciaron al mismo) y se abrió un receso de una hora para que el Tribunal deliberara sobre las pruebas solicitadas por algunas defensas (careos e inspección ocular del despacho del jefe de la División Acorazada). Todo fue denegado en el criterio de que tales pruebas no aportarían nada novedoso a este almacén de dudas razonables. Y para que el ministerio fiscal y las defensas reflexionen sobre el aluvión de palabras de los dos últimos meses se levantó la sesión hasta el próximo martes. En los corrillos, fuera de la sala, campeaba la tesis del pacto de Campamento, acaso como contraprestación de las inminentes consecuencias del pacto del capó. Que si los tenientes de la Guardia Civil son puestos en libertad provisional en aplicación parcial de aquella atípica rendición de Tejero, Pardo Zancada y Camilo Menéndez, a cambio de que no se someta a humillaciones procesales a un distinguido parlamentario del PSOE. Y si así no son las cosas esta es la música que suena. Pero sea como fuera debe rendirse tributo a este diputado que ha sabido mantener una presencia digna ante sus interrogadores; relajado, dominador del escenario, olvidado de sus trabucaciones famosas, seguro de sí mismo, recordó al abogado de Tejero que en este país solo el Parlamento está legitimado para dar golpes de timón.
Al borde de este largo paréntesis ya hemos rebasado dos meses de proceso. La primera reflexión es que este país es admirable. La segunda es, sin embargo, negativa: sabemos ahora menos que al comienzo. No se ha advertido en todas estas extenuantes jornadas ni un adarme de voluntad por parte de nadie -el fiscal incluido- por derribar el sólido muro de silencios cómplices que cerca esta causa. Doblada esta fase procesal -importantísima- ya casi no cabe esperar nada. En el futuro se producirán incidentes si los encausados lo quieren, y nos depararán sofiamas bien en su justificación final, bien en los alegatos de sus defensores militares. Pero que nadie piense que la causa 2/81 va a aportar algo nuevo a aquella historia del 23 de febrero. Nos enteraremos de algo más por los libros (algún procesado ya está a la máquina) y dentro de unos años.
¿Qué ambiente se mastica?. Pues que siete consejeros duros, otros siete contemporizadores, y tres dudosos. Y el fiel de la balanza inclinándose, por lo que se runrunea, hacia la decisión cuasi salomónica de sentencias ejemplares hacia la cabeza de los implicados y comprensión de tenientes coroneles para abajo, procurando salvar, en estos últimos, las máximas carreras posible. Dentro de la reserva con que deben acogerse tales comentarios sí parece seguro que los tenientes de la Guardia Civil que asaltaron el Congreso estarán en breve mandando nuevas unidades, es dudoso que sean condenados a más de la prisión preventiva dos a más de la prisión preventiva que ya han cumplido.
Diccionario de Campamento.-
Todo parece indicar que este país hace ya semanas que desdeña, acaso sabiamente, la neurosis jurídico-golpista que aquí se ventila. No un corolario de frases hechas, escuchadas y repetidas en estos meses, algunas magníficas, y que van a terminar formando parte del acervo del vocabulario popular.
Ya se escuchan. por ahí y ponen en evidencia una retranca popular a prueba de golpes, pactos, juicios interminables y crísis políticas de todo tipó. Hete aquí un pequeño florilegio:
"Bonito es mi padre para que me toquen el sombrero".- Frase de Tejero en la que quiere evidencia que con él nadie juega. Uso generalizado según el propio sentido de la expresión.
"La bandeja está grabada". Mensaje que recibe el coronel que recibe el general San Martín desde la División Acorazada y por el que tiene conocimiento el general Torres Rojas ya está en Madrid. Se usa como guiño verbal para advertir a un inetrlocutor que todo está bajo control y hecho: una cita, un negocio, etcétera.
"Ni está ni se le espera".- Contestación que recibe el general Juste cuando pregunta por el general Armada en La Zarzuela. Modalidad para dar a entender que un interlocutor no está para nadie ni para nada.
"Esto me da asco, me da nauseas, me siento malo, me voy".- Frase de Milans antes de retirarse de una de las sesiones del juicio. Se usa libremente para terminar una reunión. Ejemplo: de entre un grupo de amigos, en la barra de un bar, uno se marcha; en vez de despedirse convencionalmente les espeta: "Esto me da asco,..., etcétera.
"Se sienten, coño".- Ya forma usual de rogar amablemente que más de dos personas tomen asiento.
"El componente naval".- Alusión a sí mismo del capitán de navío Camilo Menéndez. Se utiliza para definir algo que esta ahí y que no sirve para nada.
"Verde con asas".- Un jefe de la Acorazada, cuando Pardo Zancada explica que en Madrid va a producirse un hecho grave, comenta: "Verde, con asas, en el Congreso", en el presentimiento de que un Guardia Civil -Tejero- se iba a presentar violentamente en el Parlamento. Sinónimo de Guardia Civil.
"Lo querían Sus Majestades". Escuchado ad nauseam en Campamento. Es lo que se aduce cuando no se sabe cómo justificar alguna pifia.
"Ir a cumplir un servicio".- Dar un golpe de Estado.
"El niño está dormido".- Una pareja no debe ser molestada.
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