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Polonia, un mes después del golpe

Mitterrand y Schmidt hablan hoy en París de Polonia

Esta noche, una cumbre "imprevista, pero normal y lógica", según el Gobierno francés, reunirá en París al presidente François Mitterrand y al canciller de la República Federal de Alemania, Helmut Sclunidt. Sus diferentes posiciones frente a la crisis polaca es la causa y será el tema central de esta cena de trabajo.

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Al mismo tiempo, como consecuencia igualmente de las divergencias entre los socialistas y los comunistas respecto al golpe de Varsovia, Mitterrand se ha visto obligado a intervenir para frenar la escalada de la discordia que amaga a la coalición gubernamental.Los demonios históricos francoalemanes han resucitado una vez más el golpe militar en Polonia. Desde hace un par de semanas, la prensa francesa no se priva de nada: un caricaturista célebre presenta en un semanario al canciller Schmidt sacándole brillo a las botas de Leónidas Breznev.

No se cuentan los comentarios que atribuyen a los socialdemócratas de la República Federal una estrategia diplomática neutralista que, a más o menos largo plazo, acabarian favoreciendo la reunificación de las dos Alemanias.

No falta en esta capital quien recuerda el año 1939 para sospechar que, una vez más, los alemanes se entenderán de nuevo con los rusos para amordazar a los polacos. Dicho en otros términos: la RFA es la víctima occidental número uno de los acuerdos de Yalta. Su posición geográfica es muy vulnerable frente a un ataque de¡ Este; es el primer comerciante de Occidente con el mundo comunista del este europeo, su división es como un dolor de muelas, intransferible. Por todo ello, Alemania Federal inventó la ostpolitik, para amarrarse a la coexistencia, y hoy, a pesar del golpe de Varsovia, prefiere seguir por ese camino y de ninguna manera enfrentarse con Moscú.

La clase política francesa, y mucho más la oficial, no se expresa como la Prensa, pero el Gobierno ha acusado oficialmente a Moscú como responsable del golpe polaco, y el ministro de Exteriores, Claude Cheysson, para valorar la situación, califica de totalitario al sistema soviético. Mientras su colega alemán, Genscher, se limita a. hablar de país comunista.

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El canciller Schmidt, que acaba de entrevistarse con el. presidente Ronald Reagan en Washington, ha manifestado deseos urgentes de ver a Mitterrand, conel fin de poner las cartas boca arriba. Según alguno de sus portavoces, sería injurioso pensar que esconde intenciones neutralistas, a pesar de la fiebre pacifista de su partido. Lo cierto es que, hoy como ayer, desde los tiempos de De, Gaulle y, Adenauer en materia comunitaria, como al abordar los problemas de seguridad y las relaciones Este-Oeste, los dirigentes alemanes y galos piensan que la colaboración de ambos países le es esencial,a Europa occidental.

Mitterrand, por su parte, hace frente al mismo tiempo, y también a causa de Polonia, a la delicada polémica que seha desencadenado entre los dos partidos de la coalición gubernamental: los socialistas y los comunistas. La acusación del número dos del PS, Jean Poperen, que ve en el PCF un colaborador de la URSS para finlandizar a Europa, ha excitado a los comunistas y en particular a un ministro, Charles Fitterman, que se pregunta si "es posible colaborar con nosotros si eso que dice es cierto"

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