Guerra sin cuartel en Italia contra el terrorismo
El descubrimiento de la prisión donde Aldo Moro fue interrogado por las Brigadas Rojas antes de ser asesinado, la emisión de 180 órdenes de detención, el descubrimiento de otros tres pisos francos y una lluvia de confesiones por parte de los cinco brigadistas capturados en Padua en el momento de la liberación del general James Dozier son el resultado más espectacular de la lucha que el Gobierno italiano está efectuando contra el terrorismo.La noticia del hallazgo de la prisión de Moro, en vano buscada durante cuatro años, la dio solemnemente ante el Parlamento el ministro del Interior, Virgilio Rognoni, afirmando que esta revelación se debía a la confesión de uno de los carceleros de Dozier.
Las agencias de Prensa dieron enseguida la dirección de este piso: Via Laurentina, 501, en el sur de Roma. Pero la policía no ha querido confirmar esta dirección. El diario La Repubblica llegó incluso a indicar ayer otra prisión, situada en la Via Magliana.
De lo que no hay dudas es de que Antonio Savasta, principal carcelero del general Dozier, está confesando. El, que se vanagloriaba de haber asesinado a dieciséis personas y que marcaba con una muesca en la culata de su pistola cada uno de sus asesinatos, ahora es ya casi un arrepentido, junto con sus otros cuatro compañeros en el secuestro de Dozier. "Se trata", ha dicho un policía, "de pseudorrevolucionarios que tiemblan de miedo en cuanto pierden su pistola".
Estas repentinas confesiones plantean un interrogante: ¿por qué ahora las fuerzas del orden consiguen capturar a tantos terroristas, hasta ayer ocultos? Lo cierto es que esta serie de éxitos contra el terrorismo comenzó desde que en la presidencia del Gobierno está un no democristiano.
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