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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La sorpresa de Elena Obrausova y el Coro de Moscú

Pequeña misa solemne, de Rossini.Coro de Cámara de Moscú. Director: V. Minin. Solistas: E. Obraztsova,N. Guerasimova, K. Lisovski, S. Baikov, V. Chachava (piano)y N. Malina (órgano).

Teatro Real. 31 de marzo de 1892.

La visita del Coro de Cámara de Moscú, que estos días recorre España, resulta no sólo interesante, sino sorpresiva, ya que, casi sin previo anuncio, trae como colaboradora solista a la gran mezzo Elena Obraztsova. En el teatro Real, de Madrid, hemos escuchado una personal y excelente versión de la Pequeña misa solemne, de Rossini. El público de los martes no suele ser numeroso, pero esta vez lo fue y dispensó a la agrupación visitante y a la gran Obraztsova una acogida superentusiasta.Bien es verdad que Rossini logró en la Pequeña misa solemne una de sus obras verdaderamente geniales, tan distinta de las óperas bufas más divulgadas como profundamente rossiniana. Porque el autor de El barbero poseía una personalidad poliédrica, y como tal debe ser considerado, y no tan sólo como el feliz inventor del Aria de la calumnia (tan prodigiosa, por otra parte) o la disparada brillantez de Guillermo Tell.

Para empezar, la misa presenta una combinación instrumental que desarrolla al máximo hábitos de época. Esto es, la juntura de armonia y piano, en este caso doble. Ignoro por qué el Coro de Moscú, al sustituir el armonio por el órgano (tocado, eso sí, con máxima discreción por Natalia Malina), redujo los dos pianos a uno, aun cuando el estupendo Vazha Chachava consiguiese sonoridades potentísimas, incluso demasiado potentes.

En cuanto al coro mismo (32 voces mixtas), nació en 1972 por impulso de quien sigue siendo su director, VIadimir Minin, y exhibe una serie de calidades de todo orden que llaman poderosamente la atención. Desde la afinación hasta la igualdad de las voces, desde la unidad de criterio a la amplitud dinámica, los cantores de Moscú hacen un Rossini de esplendorosa belleza, tanto en los aspectos más brillantes como en los de más recogida intimidad.

Elena Obraztsova (que cantó su parte y algún aria, inicialmente asignada a la soprano) lució su clase soberana en la que se funde una voz hermosísima, un temperamento dramático natural, una línea musical irreprochable y una inteligencia que encontró, para este Rossini religioso, la juntura ideal de lo teatral y lo oratorial. Con la Obraztsova formaron cuarteto meritísimo, pero muy por debajo de la diva, la soprano Natalia Guerasimova, el tenor Konstantin Lisovski y el bajo Serguei Baikov. Ante las insistentes ovaciones del auditorio, los intérpretes bisaron el más bello fragmento de la misa: Agnus Dei

El Coro de Moscú y sus colaboradores actúan el martes y miércoles Santo en la Semana de Música Religiosa de Cuenca.

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