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La Junta guatemalteca ofrece a los religiosos huidos la posibilidad de regresar al país

Los religiosos que se han visto obligados a abandonar Guatemala para proteger sus vidas podrán regresar al país cuando lo deseen. La decisión de la Junta Militar, comunicada a la Conferencia Episcopal, afecta a un buen número de sacerdotes y monjas españoles y supone un claro acercamiento entre la Iglesia católica y el nuevo poder guatemalteco.La Junta se dispone ahora a concentrar su actividad en combatir a la guerrilla, que respondió ayer al reconocimiento por Washintong del triunvirato militar con disparos de lanzagranadas contra la Embajada norteamericana en Ciudad de Guatemala.

El ataque, sin consecuencias, se produjo durante la noche y desde dos vehículos que estaban en marcha. Dos de los proyectiles, bastones chinos disparados con un lanzacohetes 3,5, horadaron la fachada de la representación estadounidense e hicieron añicos una buena parte de sus cristales. Contra el edificio y el del vecino Banco de los Trabajadores, fueron disparadas también varias ráfagas de ametralladora.

Deshielo

El primer contacto formal entre las jerarquías religiosa y castrense se desarrolló en un clima de abierto deshielo. El general Efraín Ríos Montt ha dado garantías a los obispos de que la Iglesia tendrá en lo sucesivo libertad de acción. A cambio, la Conferencia Episcopal ha emitido un comunicado en el que "constata el sentimiento de satisfacción y esperanza del pueblo al ver concluida una etapa de conculcación de los derechos humanos y de falta de respeto por la dígnidad del hombre".La aparente luna de miel entre Iglesia y Fuerzas Armadas ha sido matizada por los militares. Ríos Montt, que tiene un hermano obispo en Escuintla, dijo al cardenal Mario Casariego, primado de Guatemala, que los sacerdotes "no tienen por qué ser molestados mientras se dediquen a lo suyo". El general Horacio Maldonado añadió que el primado, conocido por sus puntos de vista ultraconservadores, se hará pesonalmente responsable de dar el visto bueno a cada religioso que regrese a Guatemala.

Sacerdotes y monjas han sido víctimas propiciatorias de la represión durante el régimen de Romeo Lucas, acusados siempre de estar comprometidos con la "subversión".

Doce sacerdotes asesinados

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Entre 1978 y 1981, no menos de doce sacerdotes y decenas de catequistas fueron asesinados por los cuerpos de seguridad. El Gobierno del general Romeo Lucas llegó a prohibir en febrero pasado la entrada en el país de cualqueir religioso.Entre los asesinados figuran los españoles José María Gran y Juan Laudino Alonso, ambos misioneros del Sagrado Corazón, y Faustino Villanueva, párroco de una zona del Quiché.Parece que Carlos Pérez Alonso, un jesuita secuestrado en agosto del año pasado, está todavía vivo.

En la región del Quiché, escenario principal de la actividad guerrillera, la magnitud de la persecución obligó a cerrar todas las iglesias y a suspender completamente la actividad religiosa.

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