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Reivindicación de la novela lírica en la presentación del último libro de Umbral

La presentación de la novela Las ánimas del purgatorio, de Francisco Umbral, se convirtió anteayer en un restaurante de Madrid en una ocasión para introducir el último libro del autor, en una oportunidad para que éste, con otros asistentes al acto, reivindicara la novela lírica y en un momento propicio para que el editor Juan Grijalbo, que ha publicado el libro, mostrara un gran optimismo sobre "el gran momento que atraviesan la narrativa y la edición españolas".

El debate sobre la novela de Umbral, y sobre la novela en general, fue propiciado por el diputado y catedrático Ramón Tamames. Entre los asistentes a la discusión, los políticos Francisco Fernández Ordoñez y Carmela García Moreno, el editor y consejero delegado de PRISA Jesús de Polanco, el editor Juan Grijalbo, los catedráticos Fernando Lázaro Carreter, Francisco Yndurain y José Luis L. Aranguren, el actor Adolfo Marsillach... Tamames -"consumes todos los turnos, Ramón", le dijo su colega del grupo mixto Carmela García Moreno cuando aquél se dispuso a hablar- había leído la obra de Umbral en las Cortes, y había apreciado que ciertos detalles puntuales de la novela no casaban con la realidad del tiempo al que hace referencia el texto. Por ejemplo, explicó el catedrático de Estructura Económica, la "calderilla de cobre" no dejó de existir cuando se dice en Las ánimas del purgatorio y Tabacalera no se llamó nunca, como recuerda el personaje de Umbral, "Tabacalera Española".Esas circunstancias le hacen dudar a Ramón Tamames sobre la oportunidad de calificar como novela aquello que en signos tan puntuales se despega de la realidad. En su respuesta, Francisco Umbral, que luego sería secundado en su teoría, entre otros, por Luis Carandell, fue preciso en su reivindicación de la novela lírica y, por tanto, de la ambigüedad, en cuyo discurso su literatura fluye creando mundos en los que el lector entra para descubrir su propio universo, como diría más tarde el catedrático y académico Fernando Lázaro Carreter. A Umbral no le importan que surjan anacronismos -o ucronías- ni le preocupan que personajes de distintas épocas surjan compartiendo idéntica experiencia. Para él -dijo el propio Umbral recogiendo algunas de las alusiones de Tamames- la novela ni es galdosiana ni es barojiana, ni son los detalles realistas los que le dan a la estructura narrativa la significación que ésta debe tener. "La ambigüedad", remató Umbral, "es lo más sangrante, y de ese material se nutren mis novelas".

Tamames no se dio por vencido. Pero reconoció que "no existe una definición de la novela". En medio de ese coloquio, el editor Juan Grijalbo recordó anécdotas del pasado editorial español, lo comparó con la vitalidad actual y aseguró que su editorial, que con el libro de Umbral, inicia una nueva colección, abre sus puertas a la "pujante narrativa española".

El debate se cerró con unas palabras de Fernando Lázaro. Para éste, la obra de Umbral "es una novela romántica con sexo, en cuyo mundo hay que entrar para sentir el encantamiento de ese inmenso poema lírico, de imaginación fascinante, propia del creador de una forma verbal que no tiene par en la literatura de este momento en España".

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