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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Aniversario de Virginia Woolf

Aunque comprendo que escribir artículos puede ser un ejercicio agotador, me pregunto por qué una de las víctimas de sus articulistas suele ser Virginia Woolf.Hace unos días, el señor Umbral, en su "Spleen", formó un hatillo de escritoras españolas y le pegó una etiqueta en la que decía: "Maravillosamente escandalosas" (?). Quizá porque lo sintiera ligero, lo abrió y nos coló dentro a Virginia Woolf con una alegría que yo desearía creer más producto de la urgencia que de la ignorancia. Aquel "Spleen", aunque no lo dijera, terminó con un "qué bien caminan las cojitas", dicho desde la seguridad del que cree poseer tres piernas.

Hoy, dos días antes del centenario del nacimiento de Virginia Woolf, veo publicado, en lugar preferente, un artículo sobre la escritora, firmado por Cándido Pérez Gallego, que no tiene desperdicio.

Para empezar, el apellido de soltera, Stephen, está mal escrito: sobra la s final. A continuación, el señor C. P. G. dice de la escritora: "No sabe afrontar la realidad", "no sabe vivir", "no consigue llegar al fáro", "esta existencia angustiosa no encontró un lenguaje narrativo adecuado", "no sabe argumentar su propia vida"; le adjudica sin contemplaciones "una obsesiva necesidad de librarse de Joyce y de D. H. Lawrence", y continúa: "Sus objetos se difuminan, son insustanciales, no hay originalidad narrativa en V. W.", etcétera.

Cualquier linotipista de la Editorial Lumen hubiera redactado el texto con mayor justeza, guiado tan sólo por las tapas de los libros que compone.

Hablar de Virginia Woolf no es fácil; antes hay que leerla. Una vez leída se verá cuán complicado es contar de qué va, porque ir, ir, no va a ninguna parte. La obra de Virginia Woolf es como una huella en el cristal; a cravés de sus páginas, como el ojo de la cámara de cine

Pasa a la página 10

Viene de la página 9

que además tuviera manos, nos va mostrando el rastro, con tal intensidad, que consigue que la ausencia de lo otro nos envuelva, dejándonos helados.

Virginia Woolf no solucionó su vida ni en la literatura ni en su transcurrir diario, ciertamente. ¿Se sabe de alguien que haya resuelto su existencia? ¿Es que el creador puede solucionar tamaño asunto, cual es la vicia, entre lienzos, papeles o hilos? ¿No será que su quehacer es mostrar sin más alivio, cuando lo consigue, que el de tranquilizarse por breves instantes? ¿No será que porque se mostró lo amamos y nos hace compañía?/

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