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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Contestación al hijo de Sender

Señor don Ramón Sender Barayón. San Francisco (California). Su llamada en EL PAIS del domingo 13 de diciembre de 1981 ha sido leída por cientos de zamoranos lectores de ese gran diario. Algunos de éstos serán parientes de usted y otros víctimas o verdugos de lo sucedido en Zamora durante los primeros meses de nuestra guerra incivil.Conocí a su madre como señorita catequista en la parroquia de San Juan, de esta ciudad, siendo párroco de la misma don Ulpiano y coadjutor don Bernardino, y puedo asegurarle que su imagen para el ciudadano de aquí durante el período republicano era la deuna mujer de clase media encasillada con la denominación en "la derecha de toda la vida". Su presencia los domingos en la plaza mayor de Zamora, rodeada de niños en edad de primera comunión próxima, presentaba toda una estampa festiva rutinaria que no olvidaremos jamás los sexagenarios de ahora. Nunca he podido comprender cómo una persona de las notorias características de su madre pudo contraer matrimonio con el entonces revolucionario aragonés autor de la novela Imán.

Su gran pecado para ser ejecutada no pudo ser otro que el haberse unido en matrimonio con Ramón J. Sender; imperdonable circunstancia que la llevó a la muerte, al igual que a otras conocidas víctimas zamoranas de signo derechista con yerno republicano padre de comunista, hermano de socialista, amigo de ugetista o simple espectador ocasional de la zambullida al Duero por el pueblo del busto de nuestro paisano toresano, el gran inquisidor y domini co fray Diego de Deza.

Parte de la derecha local y pro vincial de esta sufrida zona pensó que su cielo lo tendría mucho más cerca de su mano inundando de sangre inocente nuestros campos y muros del cementerio; su respetable madre, para desgracia de los naturales de aquí, no fue una minoritaria excepcion.

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Cuando usted dice en su legítima llamada Ia muerte de Franco me facilita ahora preguntar a los lectores información acerca de la muerte de mi madre y también queremos saber acerca de la vida de nuestro padre", ignora que la cuestión no es tan simple como supone. Tenga presente que el natural miedo a las posibles represalias por parte de los protagonistas o herederos de aquella santa cruzada aún perdura entre nosotros, y lo más probable de su requisitoria pública es que tanto el señorito de Umbral como el firmante de esta carta tengan que pensar más de dos veces en el caso Vinader antes de profundizar en hallazgos históricos de incalculables y desastrosas consecuencias. Este horno, como otros muchos que yo me sé y que cautelosa y prudentemente me callo, "no están para bollos" de esa naturaleza. Cuando su padre, el ilustre escritor Ramón José Sender, prefiere el tupido velo del silencio, demuestra una vez más su portentoso talento, y lo mejor que usted debiera hacer en estos momentos sería acatar tal deseo, dejándolo transcurrir por el apasionante y lento trayecto histórico, quien en última instancia resolverá con el tiempo la compleja, com

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plicada y comprometida maraña de una época que por reciente no resulta aconsejable clarificar. Querido amigo: "Zamora no se ganó en una hora". /

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