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El mundo colonial

Trece restos del imperio victoriano

Andrés Ortega

El Reino Unido conserva en la actualidad trece territorios dependientes, es decir, colonias, donde residen unos 5,2 millones de habitantes (un 96% en Hong Kong). Estos territorios, que disponen de una amplia autonomía en cuestión de organización interna, están en tres océanos, sus habitantes -Gibraltar aparte- son ciudadanos de tercera categoría, según la nueva ley de nacionalidad británica que entrará en vigor el próximo año 1983.En el Caribe, estas colonias son las islas Caimán, las islas Vírgenes, las islas Turcas y Caicos Montserrat y Anguilla. Esta última decidió la se-cesión del Estado asociado de San Cristóbal y Nevis en 1967, declarándose república en 1969. Para hacer frente a unos disturbios internos, el Gobierno británico envió en marzo de ese afío trescientos paracaidistas y marines a Anguilla, en lo que fue calificado de un episodio tragicómico. Pero los 6.000 habitantes de la isla consiguieron en 1971 lo que querían: volver a ser una colonia británica.

En el Atlántico, el Reino Unido cuenta aún con las islas Bermudas -de próxima independencia, a donde envió tropas en diciembre de 1977 después de que lo hubiera pedido el gobernador local- y la isla de Santa Helena y dependencias, que incluyen las islas Tristán da Cunha y la isla de la Ascensión, crucial en la estrategia marítima británica de recuperación de las islas Malvinas.

Sin residentes

Esta última y disputada colonia en el Atlántico Sur cuenta, en términos administrativos, con las islas de Georgia del Sur y Sandwich, que Argentina sólo comenzó a reivindicar en 1927 y 1948, respectivamente. El Reino Unido posee, asimismo, dos colonias sin habitantes residentes. La primera, separada de las islas Malvinas en 1962, es el Territorio británico del océano Indico, que incluye la isla de Diego García, utilizada con fines militares por el Reino Unido y Estados Unidos. Si esta isla dejara de ser utilizada con estos fines, la isla pasaría a pertenecer a la República de Mauricio.

En el Pacífico, las colonias que quedan son las islas Pitcairn y Hong Kong. El estatuto de este último es peculiar, pues el territorio fue arrendado por el Reino Unido a China en un contrato que en principio finaliza en 1997. En cualquier caso, los británicos son conscientes de que ningún ejército podría impedir que China recuperase Hong Kong por la fuerza si así se le antojase, lo cual, por razones políticas y económicas, es improbable.

Estas colonias, normalmente con un gobernador a la cabeza y una asamblea local para legislación interna, gozan de un amplio grado de autonomía incluso para decidir su moneda. Pero el Gobierno del Reino Unido es responsable de su seguridad interna, relaciones exteriores y defensa. Otros Estados independientes, como San Cristóbal-Nevis, Antigua o Belice, han optado por el estatuto de Estados asociados, encargándose el Reino Unido de su defensa y política exterior.

En la nueva ley de nacionalidad británica, los habitantes de estas colonias caen en una tercera categoría, sin derecho de fijar su residencia en el Reino Unido, salvo con la aplicación del concepto de patrialidad, es decir, demostrando que al menos uno de sus abuelos es británico de origen. El miedo a ver cinco millones de chinos de Hong Kong instalarse en el Reino Unido, en caso de dificultades de la colonia, empujó al Gobierno a tomar esta medida.

La única excepción es Gibraltar, que también es la única colonia británica cuyo territorio pertenece a la Comunidad Económica Europea. La ventaja lograda por los gibraltareños fue resentida en las Malvinas (Falklands en su terminología inglesa). Cuando el año pasado la baronesa Vickers intentó en la Cámara de los Lores lograr la plena ciudadania británica para los falklandeses, por el Gobierno lord Trefgarne, uno de los ministros del Foreign Office que no ha dimitido con lord Carrington, señaló que, "a pesar de la fuerza de los afectos, las Falklands no son y nunca han sido parte del Reino Unido".

Todos somos falklandeses

Naturalmente, el Ministerio del Interior británico está dispuesto a aceptar en el Reino Unido, si fuera necesario, a los 1.800 habitantes de las islas Malvinas, aunque cuatrocientos de ellos y casi todos los niños no tengan legalmente este derecho. "Ahora", decía el lunes un editorial de The Times, "somos todos falklandeses'.

A caballo entre los siglos XXVII y XVIII, cuando el Reino Unido pensaba en enfrentarse militarmente a Espafía por la posesión de las islas Malvinas, el escritor inglés Samuel Johnson señaló que "una guerra declarada paria el sonido vacío de unas rocas no merece que se lance contra nosotros la indignación de la tierra".

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