Enrevesada versión
John Millus tenía un difícil problema al adaptar al cine el famoso personaje que Howard inventó en los años treinta y, la editorial Marvel divulgó en comic a partir de los setenta. A lo largo de años, novelas y tebeos, Conan ha ido adquiriendo una serie de elementos postizos que complicaron de tal manera su personalidad que una recreación fiel y distanciada del personaje que respete ahora tanto la lógica primitiva como los contradictorios elementos que han ido superponiendose es más compleja de lo que puede tolerar un proyecto cinematográfico empeñado en ilustrar lo obvio. La solución encontrada por Milius para afrontar su adaptación del héroe literario se encamina por lugares aún más imprevisibles: nada menos que por los de hacer una nueva versión del mítico personaje incluyendo adjetivos de su propia poética, de aquella visión generalizadora que hizo pensar en él como presunto sucesor de John Huston, cuando al comenzar su carrera de director nos sorprendía con títulos tan valiosos como Dillinger o El viento y el león. No ha acertado, sin embargo, al elegir el punto de vista desde el que ofrecer la trayectoria de Conan. Lo que Milius quiere hacer complejo solo queda en confuso. Sorprende en un hombre de talento como él que se haya dejado vencer por una pretenciosidad similar a la de algunos fragmentos de Apocalipse Now de la que, como se sabe, fue guionista, creyendo incluso que una descripción parcial de, por ejemplo, las batallas, implica una profundización de su negativo voto a la violencia, cuando en realidad las reduce a incomprensibles.La serenidad narrativa sólo gobierna intermitentemente. Al principio, sí, en la espléndida secuencia que abre la pelicula narrando la infancia de Conan, en la que interviene -y muy bien- la actriz española Nadiuska. Son momentos que pueden recordar El juez de la horca, la extraordinaria película de Huston, cuyo guión tambien escribió John Milius. Son esperanzas que quedan, no obstante, defraudadas, cuando la película se empeña en transformar la vida del legendario héroe prehistórico con evidentes aires de vikingo en el portavoz de una lucubración filosófica.
Conan, el bárbaro
Director: John Milius. Producción: Edward R. Pressman para Dino de Laurentiis. Música: Basil Poledouris. Intérpretes: Arnold Schwarzenegger, James Earl Jones. Sandahl Bergman, Bed Davidson. Norteamericana, 1981. Aventuras.Locales de estreno: Capitol, Luchana 1, Carlton.
Conan no busca sólo a su enemigo. Hay algo personal y ambiguo en su recorrido. En el viaje que debe emprender para localizar al asesino malvado, Conan se encuentra enmarañado en aventuras mágicas que le conducen, lógicamente, a la victoria final pero que no son capaces de eludir un cierto fracaso. Su descubrimiento de los oscuros mundos del poder a los que al final accede, le ilustran sobre la lógica de la superstición y la razón de la fuerza. Y es ahí donde Milius hace confuso su planteamiento. Sin el control de Ford Coppola o Huston, no ha podido disimular el temple conservador que ya dejara sospechosamente abierto en su pelicula anterior, El gran miércoles, donde la nostalgia servía de vehículo a la defensa de valores morales caducos.
La confusión nace de sus planteamientos pero habrá que añadir a ellos las limitaciones de una producción de tan alto coste.
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