EL Gobierno español aún no ha recibido oferta oficial sobre el coste y contrapartidas del futuro avión de combate

Un portavoz del Ministerio de Defensa indicó ayer a este periódico que hasta la fecha el Gobierno español no ha recibido de Estados Unidos, concretamente de las empresas aeronaúticas General Dynamic (F-16) y Northrop-McDonnell Douglas (F-18 A y F-18 L), las condiciones económicas (precios y contrapartidas) para la adquisición de los aparatos incluidos en el programa del Futuro Avión de Combate y Ataque (FACA). Esta fuente añadió que la discusión surgida en el Pentágono es un asunto interno de los Estados Unidos, del que España, de momento, no tiene ningún conocimiento oficial.En la actualidad existen dos organismos oficiales que tratan en estos momentos todos los aspectos relacionados con el plan FACA. Por una parte, está el Cuartel General del Aire, encargado del estudio de la relación coste-eficacia de los futuros aparatos, y por otra, la Dirección de Armamento y Material del Ministerio de Defensa, órgano que, a través de una comisión interministerial, se encarga de analizar las contrapartidas de tipo tecnológico que supondría para España la adquisición de los diferentes aviones de combate, al parecer aspecto fundamental para la compra.

El plan FACA fue puesto en marcha hace unos años por el Gobierno de cara a sustituir los actuales aviones de combate F-4 (Phantom) y F-5 de la fuerza aérea española por aparatos más acorde a las exigencias del sistema defensivo aéreo, entre los que se encontraban, entre otros, el Mirage 2.000 francés, el Tornado británico y los F-16 y F-18 (ambas versiones) norteamericanos. El Ministro de Defensa, Alberto Oliart, en una reunión que mantuvo el 12 de junio último con la comisión correspondiente del Congreso, dijo que no se había decidido la compra de aviones franceses para no depender excesivamente de ese país y que el Tornado británico fue descartado por su precio y su falta de eficacia.

Una inversión de 250.000 millones

En un principio, siempre según los primeros datos oficiosos, se barajó como cifra, para la operación de compra de la necesidades del FACA, la cantidad de 250.000 millones de pesetas, a cuyo cambio serían entregados 144 cazabombarderos. Sin embargo, los recortes presupuestarios aconsejaron reducir el número de adquisiciones, que, al parecer, estarían actualmente fijadas en una cifra próxima al centenar de aparatos.El Gobierno español tendrá que decidir en breve qué tipo de avión de los preseleccionados (F-16 y los dos tipos de F-18) va a incorporar a sus escuadrones de cazabombarderos. Así al menos se expresó durante el discurso de la Pascua Militar el anterior jefe del Estado Mayor del Aire, Emiliano Alfaro. Este calificó el año 1981 como el del perfeccionamiento de los programas, y en su balance destacó la fase final del programa FACA, lo que, a juicio de observadores militares, podría interpretarse como un intento del Ministerio de Defensa de proceder cuanto antes a las adquisiciones.

En medios militares existen diferentes opiniones sobre estos aviones norteamericanos. Por un lado, se destacan las ventajas del F-16, una aparato del que disponen ya varios países de la Alianza Atlántica, entre ellos Bélgica, Holanda, Dinamarca y Noruega, lo que, a juicio de expertos, resultaría más resolutivo para España, cuya integración en la OTAN se va a producir en breve. El F-18, sin embargo, es un avión que cuenta con dos versiones, una con base en tierra (A) y otra en portaviones (L).

En este sentido se apunta la posibilidad de que la Armada española, que construye actualmente un portaeronaves, esté interesada en que entre las adquisiones figure el F-18 L. Actualmente España cuenta con un portaeronaves en activo, el Dédalo, de plataforma pequeña, solamente destinada a helicópteros y aviones de despegue vertical, tipo Harrier.

Estas consideraciones de tipo político u operativo son, en opinión de las fuentes consultadas, también importantes, aunque parece que las autoridades españolas piensan principalmente en la oferta que resulte más económica y en las ventajas que las adquisiciones pueden suponer para la tecnología nacional. Se da la circunstancia de que el modelo F-18 es mucho más caro que su competidor el F-16.