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Escándalo político en Bruselas por un traspiés de Martens

Soledad Gallego-Díaz

Una frase típica del vocabulario diplomático, "suscribo plenamente todo lo que acaba de decir el presidente Reagan", le puede causar graves problemas al primer ministro belga, el democristiano Wilfried Martens. Entre lo que acababa de decir el presidente norteamericano había una clara alusión al apoyo de Europa a la política que sigue Washington en El Salvador.La frase de Martens -que se encuentra en visita oficial en Washington, en representación de la Comunidad Económica Europea (CEE)- ha provocado en Bruselas una auténtica polvareda. Numerosos diputados de su propio partido han pedido aclaraciones al Gabinete, que se ha comprometido a enviar a todos los parlamentarios el texto exacto pronunciado por Martens. Los socialistas, en la oposición, han reaccionado con dureza y han pedido que el primer ministro comparezca inmediatamente después de su regreso ante la Comisión de Asuntos Exteriores.

"Ha sido una trampa de Reagan, comentan algunos, "Martens no esperaba una frase semejante y no ha sabido cambiar a tiempo su discurso". "Es una imprudencia", afirman otros. El primer ministro belga representaba a los diez y sabe perfectamente que en el seno de la CEE existen posturas muy contrarias a las que mantiene Washington. Las palabras de Ronald Reagan no dejaban ciertamente mucho margen a una mala interpretación: "Existe un amplio acuerdo (great agreement) sobre la política norteamericana en relacion con El Salvador".

Fuentes próximas al político belga intentan justificar la metedura de pata: "En la entrevista que habían mantenido ambos políticos sólo se había hablado de la necesidad de defender los derechos humanos en dicha república centroamericana. ¿Cómo no iba a estar de acuerdo el primer ministro?"

La misma inquietud se apreciaba en medios próximos a la CEE, aunque se intentaba quitar importancia a lo ocurrido. Precisamente el incidente llega en un momento en el que se sabe ya con seguridad que la República Federal de Alemania (RFA), los Países Bajos, Francia y Dinamarca se han negado a enviar observadores a El Salvador, a fin de no legalizar con su presencia el escrutinio del próximo día 28 de marzo. El presidente del Gobierno italiano es también hostil a esa iniciativa.

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