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El Festival de BerIín termina hoy en medio de una sensación de aburrimiento

Escándalo y decepción ante la película, 'Concilio de amor', de Schroeter

Presentada fuera de concurso, la película del realizador alemán Werner Schroeter, Concilio de amor, levantó una escandalizada polémica entre algunos asistentes al Festival de Cine de Berlín. Schroeter, ganador hace dos años del Oso de Oro por su película Palermo, es un director osado, que plantea en cada una de sus películas una visión corrosiva del mundo del sexo que no respeta los cánones habituales del llamado buen gusto. Cine experimental, de factura similar al del teatro, ha ido ganando puntos a lo largo de su amplia filmografía hasta lograr la sesión extraordinaria que este año le concedió el festival, un certamen que termina hoy en medio de una gran sensación de aburrimiento.La primera media hora de proyección de la nueva película de Schroeter provocó una cierta incomodidad en gran parte de la sala, horrorizada ante la imagen que de Dios, Cristo y la Virgen ofrecía el realizador. Un Dios cansado, viejo e impotente, una Virgen fascinada por el diablo, un Jesucristo débil, bobamente admirado de todo cuanto ve, dolorido aún por las heridas sufridas en la Tierra, se reúnen en el cielo (un cielo sucio y decadente) para tratar de solucionar el delirio sexual que se vive en Nápoles. Sólo con la intervención del diablo, que propone la creación de enfermedades venéreas a través de una mujer fascinante que él mismo debe engendrar, el caso comienza a resolverse.

El problema de la película de Schroeter es que tras esa sorprendente primera media hora, cae en la tentación de ofrecer una tesis sobre la dificultad del diablo para salvar a la Tierra. Sólo él es capaz de entablar un diálogo pacificador, en él se encuentra la libertad. Y a Schroeter no se le ocurre más que adornarle de aburridos monólogos que hicieron decaer la atención del público y superar su posibilidad de escándalo.

De cualquier manera, los servicios telefónicos y de télex trabajaron intensamente tras la proyección.

Las noticias referentes a la decepción provocada por la última película del norteamericano Sydney Pollack, Ausencia de malicia, fue también general. Ni la interpretación de Paul Newman y Sally Field consiguieron superar el tono discreto de la narración de Pollack, que no llega, a pesar de sus pretensiones, a desvelar la corrupción del mundo de la Prensa ni la precipitación con que la policía de su país encuentra a veces los supuestos culpables de un delito.

Ni la presencia de James Stewart, envejecido y antipático, ha levantado los ánimos. Sólo a última hora la sorpresa de la película holandesa La chica de los cabellos rojos ha hecho variar las expectativas sobre el palmarés que hoy debe conceder el jurado presidido por Joan Fontaine. La película, dirigida por Ben Verbong, narra la vida de una joven resistente que no duda en continuar la lucha contra los ocupantes alemanes una vez que se ha llegado a un tácito armisticio, meses antes de concluir la segunda guerra mundial. La evolución entre su timidez primera y su ardor posterior está matizada por la joven actriz Renee Soutendijk, a la que no sorprendería ver premiada junto a las películas de Fassbinder, Granier-Deferre y Alberto Sordi. Hay quienes también incluyen en el palmarés la película polaca Escalofrío por considerar que su denuncia del estalinismo tiene buena Prensa.

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