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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

"Robots" listos, canciones tontas

No hay detrás de los cantantes Enrique y Ana ningún planteamiento original, alguna postura que les diferencie de otros cantantes infantiles, un destello de imaginación o de talento. Es esta, naturalmente, una opinión muy personal y muy arriesgada a lo que se ve, porque dice Enrique en la película que «son tontos los que creen que mis canciones son tontas».Sabiendo, además, que Las aventuras de Enrique y Ana es un título lanzado expresamente para estas fechas navideñas no sólo porque su público ideal se encuentra de vacaciones sino porque contiene una buena dosis de publicidad que prolonga su mercado a la venta de discos y juguetes con referencias descaradas incluso de los grandes almacenes en que dichos objetos pueden comprarse, no resultaba placentero acercarse a conocer la película.

Las aventuras de Enrique y Ana

Director: Tito Fernández. Argumento y canciones: Gómez Escolar y Honorio Herrero. Guión: Luis Revenga. Fotografía: Hans Burman. Intérpretes: Enrique del Pozo, Ana Anguita, Luis Escobar, Amparo Soler Leal, Agustín González. Comedia. Española, 1981. Locales de estreno: Capitol, Carlton, Luchana 1, Urquijo, Candilejas y Europa.

Sin embargo, una vez cumplida la misión, hay que reconocer que los productores, guionista y director han hecho un curioso esfuerzo por ofrecer, a pesar de todo, una película de cierta dignidad que no se limite -como otras- a una explotación coyuntural y mezquina. La razón de ese esfuerzo quizá se encuentre en el obvio proyecto de prolongar la serie de Enrique y Ana en años sucesivos, ya que el malo de la película -espléndidamente interpretado por Agustín González- huye al espacio amenazando con su inminente regreso. Sea como fuere, Las aventuras de Enrique y Ana no avergüenza, como imaginarse podía, a sus responsables ni hace sufrir al espectador más allá de lo que los cantantes protagonistas pueden hacerlo por su propia cuenta.

Incluso esa posibilidad está bien medida. La acción básica de la película no reside en ellos, sino en los teóricos secundarios -Soler Leal, Escobar, Ruiz Lifante-, que tienen suficiente oficio y sentido del humor como para sacar el mejor partido al embolado.

No es una película que invente gran cosa, ya que se remite a la mitología propiciada por películas foráneas o telefilmes televisivos en lo que se refiere a cohetes interplanetarios, robots parlanchines o malvados que quieren destruir el mundo. Pero como proyecto sin petulancias, se visiona sin gran esfuerzo.

Si al espectador, además, le gustan los cantantes y lo que cantan, es decir, que no son tontos, o tiene hijos a los que ya conduce por los caminos de la moda (¡y qué moda! Las aventuras de Enrique y Ana no le defraudará. Los demás pueden abstenerse o acercarse por curiosidad.

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