El régimen de El Cairo busca un mayor equilibrio entre Estados Unidos y la Unión Soviética
Los acuerdos de Camp David han sido calificados por el nuevo jefe de Estado egipcio como el mecanismo más válido del que disponen El Cairo y Tel Aviv para tratar de resolver sus diferencias a propósito de la autonomía palestina. Una vez restituido el Sinaí, en abril de este año, este problema condicionará el futuro de las relaciones egipcio-israelíes y servirá de piedra de toque para avanzar en la vía de la reconciliación con el resto del mundo árabe a la que aspira Hosni Mubarak. Para dar una dimensión nueva a su postura negociadora, el presidente egipcio trata de equilibrar sus relaciones con Washington y Moscú, con quien ha iniciado una etapa de deshielo, y probar, de esta forma, su política de no alineamiento.
Egipto no puede permitirse una guerra con Israel, ni siquiera una ruptura diplomática. El Ejército egipcio no está preparado técnicamente para enfrentarse al del potente vecino, y es dudoso que este vacío tecnológico pueda ser superado algún día, ya que Israel sigue muy de cerca los esfuerzos que realiza El Cairo para modernizar sus fuerzas armadas. Así se expresa el ministro egipcio de Defensa, general Abdelhalim Ghazala, quien reconoce que ha recibido el encargo de Mubarak de remozar tecnológicamente al Ejército.El material bélico de origen soviético constituye el 90% de la logística del Ejército egipcio, y Egipto va a tratar de diversificarlo adquiriendo una amplia gama de armas occidentales. Francia ha otorgado un crédito de 5.700 millones de francos (unos 96.900 millones de pesetas) para la adquisición de veinte aviones Mirage 2000. Los egipcios están interesados en adquirir un lote similar con sus propios recursos Financieros. La compra de misiles Crotale, por valor de 500 millones de dólares (50.000 millones de pesetas, aproximadamente), forma parte del paquete militar que París desea conceder a Mubarak.
Italia ha otorgado un crédito de 450 millones (le dólares (unos 45.000 millones de pesetas), destinado a la venta de lanchas de vigilancia costera y helicópteros. El Reino Unido se propone participar en la reconstrucción de la industria armamentística egipcia y negocia la fabricación conjunta de piezas de artillería de 1,05 y 1,22 metros. Estados Unidos, por su parte, ha decidido elevar a 1.300 millones de dólares (130.000 millones de pesetas) el volumen de su ayuda militar para el año próximo. Egipto debe recibir cuarenta aviones del modelo F-16, misiles y carros blindados M-60. La compra de aviones-radar AWACS interesa también a los, egipcios.
El Tercer Ejército, cuerpo de elite egipcio estacionado a todo lo largo de la orilla occidental del canal de Suez, entre esta última localidad y Port-Said, dispone de un considerable potencial de fuego, pero carece de piezas de repuesto para su material de procedencia soviética. Las rampas de SAM 3 y SAM 6 se suceden, como en un desfile, entre Suez e Ismailía. Desde la carretera que une ambas localidades puede contemplarse un abigarrado número de depósitos de material militar, de pistas de aviación rudimentarias y de regimientos de carros blindados. El general Ghazala tiene en una alta estima ese cuerpo, aunque reconoce que su efectividad actual ha quedado disminuida por la falta de piezas de repuesto.
Una vez recuperado el Sinaí, los egipcios consideran que el tímido diálogo actual con los demás países árabes dará paso a la normalización. "La Liga Arabe", afirma el ministro de Estado para las Relaciones Exteriores, Butros Ghali, "no ha dejado de radicar en El Cairo, y no somos nosotros, sino los otros países árabes, quienes deben volver a reanudar los lazos naturales".
Para Ghali, acusar a Egipto de no emplear el nombre de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en sus negociaciones con Israel es "una mala y ridícula querella". "¿Qué necesidad hay", afirma, "de mencionar a la OLP cuando todo el mundo sabe que los palestinos que residen en la banda de Gaza y en Cisjordania no se permitirán negociar con Israel sin el acuerdo de la organización que dirige Arafat?". La eventualidad de que Israel no se retire del Sinaí es totalmente descartada. "Los últimos detalles de esa retirada han quedado aclarados durante la visita efectuada a El Cairo por el ministro israelí de Defensa, Ariel Sharon, en enero", agrega Ghali.
Primera visita de Mubarak a un país árabe
Los egipcios, qué duda cabe, tienen puestas todas sus miradas en el 25 de abril, cuando, en el curso de una breve ceremonia que se celebrará en El Arish, se materialice la recuperación de todo el Sinaí. Sin embargo, Mubarak ha advertido que no va a haber cambio de Gobierno o del Parlamento tras esa fecha. "Egipto", ha afirmado en una reciente entrevista a la televisión italiana, "está preparado para reanudar relaciones con cualquier país árabe antes o después del 25 de abril". Posteriormente, el rais ha reconocido que ya se han iniciado discretos contactos con varias capitales árabes, lo que permite albergar muchas esperanzas sobre esa normalización.
Ayer, precisamente, el presidente Mubarak finalizó su primera visita a un país árabe. Se trata de Omán, uno de los tres paises miembros de la Liga Arabe que no ha roto con El Cairo tras los acuerdos de Camp David.
Será muy difícil, sin embargo, que los países árabes vuelvan a abrir sus embajadas en El Cairo, donde sigue flotando la bandera estrellada de Israel. El jefe del Estado egipcio es consciente de ello, pero en diplomacia pueden buscarse las fórmulas adecuadas. La bandera israelí nunca ha sido acogida con agrado por la población egipcia, visceralmente opuesta a la normalización con Israel, aun cuando admita que la paz era necesaria.
El rechazo hacia Israel ha sido facilitado también por el comportamiento particular del representante de Te! Aviv en la capital egipcia, Moshe Sasson, un hombre que no ha vacilado en sobornar a algunos periodistas cairotas, según el semanario Rosse el Yucef: que ha exigido la expulsión de un comentarista de la televisión egipcia por su actitud antiisraelí, y que no ha vacilado en imprecar al propio embajador danés porque un editor de Copenhague se permitió poner a la venta, en una reciente feria del libro celebrada en El Cairo, un mapa en el que figuraba la mención Palestina.
Vuelven los técnicos soviéticos
La estrategia adoptada por Mubarak incluye una significativa ruptura con la política seguida por Sadar hacia la Unión Soviética. Tras afirmar que la URSS puede jugar, eventualmente, un papel positivo en Oriente Próximo, el presidente egipcio ha solicitado el regreso, "por unas semanas", de 66 técnicos soviéticos, encargados de reparar los desperfectos de las turbinas de la planta de Asuán, construida por la URSS en la época de Nasser. El fallecido Sadat, que expulsó en septiembre del año pasado mil expertos soviéticos, tras haber devuelto otros 16.000 consejeros militares y civiles de esa nacionalidad, había solicitado a Estados Unidos hacerse cargo del mantenimiento de las instalaciones de Asuán, pero esa operación no pudo realizarse ante el recelo manifestado por los técnicos norteamericanos.
El edificio rectangular, de cuatro plantas, de la representación soviética. en El Cairo ha vuelto a animarse en los últimos días. Parte del personal diplomático, que visiblemente estaba desocupado, se ha reintegrado a sus oficinas y una larga fila de automóviles con la placa diplomática soviética estaciona frente a la entrada. El regreso del embajador sería cuestión de pocas semanas, según los comentaristas de la Prensa cairota.
Sadat había prometido una "era de gran prosperidad" tras la firma de los acuerdos de Camp David y había justificado la expulsión de los diplomáticos y técnicos soviéticos por haber tramado la sedición confesional; pero en El Cairo pocas personas coincidían con esta visión del rais, al que consideraban mal aconsejado por sus íntimos, como el ex ministro del Interior Ismail Nawaui, responsable de la detención de 2.500 personalidades políticas y extremistas musulmanes y coptos.
Mubarak emplea un tono diferente en sus raras intervenciones ante la televisión, en las que prefiere referirse a "la voluntad de corregir los errores pasados". Ismail ha sido relevado de su cargo, y, aunque no lo reconozca públicamente, sus íntimos aseguran que, a diferencia de Sadat, no cree que Estados Unidos tenga en sus manos "el 99% de las cartas de la baraja".
La autonomía palestina
Los objetivos del presiclente egipcio se definen a contraluz de sus declaraciones conciliadoras con Washington y Tel Aviv. Mubarak desea que Egipto juegue un papel de estabilizador en el área, que necesariamete debe llevarle a normalizar sus relaciones con el resto del mundo árabe. Otro de los objetivos es poner término a la ocupación de Cisjordania y Gaza, preservando la seguridad de cada uno de los campos. De ahí que Egipto rechace, como se lo había solicitado Reagan, firmar una declaración de principios sobre la autonomía palestina sin que haya sido aprobada anticipadamente por estos últimos. Todas las partes "deben tener en cuenta que SU misión, en las negociaciones, es atraer a los demás países árabes al proceso de paz, y sólo así éste podrá verse materializado". La buena fórmula podría ser un plan Fahd rectificado.
Los palestinos, contrariamente a la oposición egipcia en el exterior, representada por el Frente Nacional dirigido por el ex general Chazly, han empezado a contemplar a Mubarak con Ojos diferentes. El número dos de la OLP, Salah Khalaf (Abu-Iyad), no ha vacilado en declarar: "Apoyo a Mubarak si éste adopta una política clara en favor de la causa palestina. Cierto es que no será fácil cancelar las consecuencias de Camp David, pero no es menos cierto que los árabes necesitan a Egipto, aunque solamente si este último sigue una línea correcta".
En El Cairo, los ánimos del Gobierno parecen tranquilos. Existe el convencimiento de que hay una doble timidez que impide, por el momento, sellar la normalización. Mubarak ha sido oficialmente invitado por los dirigentes iraquíes a participar en la próxima cumbre de los no alineados, en septiembre próximo, poco después de la cumbre de la Organización para la Unidad Africana, en Trípoli, donde no es previsible que asista el rais. En Bagdad, por el contrario, el Egipto de Mubarak podría encontrar muchas manos árabes tendidas.
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