Los eurocomunismos y Polonia
LA DIRECCIÓN y buena parte de los militantes de los partidos eurocomunistas español e italiano han respondido al desafío de la crisis polaca con una actitud coherente respecto a las doctrinas que vienen defendiendo desde hace algunos años. Sin embargo, en los partidos comunistas europeos hay todavía dirigentes históricos y veteranos afiliados que no terminan de asimilar los cambios ideológicos y estratégicos dictados desde arriba, quizá por la forma autoritaria en que son impuestos, y, que se aferran a las creencias y lealtades de la época en que los comunistas del mundo entero consideraban a la Unión Soviética como el guía indiscutible de la revolución mundial. Estos militantes, desgarrados entre la disciplina partidista y las emociones del pasado, se representan la rebelión de los trabajadores polacos como un movimiento de derecha apoyado y estimulado por la Iglesia católica -a la que consideran en franco retroceso hacia el integrismo- y por los servicios secretos occidentales.El desgarramiento alcanza su mayor intensidad en Francia, donde las posiciones de las bases y de la dirección se hallan invertidas en relación con las de España e Italia. La dirección del PCF -Marchais- y del sindicato CGT -Séguy- mantienen que las medidas adoptadas por el general Jaruzelski el pasado 13 de diciembre fueron una solución justa y una política necesaria para hacer frente al desbordamiento de Solidaridad y ordenar el caos reinante en el país. Esa toma de posición es especialmente grave por la presencia, de ministros comunistas en un Gobierno de mayoría socialista, que ha condenado sin equívocos ni paliativos el golpe militar y que acusa a los comunistas polacos y soviéticos de violar las. libertades de un pueblo entero. Sin embargo, Anicet Le Pors, ministro comunista de la Función Pública, se ha enfrentado con la postura oficial de su partido y ha declarado que su "concepción del socialismo es indisociable de la libertad", que "sin democracia el socialismo no es posible" y que "el socialismo no se decreta". La discrepancia ha sido resuelta, en apariencia, en una reunión conjunta de comunistas y socialistas celebrada el pasado día 8 y que ha resuelto que la existencia de "diferencias y divergencias" entre ambos partidos no les impide gobernar juntos. Pero el conflicto no se salda tan fácilmente en la práctica ni dentro del PCF ni en el seno del Gobierno. La opinión pública francesa es enormemente sensible a la asfixia de las libertades polacas, se ha movilizado activamente en su defensa y no acaba de comprender o de admitir tales contradicciones. Aunque los socialistas podrían gobernar en solitario, dada su cómoda mayoría parlamentaria y los grandes poderes del presidente de la República, no quieren romper con los comunistas ni con su sindicato. Al fin y al cabo, los ministros comunistas no plantean graves problemas en la cuestión de Polonia -ni en ninguna otra- y el PCF y la CGT podrían ser muy incómodos si fueran arrojados a las tinieblas exteriores de la oposición.
Para los eurocomunistas españoles e italianos la toma de posición sobre Polonia, aun siendo coherente con sus planteamientos más generales, no ha resultado tampoco fácil. En Italia, Berlinguer se apresuró a emitir un largo informe, aprobado por el Comité Central del PCI; en España, las declaraciones de Santiago Carrillo precedieron a un extenso comunicado, votado por unanimidad por el Comité Central del PCE. A los dos partidos les interesa sobremanera que no les salpique el drama polaco ni les contamine la parcialidad soviética. Pero el drama al que se exponen, y que padecen, es que la derecha jamás creerá en la veracidad de sus condenas de la URSS, aunque sólo sea para justificar sus propias actitudes de intolerancia, y que sus críticos de izquierda les reprochan su oportunismo para alcanzar el poder -como en Italia- o para no hacer peligrar -como en España- su política de alianzas. El coyunturalismo es tan fuerte en nuestros días, y especialmente en nuestro país, que ha llegado a sustituir casi por entero -en la izquierda, en el centro y en la derecha- a las doctrinas. Los medios han sustituído a los fines y las metas ni siquiera aparecen ya en la propaganda como frases rituales.
Sea cual sea la sinceridad de la toma de posición de los eurocomunistas" sea cual sea el esfuerzo que realicen para difundir su condena del golpe del general Jaruzelski y del apenas enmascarado intervencionismo soviético, la situación de Polonia repercutirá necesariamente de forma negativa en los partidos comunistas occidentales, máxime si su credibilidad está seriamente afectada -como le sucede al PCE- por una amplia y grave crisis interna provocada por la intolerancia de la dirección para aceptar las opiniones de los sectores de la organización mas renovadores y menos comprometidos con el pasado estaliniano. Pero el drama, afecta no solo a los comunistas sino también a toda la izquierda, para la que la actuación de los militares polacos en diciembre de 1981 resulta fácilmente equiparable, por encima de diferencias geográficas o de estructura económico-social, al comportamiento de los militares chilenos en septiembre de 1973. Una vez más ha sido anegada la tentativa de construir unas formas de libertad política, de justicia social, de dignidad humana, de democracia real. Desde el XX Congreso del PCUS, en febrero de 1956, cuando se denunciaron los crímenes de Stalin pero no fue alterado sustancialmente el régimen de dictadura soviético, hasta el golpe de Estado de Polonia la izquierda se fue refugiando en esperanzas ilusorias que acabaron en frustraciones y desengaños, como Argelia, Cuba, Vietnam, mayo del 68, Portugal y los movimientos de liberación anticolonialistas. En este desgarramiento se halla, sin duda, la base del pesimismo actual de la izquierda europea y de la sospecha y desconfianza con la que observa la situación mundial y las perspectivas de futuro.
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