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LA LIDIA / FESTIVAL DEL ARTE EN CIEMPOZUELOS

'Er pinsé'

Habían ido a Ciempozuelos a torear, claro, pero estos diestros del arte ya salen toreros en la impedimenta, por gusto y por si luego el toro no se deja. Lo primero es lo primero; es decir, que empiezan por vestirse como un pinsé. Curro no era un pinsé, sino er pinsé, con aquella chaquetilla corinto aterciopelada, pantalón negro señío, la raya hecha a tiralíneas. Y Paula también era erpinsé, pulcramente cortado y planchado el traje, cinta ancha azulada en el sombrero y una faja de tornasolada seda a rayas, que de dónde la sacaría. Quizá de París, de la misma tienda donde Lola Flores le compró al Pescaílla el pijama zarmón para la noche de autos.Manolillo Vázquez era otra cosa; bien puesto, sí, pero sin fantasías, recio campero desde el boto al sombrero, o al revés, y con su leve cojera castiza, que es como el acento de su torería. No era er pinsé, pero toda su figura, cimbreante en el paseíllo y en la lidia, tenía esa singular pincelada de gracia torera que le señala allá donde vaya, porque así llegó a esto y así se irá... cuando quiera irse.

Plaza de Ciempozuelos

28 defebrero. Festival benéfico. Novillos de Bernardino Piriz, terciaditos, cómodos, flojos, manejables. Manolo Vázquez: pinchazo y estocada (ovación y salida). Cuatro pinchazos y tres descabellos (silencio). Curro Romero: estocada caída (ovación). Media atravesada (dos orejas y rabo). Rafael de Paula: bajonazo (aplausos). Bajonazo, del que sale perseguido (dos orejas).

Hemos dicho lidia. Bueno, mejor digamos que no tanto, pues en el ruedo no había nada que lidiar. Corretearon unos novillitos festivaleros con poca fuerza, para lucimiento de los artistas, los cuales hicieron lo que en tales circunstancias se podía hacer. Por ejemplo, Manolo Vázquez, la verónica sobria, alguna de pies juntos y el ensayo de la chicuelina; Curro, la verónica sensual, purita escultura, recogido el capotillo, esquematizado el dibujo del lance, y media de leve aleteo y largo murmullo; Paula...

Verónicas paulistas

Paula cuajó la verónica de las grandes solemnidades, la pata l'ante, embebida en el percal la fierecilla, que seguía, encelada, el círculo mágico, que desde su propio eje le marcaba el señor de la faja. No todas las verónicas de Paula eran así de paulistas, que algunas resultaron vanas, por no decir fétidas, pero si muchas, y sobre todo las que instrumentó de recibo en el último novillo. Este pinsé de cinta ancha en el sombrero también consiguió con la muleta momentos bellos, particularmente cuando se centraba en los redondos de largo y curvo trazo, pero con más frecuencia se complicaba la existencia al equivocar los terrenos, con lo cual perdía el sitio, los papeles y el dominio de la res. Paula dice que no, pero nosotros seguimos creyendo que, obsesionado con la estética, olvida la técnica, y sus faenas transcurren -como las del domingo- entre acusadísimos altibajos, que van desde el muletazo soñado a la espantá de pesadilla.

Para estos menesteres tiene más cabeza Curro, pues sabe el terreno que pisa, manda, obliga. A veces demasiado obliga este otro pinsé, porque no se justifica que a toritos tan sumisos como los que le correspondieron, sobre todo el quinto, les meta el pico, casi les ciegue el ojo contrario, según hizo en ciertos muletazos con la derecha. Excesivas precauciones y ventajas las que se toma el señor Curro. Pero a veces son -eran el domingo- defectillos de poca monta, al lado de la envergadura de una faena, la de ese quinto toro (el otro apenas tenía recorrido), que fue verdadera golosina, estética sin aditamentos barrocos, suave en las caricias del temple, auténtica cuando instrurrientaba el natural de recorrido lento y largo, honda en los pases de pecho y alegre en los adornos.

En línea de toreo no tan inspirado, aunque sí clásico, Manolo Vázquez cuajó varias series de redondos con sabor y empaque en su primer novillo, y al cuarto, que se quedaba. en el centro de la suerte (más por agotamiento que por mala intención) lo trasteó con eficacia. Bien, tampoco se le iba a pedir más en un festival, entre otras razones porque eso habíamos ido a ver: arte, detalles, pinceladas.

La ministra de Cultura, Soledad Becerril, también estaba allí, en una barrera, y acabado el festejo se fue a un bar a tomarse un copetín, acompañada de numerosa comitiva, que encabezaban Rafael Alberti, el alcalde comunista de Ciempozuelos, Joaquín Tejeiro. Paula le brindó un toro a la ministra, y el publico estuvo muy pendiente de ella. Decían: "Hoy no va de babero, sino más sencillita". En efecto, iba de falda y jersey rojo, medias rosa, sombrerito deportivo. Pero para sombrero, el de Paula, con su cinta ancha. Yo que Soledad Becerril, cuando el brindis, le pego el cambiazo.

Triunfo de Pedro Castillo

Pedro Castillo triunfó en la novillada de inauguración de temporada celebrada el pasado domingo en Marbella. Se lidiaron reses de Torrestrella, con poca fuerza. Juan Mora, vuelta en sus dos novillos; en el segundo escuchó un aviso. Pedro Castillo, oreja y dos orejas y rabo. Manuel Rivero, Riverito, ovacionado en su lote.

Esplugas.

Despedida del toreo del rejoneador catalán Vicente Pibernat. Novillos de La Güadenilla. Pibernat, oreja y vuelta al ruedo. Manolo Martín aplausos y dos orejas. Marcos Valverde, oreja y dos orejas.

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