Tensión en Kosovo un año después de los disturbios nacionalistas
La capital de la región autónoma yugoslava de Kosovo cumple hoy el primer aniversario de los sangrientos disturbios de hace un año, con fuertes contingentes policiales en estado de alerta desde hace días. Nuevos incidentes se registraron ayer en la universidad, cuando grupos de estudiantes se manifestaron y fueron violentamente disueltos por la policía, que practicó numerosas detenciones.
El 2 de abril de 1981, los tanques federales salieron a las calles de Pristina y en los enfrentamientos entre policías y manifestantes de etnia albanesa, muy mayoritaria en Kosovo, hubo nueve muertos y cientos de heridos y detenidos. La calma total no ha vuelto a reinar en la zona más recalentada de los Balcanes a dos años de la muerte de Tito.La noche del, 31 de marzo, fuertes contingentes de policía con casco, metralleta y portando granadas lacrimógenas rodeaban la ciudad universitaria y no dejaban transitar más que a los vecinos de la zona. A los dos periodistas extranjeros presentes en Pristina se les ordenó alejarse, aunque pudieron ver cómo un joven era introducido esposado en un coche celular.
Si hace un año las fuerzas manifestantes eran obreros de la fábrica Ramiz Alí, seguidos de una masa de estudiantes, jóvenes y hasta niños que pedían a gritos la "república kosovar", este año los estudiantes nacionalistas parecen haber sido aislados en las grandes ciudades de Kosovo. Además, se ha establecido un sistema de filtro del estudiantado. Sólo los de "buena conducta política" pueden tener acceso a residencia universitaria, lo que excluye a los nacionalistas albaneses de comida y cama por 2.500 pesetas al mes.
Aseguran en Pristina que la Universidad de Kosovo y la de Helsinki son dos ejemplos únicos de bilingüismo universitario. En diez años se han formado en la primera 10.000 universitarios, la mayoría en albanés, los menos en serbio, pero casi todos en ciencias sociales y filosofía, a veces con profesores dé la vecina Albania, la madre patria de los kosovares albaneses, cuya evolución sigue atentamente.
La explosión universitaria de Kosovo lanza todos los años al paro a cientos de intelectuales de la región más reprimida de Yugoslavia, que, a pesar de su inmenso progreso en cifras absolutas, sigue siendo siete veces más pobre que las zonas más desarrolladas de Yugoslavia. Cada universitario tiene en Pristina 1,20 metros cuadrados de espacio, y las facultades trabajan hasta en tres turnos.
Un diente de lobo
En los alrededores de la capital comienza uno de los más primitivos campos de Europa y los Balcanes. Las atávicas costumbres prohíben en las aldeas remotas a las mujeres el ser vistas por médicos. Por ello, quizá sea Kosovo el único país de Europa donde las médicas gozan de ventaja sobre los médicos a la hora de emplearse. En cada casa hay al menos un fusil, y uno de cada dos niños recibe al nacer una cadena con un diente de lobo que le protegerá de todos los males. La venganza anida en el campo kosovar y hay clanes familiares que han tenido guerras de cien años entre sí por afrentas del siglo XIX, con saldos de decenas de muertos. La violencia no asusta a nadie en esta región y la policía federal yugoslava tendrá que desplegar mucho tacto. El pasado día 30, a la salida de Pristina, una furgoneta de policía detenía a los taxis, verificaba el estado de los frenos y, de paso, identificaba a los ocupantes.
Cuando, a un año de la muerte de Tito, el pasado 2 de abril las autoridades federales se enfrentaban con el estallido nacionalista, la reacción más fácil fue echarle la culpa a las ambiciones territoriales de la fronteriza Albania, descontenta todavía con los tratados de Londres o Versalles y no firmante del Acta de Helsinki.
El propio Tito emprendería siete meses antes de su muerte un viaje a Kosovo, el último de su vida. También en 1979 la situación era muy mala, y respecto a la necesidad de desarrollar Kosovo preguntó Tito a los yugoslavos: "¿Con qué derecho pediríamos un nuevo orden mundial de relaciones económicas si en casa no aplicáramos esos principios?". Cuatro años antes había declarado que si Albania y Yugoslavia se enemistaran, importantes poros balcánicos se abrirían al mal de las grandes potencias. Sorpresa causó hace un año, en torno al estallido nacionalista de Kosovo, la revelación de la revista griega Antí respecto a que las maniobras de primavera de la OTAN hacían referencia en el norte de Grecia a Kosovo en su guión imaginario. La Unión Soviética le tiene tantos reparos a no verse tildada de injerencia que los organismos académicos de Moscú han renunciado a enviar albanólogos en viajes de estudio a Kosovo.
Escuela islámica
"El enemigo está sobre todo entre nosotros", declaraba Mitja Rivichich, uno de los políticos más francos de Yugoslavia. El croata Vladimir Bacarich, número uno de los históricos supervivíentes de la vieja guardia, teme, por su parte, que los eslavos de la República de Servía tiendana tomarse la revancha contra los albaneses que habitan su región autónoma, intentando recortarles la gran autonomía que Tito les diera. "Si se llegara a plantear que en Yugoslavia no pudiera existir en libertad una nacionalidad, ello supondría preguntarse si Yugoslavia puede subsistir", decía Bacarich apuntando hacia aquellos serbios de mano dura que querían "poner en orden" los aspectos caóticos de la descentralización yugoslava.
Sherif Ahmer dirige la medresa, escuela islámica, a la sombra de un minarete en la parte vieja de Pristina, lejos del fabuloso Grand Hotel y de algunas de las joyas arquitectónicas modernas más importantes de Yugoslavia. Asegura que el 50% de los albaneses musulmanes son practicantes, a diferencia de Albania, donde la religión está prohibida. Afirma que los jeques del petróleo no le mandan ni un dólar a la comunidad islámica de Kosovo, a diferencia de la Bosnia yugoslava, que recibe cuantiosas ayudas árabes. "Las instituciones islámicas se nutren en Kosovo de la ayuda de sus fieles y de las escasas rentas que tenemos, pero bien nos vendrían ayudas de comunidades poderosas". El principal enemigo del Islam yugoslavo no es para Sherif el césar autogestor y ateo, sino "ese misticismo infiltrado por los derviches chiitas".
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