Algunas puntualizaciones sobre los posibles agentes desencadenantes del síndrome tóxico
El Instituto de la Grasa de Sevilla ha presentado ante la comisión científica de seguimiento del síndrome tóxico las conclusiones de su informe número 2, que recoge las experiencias desarrolladas entre el 15 de septiembre y el 15 de diciembre del pasado año. Una de las conclusiones nuevas respecto al primer informe (publicado por EL PAÍS el 15 de octubre) es la derivada de las Investigaciones sobre eliminación de anilidas existentes en el organismo de los afectados por el síndrome tóxico.
Ante el cúmulo de informaciones contradictorias que siguen apareciendo en la Prensa diaria sobre los posibles factores causantes del síndrome tóxico, queremos aprovechar la aparición del informe número 2 del Instituto de la Grasa de Sevilla, para puntualizar algunos extremos que consideramos interesantes.En primer lugar, y para evitar falsas interpretaciones, cosa que sucedió desgraciadamente al hacerse público el informe número 1, debemos recalcar una vez más que las muestras de aceites analizadas (58) han llegado al instituto, por muy diversos conductos, como "supuestamente tóxicas" y, por consiguiente, no tienen por qué ser todas ellas tóxicas. Así, al tratar de interpretar la composición y características encontradas para las diferentes muestras de aceites, no deben emitirse hipótesis sobre su toxicidad apoyándose en los datos aportados, como resultado de los análisis químicos, ya que desgraciadamente no disponemos de información fidedigna que permita asociar los distintos aceites a casos concretos de intoxicación humana. Solamente en siete casos sí dispone el instituto de esta información. Todos estos siete aceites tienen entre sus componentes el de colza y anilidas grasas, siendo uno de ellos, precisamente, el aceite de colza refinado en la factoría ITH de Sevilla.
Nosotros concedemos una gran importancia a esta relación, cuanto más confirmada mejor, entre muestra de aceite e intoxicación humana, ya que hasta hoy, por desgracia, no hay prueba experimental definitiva que refleje la toxicidad y los síntomas en el hombre. Por ello, este caso del aceite de colza refinado de ITH es altamente interesante para intentar explicar la etiología de la intoxicación.
Este aceite no ha sido comercializado como tal, aunque sí en mezcla con otros aceites, pero ha llegado a dos familias, por conducto particular, y ha provocado los dos casos de "enfermedad tóxica" (una mujer en cada familia; una vez más la aún no explicada mayor incidencia femenina) existentes en Sevilla. Quedan, por tanto, descartadas todas aquellas hipótesis o elucubraciones que pretenden atribuir la causa a alguno de los otros tipos de aceites: orujo, pepita de uva, girasol, soja, grasa animal o esterificada, que suelen formar parte de las mezclas comercializadas. Esto, sin olvidar que el comercio fraudulento a base de todos estos aceites existe en nuestro país hace bastantes años y la intoxicación sólo se ha presentado cuando a la lista de aceites mezclados se ha incorporado el de colza desnaturalizado con anilina, desviándolo de su destino industrial. Las causas deben, pues, buscarse en el aceite de colza, desnaturalizado y desviado fraudulentamente hacia el consumo humano.
Aceite de colza y anilidas
El Instituto de la Grasa de Sevilla no ha encontrado, hasta la fecha, en los aceites otros compuestos anómalos, en cantidades significativas, distintos a las anilidas grasas y los restos de la anilina original. No obstante, se sigue investigando en esta dirección.
Centrando ahora nuestra atención en las anilidas, únicos componentes anómalos encontrados, y candidatos más cualificados a ser los desencadenantes de la intoxicación, el instituto confirma en los estudios recogidos en su informe número 2:
1. Su presencia en los aceites supuestamente tóxicos comercializados.
2. Su formación espontánea bajo condiciones de transporte y almacenamiento en los aceites de colza crudos, desnaturalizados con anilina.
3. Una mayor formación en las primeras fases del proceso de refinación y una posterior parcial eliminación durante la última fase (desodorización) de dicho proceso.
La formación espontánea de anilidas en los aceites crudos ha podido ser la causa de toda la tragedia, si la intoxicación masiva ha tenido su origen en la ingestión de anilidas grasas. La anilina hubiera sido relativamente fácil de eliminar de los aceites crudos desnaturalizados durante el primer paso de la refinación, el desgomado, consistente en un lavado con ácido mineral. Pero, al haberse transformado en gran parte la anilina en anilida de forma espontánea, y sobre todo, con la contribución de las altas temperaturas de la primavera y del verano, permaneció en los aceites, incluso una vez desodorizados, a concentraciones realmente altas. Se requieren temperatura de 280º C y vacío de 68 mm., que no se han alcanzado en ninguna de las plantas refinadoras, para reducir considerablemente la concentración de las anilidas.
Anilidas y organismo humano
Algunos centros nacionales de investigación que han tenido acceso a piezas procedentes de las autopsias han comprobado la presencia de anilidas grasas, sin modificar, en los tejidos adiposos de los fallecidos.
La presencia de anilidas inalteradas en los tejidos grasos y el hecho, bien conocido por nuestros clínicos, de no haber presentado los pacientes síntomas de intoxicación por anilina (cianosis, metahemoglobinemia elevada) apuntan al hecho de que el organismo humano ha sido incapaz de hidrolizar completamente las anilidas grasas y se ha defendido, en la medida en que ha podido, almacenándolas en sus tejidos adiposos, al igual que hace frente a la contaminación por residuos de insecticidas clorados: retirándolos del torrente circulatorio, en parte, y almacenándolos en los tejidos grasos (celular subcutáneo y epiplon) para proteger los órganos vitales. Nosotros tenemos experiencia propia en este campo de los insecticidas, al haber estudiado la contaminación de la población andaluza, y podido comprobar que existe una correlación entre la concentración del insecticida en tejidos grasos y circulante en sangre.
Por ello, merece destacarse la importancia que puede tener la ruptura hidrolítica in vitro de las anilidas grasas, bajo condiciones fisiológicas, conseguida en el lnstituto de la Grasa y recogida en su informe número 2, por acción de la acuocobalamina (una de las formas de la vitamina B12), análoga estructuralmente a ciertos complejos de cobalto, cuya acción catalítica en la hidrólisis de amidas es bien conocida. Se abre así la posibilidad de eliminar las anilidas del organismo mediante administración de este fármaco a los pacientes. En esta dirección apunta el caso reseñado en el mismo informe número 2, en el que se encuentra una elevación de metahemoglobina en sangre, subsiguiente al suministro de acuocobalamina, y atribuible, razonablemente, a la anilina liberada. Se pone así, indirectamente, en evidencia la presencia de anilidas en sangre, ya que no cabe esperar que la acuocobalamina, por sí sola, eleve la metahemoglobinemia.
Resumiendo: los estudios realizados hasta la fecha en el Instituto de la Grasa de Sevilla muestran con bastante probabilidad:
1. Que el aceite de colza desnaturalizado con anilina y desviado hacia el consumo humano ha sido el causante de la intoxicación.
2. Que los únicos componentes anómalos (obsérvese que nos limitamos a decir anómalos, no tóxicos, ya que establecer esta calificación escapa a nuestra competencia) presentes en los aceites supuestamente tóxicos son las anilidas grasas (y por supuesto, la anilina residual), formadas espontáneamente y en los primeros pasos de la refinación, y no eliminadas totalmente durante la desodorización.
3. Que las anilidas pueden romperse en sus dos componentes: ácido graso y anilina, in vitro, bajo condiciones similares a las fisiológicas, y posiblemente in vivo, por la acción de la acuocobalamina, abriendo así una puerta a su eliminación del organismo humano.
es coordinador de los estudios sobre el síndrome tóxico en el Instituto de la Grasa de Sevilla.
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