Los 'carabinieri' se enfrentan con el escandaloso absentismo laboral de los funcionarios italianos
En todos los lugares de trabajo estatales o paraestatales de Roma, desde los ministerios a los hospitales, pasando por el Ayuntamiento o el Instituto Nacional de Previsión, ocurre una cosa curiosa: de un tiempo a esta parte hay exceso de personal, la gente va a trabajar con gripe, tosiendo y hasta con dolor de cabeza. No se trata de una conversión en masa o un milagro de san Antonio de Padua. Es todo más sencillo y obedece a una investigación judicial que puso al descubierto un escandaloso absentismo laboral entre los funcionarios.
Al juez Luciano Infelisi, conocido ya por otras iniciativas espectaculares, se le ocurrió abrir una investigación sobre el absentismo en los puestos de trabajo que dependen del Estado. Y estalló el escándalo.Se descubrieron abusos tan flagrantes que les ha sido fácil a los carabinieri entrar en las oficinas y poner las esposas a decenas de personas. Desde hacía años, algunos empleados iban, firmaban y después se volvían a su verdadero trabajo: una tienda, una peluquería o las oficinas de las apuestas de caballos. Otros figuraban como enfermos desde hacía meses y hasta años, pero con extrañas enfermedades que no les obligaban a permanecer en sus casas. Al contrario, necesitaban moverse, tomar el aire y distraerse. Y lo hacían en su segundo trabajo. Por eso los magistrados han enviado cientos de citaciones judiciales a los médicos que han permitido todo esto.
La iniciativa del juez Infelisi ha revolucionado el mundo político y sindical, además de a miles de trabajadores. Algunos juristas se preguntan si todo ello es competencia de los carabinieri y si ello demuestra la bancarrota del Estado. Los sindicalistas, por su parte, se muestran prudentes y afirman que es necesario castigar los casos escandalosos de absentismo, pero que no hay que olvidar las raíces profundas de este mal: la exagerada burocracia, la monotonía del trabajo estatal, la falta de estímulo y de profesionalidad. Y creen que no deben pagar los más indefensos, sino que hay que buscar a los culpables más arriba. Y, de hecho, el magistrado Infelisi ha abierto investigaciones sobre los directores de estos puestos y comenzó por su propia casa: el Ministerio de Gracia y Justicia, ante lo cual se ha granjeado las iras de sus mismos compañeros.
Un apoyo al juez Infelisi llegó ayer desde las páginas del órgano oficial del Vaticano, L'Osservatore Romano, que ha querido intervenir en la polémica. El teólogo vaticano Gino Concetti ha dedicado nada menos que el editorial al tema. Aseguró que los católicos absemistas pecan gravemente contra su conciencia y contra la comunidad. Deberán, pues, confesarse, además de haber perdido el puesto de trabajo. Y hasta llega a decir que tienen la obligación de resarcir los perjuicios ocasionados.
De todas formas, a partir de ahora no existe eso de telefonear a un ministerio y escuchar: "Está fuera de su despacho". Hoy, todos están al pie del cañón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.