Dos toreros diferentes
Primera novillada de la temporada y segundo espectáculo taurino en Las Ventas.Novillos de Moreno Pidal, mansos y manejables. Fue retirado el quinto por invalidez y lidiado en su lugar un novillo de Martínez Elizondo, que ofreció dificultades. El sexto, de Martínez Elizondo, con casta y problemas. Fernando Galindo: Un aviso y aplausos; vuelta. Carlos Avila: Silencio: silencio. Fermín Vioque: Oreja; vuelta.
Plaza de las Ventas, 14 de marzo.
El arte del toreo se apoya en postulados uniformes y en aquello tan archisabido de parar, templar y mandar. Pero las formas de sentirlo e interpretarlo son múltiples, desde las que se vienen denominando escuelas rondeña y sevillana hasta el modo que cada diestro tiene de llevar a cabo ante el toro lo que le dictan, a una vez, sus conocimientos y su inspiración.
El domingo, en la primera novillada en Las Ventas, que era a la vez el segundo espectáculo taurino de la temporada, se puso de manifiesto esta afirmación con toda claridad. Dos novilleros muy diferentes, con visiones totalmente opuestas de la lidia y el toreo.
Vimos a Fernando Galindo, que quiere ir por las sendas del arte y que en el cuarto novillo de la tarde instrumentó una faena sentida, con muletazos templados, pases de pecho largos y momentos de torería, como en los ayudados que exhibió al comienzo y final del trasteo en su actuación del domingo.
Largas cambiadas
En algunos instantes nos recordó a Paco Camino, y tal vez por ello su faena adoleciera de esa falta de hondura que el toreo lineal del camero suele presentar.
Pero lo que Fernando Galindo hizo en este novillo es una muestra de sus posibilidades, sin olvidar nunca, como parece que olvidaron algunos en las localidades de las alturas, que estamos ante un novillero en el principio de su carrera y no ante un matador con quince años desde que tomara la alternativa.
Vimos, por otro lado, a Fermín Vioque, que ha puesto empeño en hacer alardes de impasibilidad y valor. Hasta cuatro largas cambiadas de rodillas -la primera, a porta gayola- colocó al sexto de la tarde, contra toda sensatez y razón. Estos atropellos de lo racional le valieron un serio revolcón que no menguó sus arrestos.
No cabe duda de que quiere quedarse quieto y de que las dificultades no le asustan, pero la concepción de su toreo está sustentada en pilares de diferente estructura.
La votación del público
Sus faenas resultan rígidas, desacopladas y atropelladas. Este toreo desaliñado produce cierta sensación de peligro en el público, que intuye que sin mandar y templar la embestida puede venir el revolcón.
Esta impresión se traduce en una fuerte comunicación con el tendido y el torero recibe ovaciones y alientos de los espectadores.
Vioque impresionó al público con mucha garra, y es de suponer que llegara a la masa con más fuerza que Galindo. La empresa ha tenido la idea de contratar para el domingo 21 al espada que haya tenido mejor actuación en la novillada que comentamos, a juicio del público expresado en votación al final del festejo taurino del pasado domingo.
El resultado de esta consulta electoral nos puede dar interesantes sugerencias sobre los gustos del público taurino respecto a estas dos formas tan diferentes de interpretar el toreo que vimos en Las Ventas.
Junto a Galindo y Vioque actuó Carlos Avila. Quedó totalmente apagado por las actuaciones de sus compañeros y no hizo tampoco mucho por tratar de lucir.
No consiguió hacerse con el segundo novillo y no supo vencer las dificultades del quinto, que se le coló dos veces y terminó por cogerle de forma aparatosa.
Babelia
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