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España y Marruecos

( ... ) No es corriente que una entrevista entre dos jefes de Estado -dos monarcas, en este caso- esté tan rodeada por el misterio como la celebrada entre Juan Carlos I y Hassan II. Visita relámpago del soberano marroquí a Palma de Mallorca, con carácter privado, según se recalcó en comunicados oficiales. Cordialidad en recepción y saludos varios, conversaciones impenetrables y cenas de cortesía. Por cierto, Hassan se indispuso a última hora y no pudo acudir a la cena que le ofrecía el Rey de España.Sin embargo, y a pesar de la sorpresa inicial, que pilló a contrapié al Ministerio español de Exteriores, y del hermetismo mantenido a continuación, hay asuntos en las agendas de cada uno de los países representados por las dos cabezas coronadas como para explicar la urgencia de un intercambio de puntos de vista.

Fundamentalmente, la posición de Estados Unidos de la era Reagan en la estrategia que abarca a los países del Mediterráneo, y muy particularmente al norte de Africa, con una Argelia nada propicia a la amistad con la gran potencia norteamericana y una Libia enfrentada decididamente a la política del Pentágono, incidentes aéreos incluidos. España anda en estos últimos meses en el ten con ten de la renovación de pactos bilaterales, suspendidos por la que parece inminente adhesión a la OTAN. Estados Unidos no quiere en absoluto perder terreno en el área del Magreb, pues ya tiene bastante con el descalabro iraní. De hecho, el propio Reagan ha anunciado un reforzamiento de la ayuda militar a Marruecos y, seguramente, la operatividad de bases semiabandonadas en aquel territorio. El contencioso latente sobre Ceuta y Melilla, la rivalidad acrecentada entre Argelia y Marruecos por el Sahara, el antisovietismo de Has san, en contraste con sus patentes simpatías hacia Estados Unidos... Son todos asuntos candentes que, de forma incomprensible, no se han planteado entre España y su antigua colonia, con relaciones debilitadas pero "destinadas a entenderse" aun a pesar suyo -como gusta de decir Hassan-. Aun a pesar de aquella Marcha verde que se utilizó tan hábilmente en la agonía del franquismo.

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