El tribunal acepta como argumento para la defensa la lectura de la hoja de servicios de Milans del Bosch
Sin la presencia del representante de Diario 16, cuya credencial fue retirada por el presidente del tribuna¡ el martes, se inició, pasadas las diez de la mañana de ayer, en el Servicio Geográfico del Ejército, la quinta jornada de la vista pública contra los 33 procesados por el intento de golpe de estado del 23 de febrero. Durante la sesión de la mañana se concluyó la lectura de las hojas del sumario pedida por el fiscal y, tras una breve interrupción, el interés de la vista se centró en la intervención del abogado de Milans, Salvador Escandell, quien pidió al relator, como elemento en que argumentar su defensa, la lectura de la hoja de servicios del teniente general. Las declaraciones del ex vicepresidente del Gobierno Gutiérrez Mellado y del jefe del estado mayor de la capitanía general de Valencia, cuya lectura también pidió el defensor de Milans, ocuparon gran parte del resto de la sesión de la mañana.
En su primera declaración efectuada en la comisaría de Centro, de Madrid, el 26 de febrero de 1981, Juan García Carrés, indicó que la amistad que mantenía con Tejero desde hace años se había incrementado en la fase de organización de su campaña tendente a lograr el reconocimiento del carácter militar de la Guardia Civil. Negó que conociera, con antelación, el plan de ocupación del Congreso, del que, insistió, se enteró por la radio y televisión.Indicó también que, en la noche del 23 de febrero, Tejero le llamó desde el Congreso para interesarse por su familia, por lo que él habló con su mujer, que estaba en su domicilio, y, tras comprobar que aquélla estaba bien, le telefoneó al número que le había dado, que correspondía a la cámara baja, para comunicárselo. Negó el procesado, sin embargo, que hubiera animado en algún momento a Tejero para que resistiera en el Congreso, que hubiera proporcionado información sobre los regimientos Villaviciosa y Pavía, y que hubiera dicho que iba a solidarizarse con el teniente coronel. Descartó también su participación en la redacción de un comunicado, que iba a ser facilitado por Tejero desde el Congreso y después reproducido en El Alcázar.
Reconoció Carrés en su segunda declaración que el periodista Juan Plá le habló en la noche del 23 de febrero de ir al Congreso con un hijo de Tejero, para tratar de convencerle de que depusiera su actitud, pero que él le dijo que fuera allí si lo deseaba, pero que no se escudara para su gestión en un niño. Dijo, sobre esta conversación, que Plá le había asegurado que la idea era del director de la Seguridad del Estado, Francisco Laína.
El relator, a petición del fiscal togado, dió lectura a continuación a la declaración del gobernador civil de Madrid, Mariano Nicolás (folio 180 del sumario) quien afirma que, una vez que tuvo noticia del asalto al Congreso, pidió calma a los partidos políticos y centrales sindicales que le telefonearon y mantuvo contacto con el capitán general de Madrid, Quintana Lacaci, en quien, señala, observó una actitud serena y positiva. Indicó que, en la tarde del 23-F, había ordenado a la Policía Nacional que disolviera a los grupos antagónicos que empezaban a congregarse en la Plaza de Neptuno, junto al Congreso.
Recordó en su testimonio Mariano de Nicolás que se había encontrado esa noche, en las inmediaciones del Palacio de las Cortes, con un militar hermano de Tejero, quien le pidió permiso para entrar en el mismo y disuadirle. Volvió éste y le dijo que era inútil y que su hermano no deponía su actitud. Declaró ante el juez el gobernador civil de Madrid que cuando Armada salió del Congreso le dijo: "He fracasado, Tejero está loco". Señala luego que acompañó al general procesado al despacho de Laína, quien en tono mesurado pero enérgico, reconvino a Armada por su protagonismo en los acontecimientos y por sus afirmaciones, en unas de las cuales calificaba de "error" la intervención del Rey en televisión.
En la breve declaración efectuada por el cabo primero Rafael Monje Segura que se leyó a continuación, este afirmó que conocía al capitán Gómez Iglesias, pero que no le vió en el Congreso. Añadió también que éste último no prestó su coche a la fuerza que mandaba el capitán Muñecas para ir al Congreso.
El almuerzo de Lérida
El contenido del controvertido almuerzo celebrado el 22 de octubre de 1980 en Lérida, al que asistieron el entonces gobernador militar de esta provincia, general Armada, el diputado socialista Enrique Múgica, el dirigente del PSC Joan Reventós y el alcalde leridano, Antonio Ciurana, quedó relatado en las declaraciones de los dos últimos, que leyó el relator. Reventós dijo que en la comida, que se celebró por iniciativa de Armada, no se habló de la salida a la crisis política española ni se dejó entrever la necesidad de que se constituyera un gobierno de coalición.
Conversación sobre temas políticos generales
Reventós reveló que en la comida de Lérida se habló de la política general del país, de la posible compra de un aeródromo por el ministerio de Defensa, de la Unión Militar Democrática, de los últimos atentados terroristas y de aspectos concretos de la política regional de Lérida. En ningún momento, precisó Reventós en su declaración, se habló del próximo nombramiento de Armada como segundo jefe del Estado Mayor del Ejército, ni de que existiera un enlace entre el PSOE y las Fuerzas Armadas. "Allí no se propusieron fórmulas para solucionar riada".
Ratificó el testimonio de Joan Reventós el alcalde de Lérida, Antonio Ciurana Zaragoza, quien, en su declaración ante el juez, aseguró que en la comida, que se celebro en su casa, no fue tratado el tema de un posible gobierno de coalición con un militar de presidente, y que nadie propuso la idea de que el general Armada fuera la persona más idónea para ocupar ese cargo. Precisó que el día del almuerzo, no se realizaron llamadas telefónicas desde su domicilio. Como novedad a lo declarado por Reventós, indicó que, en el almuerzo, Armada comentó que entre los militares había caído muy mal la posibilidad de que los miembros de la UMD pudieran volver al servicio activo.
Los abogados interrumpen
En la parte final de la declaración del alcalde de Lérida, figuraba como anotación que los abogados defensores se retiraron de la declaración cuando el instructor apercibió al letrado Santiago Segura para que fuera comedido en sus afirmaciones. Dicho abogado, defensor del teniente Carrión y del capitán Muñecas, tras la lectura del testimonio de Antonio Ciurana, solicitó que fueran comprobados los nombres de los letrados que asistieron a la declaración de este último, dado que tenía conocimiento de que el letrado Muñoz Perea no firmó el acta por haber abandonado el acto de declaración antes de que concluyera. El relator le contestó que no conocía la firma autógrafa de dicho letrado, por lo que no podía comprobar si estaba presente en el acto de declaración. Dicho letrado tomó entonces la palabra para decir que no había firmado la declaración.
Los abogados Segura y Muñoz Perea expresaron al tribunal su protesta formal, por si hubiera lugar a un recurso por quebrantamiento de forma ante el Tribunal Supremo. Su intervención provocó los comentarios de los representantes de los partidos políticos, que son abogados, y de los letrados militares.
Con posterioridad el relator inició la lectura de la declaración del teniente de la Guardia Civil José Pindado, quien recuerda que el 23 de febrero no notó actitud nerviosa en el capitán Gómez Iglesias, al que encontró, vestido de paisano, en la Academia de Tráfico de la Guardia Civil. Este le dijo que iba a ponerse el uniforme porque tenía que ir a clase. También se leyeron las declaraciones del capitán de la Guardia Civil José Ramón Tostón de la Calle, en las que éste afirma que el 20 de febrero, como cada viernes, se reunió con el comandante Cortina, pero que únicamente hablaron de los cursos de formación del CESID (Centro Superior de Información de la Defensa). Reconoció también que el capitán Rubio estaba a sus órdenes.
En su declaración, Tostón ¡de la Calle, afirmó que, en cumplimiento de una orden recibida el mismo día 23 de febrero, había facilitado al comandante Cortina tres radioteléfonos portátiles y tres vehículos con radioteléfono. Indicó que dicho material no fue utilizado por miembros de su unidad y que los radioteléfonos fueron devueltos una semana después, tras haber sido utilizados en diversos servicios. Aseguró que en la noche del 23 de febrero, miembros del CESID habían entrado en el Congreso pero que no podía dar sus nombres por no estar autorizado para ello. Aseguró, sin embargo, que conocía a Camacho Escobar, que pudo ser uno de los que entró en la Cámara.
Denegado un aplazamiento
La lectura de declaraciones solicitada por el fiscal togado concluiría con la perteneciente al guardia civil José Alvarez Sola, que pertenece al servicio del organismo que mandaba el comandante Cortina, a quien acompañó el 23 de febrero. A este respecto indicó que ese día Cortina mantuvo contactos, en una sesión de la Unidad Escuela, con los jefes del centro y luego se reunió con los jefes del CESID. Confirmó que a la una de la madrugada del día 24 de febrero, Cortina se trasladó al domicilio de Agustín Rodríguez Sahagún, entonces ministro de Defensa, con quien departió durante quince minutos, para regresar luego al CESID, desde donde no se trasladó a ningún sitio.
Al término de este trámite, el fiscal anunció que renunciaba. a la lectura de otros folios de la causa, con el fin de abreviar las sesiones de la vista, pero advirtió también que solicitaría nuevamente se leyeran folios del sumario, sino comparecían los testigos que considere necesarios.
En ese momento, el letrado Adolfo de Miguel, defensor de los procesados García Carrés y Pardo Zancada, solicitó del tribunal la suspensión de la vista hasta el próximo lunes, en base a la sorpresa que para la defensa había supuesto la decisión del fiscal y a la necesidad de un periodo de reflexión. El presidente del tribunal le replicó que dicha reflexión podía hacerse en treinta minutos y que, además, hoy, jueves, no habría sesión en todo el día. Aceptada la propuesta del presidente del tribunal por la defensa, aquel suspendió la vista por media hora.
Testimonio de Gutiérrez, Mellado
Reanudada la sesión a las doce del mediodía, una vez constituído el tribunal, los procesados tardaron
El tribunal acepta como argumento para la defensa la lectura de la hoja de servicios de Milans del Bosch
en comparecer en la sala cinco minutos, durante los cuales la mayor parte de sus familiares y miembros de las comisiones militares permanecieron en pie. Iniciada la vista, el defensor de Milans del Bosch, Salvador Escandell, solicitó que se diera lectura a la declaración efectuada por el teniente general Gutiérrez Mellado, el 5 de mayo de 1981. El entonces vicepresidente del Gobierno relató que alas 18.20 horas de la tarde del día 23 de febrero se encontraba en su escaño del banco azul, cuando oyó unos disparos en el pasillo y vió cómo Tejero se situaba junto a Landelino Lavilla. Abandonó su sillón y se dirigió hacia donde estaba Tejero, con intención de reducirle, pero fue interceptado por guardias civiles, sufriendo leves rasguños en la barbilla.Gutiérrez Mellado añadió que se negó a obedecer la orden de tumbarse en el suelo y entonces Tejero trató, sin éxito, de derribarle. "El no tirarme al suelo significó", según declaró el teniente general, "que el Ejército español, leal a las leyes, no cayera por el suelo". Tras destacar la actitud adoptada por Adolfo Suárez, reveló Gutiérrez Mellado que oyó decir a Tejero, mientras se producían los disparos: "Basta, no vayamos a darles a los nuestros".
En su declaración, Gutiérrez Mellado considera que las frases "manitas fuera" y "esto se mueve" tenían una trágica ironía y el espíritu del peor revanchismo. Recuerda, luego, el ex vicepresidente del Gobierno que cuando fue sacado del hemiciclo en compañía de Adolfo Suárez, Santiago Carrillo, Felipe González y Alfonso Guerra, varios guardias civiles le saludaron al pasar. Dos guardias civiles jóvenes trataron de entablar conversación con él, cuando se encontraba recluido en una sala, y él les dijo que acciones como la de la ocupación del Congreso nunca se sabe cómo pueden acabar. Uno de los guardias civiles, relata Gutiérrez Mellado, le replicó que desconocía cómo había empezado.
El entonces vicepresidente del Gobierno declaró asimismo que un guardia civil, con visibles muestras de nerviosismo, acariciaba la metralleta, mirando a Santiago Carrillo, hecho del que también se dió cuenta Rodríguez Sahagún, quien, cuando pudo salir de la habitación avisó a uno de los mandos de que los guardias civiles se encontraban muy cansados, por lo que fueron relevados y se evitó un incidente que pudo ser grave.
El teniente general Gutiérrez Mellado destacó también la actitud de un individuo que vestía de paisano y que portaba una metralleta, al que consideró un factotum de Tejero. Añadió que daba la impresión de que quienes se encontraban en el Congreso no eran guardias civiles, por el mal estado de policía (vestimenta y adecuación) y la actitud que mostraban.
Lectura de la hoja de servicios de Milans del Bosch
Señaló también el ex vicepresidente que el teniente general Milans desconoce la más elemental ética militar porque, teniendo en cuenta que el teniente coronel Tejero estaba bajo sus órdenes, tenía que haber ordenado que a él le llevaran a un lugar aparte, de acuerdo con su rango militar. Señaló también que desconocía el papel del general Armada en los hechos.
El abogado Salvador Escandell solicitó luego que se leyera la hoja de servicios de su defendido, teniente general Milans del Bosch, que es una referencia minuciosa, día a día, de la actividad del procesado durante la guerra civil, de 1936 a 1939. El presidente del tribunal solicitó que se abreviase el trámite porque, en su opinión, era sobradamente conocida la personalidad militar de aquél. Ante la insistencia del defensor, se procedió a la lectura de la hoja de servicios de Milans.
Como él relator leyera de forma bastante rápida los datos del historial de Milans, el abogado Escandell le advirtió que utilizara la misma calma y sosiego que utilizó en la lectura de otros apartados de la vista. El relator replicó, a través de la presidencia, que la calma y el sosiego de su lectura, teniendo en cuenta que llevaba muchas horas leyendo, dependía de su estado concreto en cada momento.
Posteriormente se dió lectura a la hoja de méritos de Milans, que por su minuciosidad, no pudo ser recogida textualmente por los informadores. A petición también del abogado de Milans, el relator leyó luego la relación de cursos realizados por el teniente general, los diplomas obtenidos y las felicitaciones recibidas en tiempo de paz. Salvador Escandell renunció a que se leyeran más datos del historial de su defendido, pero, advirtió, que en el momento en que considere oportuno recordar algún detalle de su hoja de servicios, hará uso de su derecho a que se vuelva a la lectura de aspectos de la misma.
El propio Salvador Escandell solicitó luego se diera lectura también a la hoja de servicios del coronel Diego Ibáñez Inglés. En la misma se recoge que se le concedió en 1958 la Cruz del Mérito Militar de segunda clase; en 1968, la Cruz de San Hermenegildo; en 1974, una mención honorífica sencilla en tiempo de paz; en 1978, la placa de San Hermenegildo. Se leyó también la relación de diplomas y cursos seguidos, así como las felicitaciones en tiempo de paz.
A petición del mismo letrado, se leyó luego el documento del CESID sobre el sindicato de Comisiones Obreras, en el que se indica que Ignacio Gallego, dirigente de esta central, visitó Valencia y en el transcurso de su estancia en esta ciudad dijo que, en caso de golpe de estado, se debían ocupar, con las armas a su alcance, los cuarteles.
León Pizarro
Se leyó a continuación la declaración del general José León Pizarro, jefe de la División Maestrazgo (Valencia) en aquellas fechas. Señaló éste que, para el 23 de febrero, estaba preparado un ejercicio táctico, en el que iban a intervenir tropas a su mando, y que recibió de manos del capitán Cervera un sobre lacrado con la orden de abrirlo cuando se nombrara la palabra clave Miguelete. Dijo también que, a las seis y media de la tarde, fue informado por su jefe de estado mayor de lo que había ocurrido en el Congreso y, media hora más tarde, del bando dictado por Milans del Bosch. Posteriormente, escuchó por una radio militar la palabra Miguelete y se dió la orden de que no se permitiera el acceso de civiles a los cuarteles.
El general León Pizarro cuenta igualmente cómo salió del cuartel general hacia las once y media de la noche y que a las 0,40 del día 24 se dirigió a capitanía, donde permaneció hasta las dos de la madrugada. Allí escuchó una conversación entre Milans del Bosch y el Rey y entendió cómo éste le decía al capitán general "un fuerte abrazo, Jaime", a lo que Milans respondió "un abrazo, señor". Añadió que el teniente general dió la orden de retirada de las tropas y que, a las tres de la madrugada, no quedaba ninguna unidad en la calle.
Relata también el general León Pizarro la llegada del general Caruana, entonces gobernador militar de Valencia, al despacho de Milans, donde comunicó a éste la orden recibida de arrestarle, a lo que el capitán general contestó "empieza", al tiempo que miraba a una pistola depositada encima de la mesa.
En la División Maestrazgo
El general José Lázaro, cuya declaración fue leída posteriormente, asegura que recibió orden de realizar ejercicios tácticos y que el jefe del estado mayor de la división le preguntó si tenía conocimiento de lo ocurrido en el Congreso, a lo que contestó negativamente. Recibió también un sobre lacrado y la orden de abrirlo al escuchar la clave Miguelete, pero entendió que el sobre ya no tenía ningún valor, debido al curso de los acontecimientos. Posteriormente, al abrir el sobre se percató de que no se trataba de un ejercicio de instrucción, por lo que decidió obedecer las órdenes allí contenidas. Dijo el general Lázaro que, desde el momento de producirse el mensaje del Rey hasta la retirada de los grupos tácticos, no pasaron más de quince minutos.
Igualmente a petición de Rafael Escandell, defensor del teniente general Milans del Bosch, el relator leyó a continuación la declaración del general Emilio Urrutia, jefe del estado mayor de la capitanía general de la III Región Militar (Valencia). Este relata que el coronel Ibánez Inglés, segundo jefe del estado mayor de la capitanía y procesado en esta causa, le había informado días antes que se preparaba una alerta roja para el 23 de febrero con las guarniciones de Valencia y Castellón y que después se generalizaría.
A las diez de la mañana del mismo día 23, según el relato del general Urrutia, Milans convocó una reunión en su despacho en la que éste informó que, debido a la grave situación en que se encontraba España, se produciría en Madrid un hecho grave pero incruento, porque de lo contrario no habría participación en ella. Posteriormente, el coronel Ibáñez leyó el bando que se haría público por la tarde, tras lo cual Milans explicó que no se trataba de proclamar un estado de excepción, ya que estaba dentro de la Constitución, y que, aunque personalmente creía inadecuado el momento de la operación, como
Pasa a la página 14
El tribunal acepta como argumento para la defensa la lectura de la hoja de servicios de Milans del Bosch
Viene de la página 13iba a ocurrir un acontecimiento grave en Madrid, había que tomar medidas para reconducir la situación.
Por la tarde, siempre según el relato del general Urrutia, se produjo una reunión similar a la de la mañana en el despacho de Milans, y, estando allí, oyeron por la radio el asalto al Congreso. Al escuchar los disparos, Milans afirmó que eso no era lo convenido pero transmitió la palabra clave Miguelete. En ese momento llegó el general de zona de la Guardia Civil para ponerse a sus órdenes.
El relato del general Urrutia refiere a continuación que, en la misma reunión, Milans afirmó que dominaban todas las plazas de la capitanía excepto Teruel, pero que ya lo arreglaría como fuera. LLegó también el director del diario Las Provincias, que ofreció a Milans el periódico del día. siguiente, y se recibió una llamada de Tejero en la que éste informaba que había llegado Armada al Congreso y le proponía su propia solución. Milans le respondió que obedeciera, pero el teniente coronel le contestó que sólo aceptaba una junta militar y no un gobierno presidido por un militar.
Relata también el general Urrutia el incidente entre el capitán general y el general. Caruana: cuando éste anunció al primero que debía detenerle, Milans respondió "a ver si te atreves" y miró su pistola. Finalmente, el Rey, llamó al teniente general procesado, le ordenó que retirara la fuerza, y Milans cumplió la orden inmediatamente.
A las dos de la tarde, el presidente del tribunal levantó la sesión de la mañana.
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