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Ronald Reagan quiere reanudar la producción de armas químicas

El mayor presupuesto militar de toda la historia norteamericana en época de paz fue presentado oficialmente ayer ante el Congreso por el presidente Ronald Reagan, "para restaurar nuestro margen de seguridad y responder al desafío soviético". Al mismo tiempo, el presidente norteamericano notificó ayer al Congreso que tiene la intención de volver a emprender la producción de armas químicas, que había sido interrumpida hace casi 13 años.

En total, Estados Unidos dedicará a gastos militares 215.900 millones de dólares (más de veintiún billones de pesetas) para el año fiscal 1983 (en 1982 fueron 182.800 millones de dólares), que comenzará el 1 de octubre próximo.

Esta cantidad supone el 29% del total de un presupuesto de 757.600 millones de dólares, caracterizado por un incremento real del 10,5% en el capítulo militar, mientras se reducen, por otra parte, los fondos destinados a política social.

En los próximos cinco años, las proyecciones de los expertos calculan que el gasto bélico estadounidense se elevará a 1.640.000 millones de dólares.

En una breve nota informativa enviada al presidente de la Cámara, Thomas O'Neill, Reagan ha señalado que la producción de proyectiles con gas enervante "es esencial para el interés nacional" norteamericano.

"En ausencia de un acuerdo internacional verificable que prohíba la producción y el almacenamiento de armas químicas", dice Reagan en la nota, "Estados Unidos deben hacer lo posible para disuadir a los demás países de utilizarlas, impidiéndoles de tomar la ventaja" en este dominio.

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El jefe de la Casa Blanca señala de todas formas en la nota que la reanudación de la producción "dará a Estados Unidos una posición de fuerza para negociar un acuerdo que elimine auténticamente las armas químicas".

El presupuesto para 1983, vivamente criticado por el Partido Demócrata, actualmente en la oposición, tendrá un déficit de 91.500 millones de dólares, circunstancia esta que promete fuertes debates en el Congreso antes de su aprobación definitiva. También varios senadores y representantes republicanos se muestran escépticos ante el nuevo presupuesto.

Por cada dólar del gasto público, veintinueve centavos irán destinados a reforzar el potencial militar de EE UU. De los tres ejércitos, Tierra, Mar y Aire, la Marina norteamericana será la más beneficiada de este presupuesto.

En su mensaje ante el Congreso para presentar el presupuesto, el presidente Reagan reafirmó que en los próximos cinco años el potencial de la Navy pasará de los actuales 513 barcos a seiscientos. Dos nuevos portaaviones nucleares, seis nuevos submarinos atómicos de la generación Trident y nuevos navíos de guerra formarán parte del futuro arsenal.

En el sector de armamento estratégico, el presupuesto incluye fondos para la fabricación de cien aviones super-bombarderos de la nueva generación B-1B y otros cien misiles intercontinentales con cabezas múltiples nucleares del modelo MX. Continuará, al mismo tiempo, el desarrollo de tecnología avanzada Stealth, caracterizado por su capacidad de penetración en la zona enemiga, gracias a su posibilidad de ser casi invisible a los radares.

Simultáneamente a la presentación del presupuesto el Congreso recibió también el informe anual del Pentágono, que denuncia la violación por parte de la URSS de tratados internacionales, en particular en lo relativo a la prohibición para utilizar armas bacteriológicas. En su informe, Caspar Weinberger, secretario de Defensa, pide a los Gobiernos occidentales que restrinjan el comercio y la venta de tecnología a la URSS.

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