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Tribuna
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El sueño se acabó

Por fin ha sucedido, y hay quien se asombra de que haya tardado tanto. El moribundo Partido Obrero Unificado Polaco (POUP, comunista) no ha conseguido realizar la renovación prometida. Se ha quedado como una institución que es rechazada por la mayoría abrumadora del pueblo. Para finales de febrero estaban previstas elecciones Comunales y parlamentarias, sin saberse cómo y por quién habría que votar. ¿Se trataría, quizá, de refrendar una lista unitaria como de costumbre, asegurando un 96% para el partido? Pero esto ya no se puede plantear ante la exigencia de democratización del pueblo polaco. Y unas elecciones auténticas no serían aceptadas por el POUP, que, con dificultad, llegaría a conseguir el 5% de los votos.Si ejercitar el poder significa imponer una política a la sociedad, no importa por qué medios, ninguna institución podía afirmar en Polonia, antes del domingo pasado, tener el poder en sus manos. Después, el sueño de un frente de entendimiento nacional, de un triunvirato formado por el Gobierno, la Iglesia y el sindicato Solidaridad, se hizo añicos. El desconcierto fue total y el milagro polaco, la revolución gradual que intentaba evitar una confrontación abierta con derramamiento de sangre, chocó con sus límites políticos.

El arte de imponer modificaciones sin compromisos se perdió entre las manos sin contenido político del líder obrero Walesa, que terminó perdiendo su capacidad genial de integración, porque en la sociedad polaca ya no había nada para integrar. Por eso no resulta sorprendente que en los últimos tiempos no consiguiera tener más que una pequeña parte de los sindicatos Solidaridad como seguidores. Amenazó al Gobierno cada vez con mayor virulencia, pero no pudo presentar ninguna alternativa negociadora que hubiese evitado la crisis. Solidaridad, un cuerpo democrático extraño en un Estado totalitario, no fue capaz de deshacer el sistema, pero sí consiguió quitarle fuerza.

El "síndrome turco"

La esperanza que tenían muchos de reformar el sistema desde dentro no se pudo cumplir. El difícil compromiso de imponer las libertades sin cuestionar el sistema hizo añicos la libertad y arruiné la última posibilidad de cooperación nacional. Los campesinos se negaron a producir más para aprovisionar las ciudades. Los obreros no estaban dispuestos a hacer horas extras. En resumen: no había nadie que quisiera ayudar a que funcionase el Estado.

Si la dirección del POUP tenía poco prestigio, sus tecnócratas ni siquiera fueron capaces de asegurar el aprovisionamiento de la población, y al final tuvieron que contemplar cómo el sistema polaco se pudría por dentro. El sindicato Solidaridad, por su parte, no pudo mantener su unidad interna. Los clubes y los partidos surgen como hongos y partidos y las divergencias políticas se hicieron públicas.

Ya no se trataba de participar, a la sombra de Solidaridad, en un proceso democrático o rebelarse contra la arrogancia del poder, sino de crear un nuevo orden social. Así, los grupos nacionalistas, como la Confederación para una Polonia Independiente, difícilmente podían ponerse de acuerdo con los grupos de izquierda reunidos en torno a Kuron y Mozelewski.

El proceso de democratización conducía también a una lucha por conseguir reivindicaciones sociales. El POUP no habría sobrevivido a una disputa de tal índole. Las necesarias reformas de la economía polaca exigían una movilización de masas, incluso una identificación del régimen con las masas, que, dadas las actuales circunstancias -al no cambiar la estructura del poder-, quedaba excluida.

Cuando una sociedad iesulta ingobernable, tal como ocurre en las sociedades occidentales, se impone el orden mediante golpes militares. A esto se le puede llamar con pocas palabras el síndrome turco. Pero el problema es que esta toma del poder por los militares sólo puede llevar a una lealtad masiva basada en el temor y la resignación. A pesar de la crueldad de la represión, los militares turcos han logrado poner fin a los asesinatos incontrolados en la calle. Aunque el golpe militar en Polonia haya ahogado el proceso de democratización, si consigue combatir eficazmente la falta de alimentos, es posible que consiga una mayoría silenciosa.

Adelantarse a la derecha

Lo nuevo es que en el bloque del Este sea necesaria esta solución. El estado de guerra, la ley marcial, el toque de queda, la abolición de las pocas libertades políticas y la oleada de detenciones configuran, la imagen de una dictadura militar. Jaruzelski puede esperar tranquilo ahora, apoyado por el Ejército polaco y con los rusos gurdándole las espaldas, el contragolpe de Solidaridad. La Unión Soviética movilizará sus últimas reservas en alimentos, con el fin de que la saciedad del hambre sea identificada con el orden. Por supuesto, habrá una huelga general, puesto que las masas no se contentarán cbn el golpe; pero, desgraciadamente, vemos en Chile, Argentina y Turquía que un ejército dispuesto a todo es difícilmente desalojable del poder.

Nosotros, las palomas de la paz, que hemos lanzado a la calle millones de personas contra las intervenciones de los yanquis, los que sospechamos con razón que la CIA está detrás de cada golpe militar, ¿qué podemos hacer?. Me temo que demasiado poco. La paz que hemos exigido en Bonn con tanto ímpetu también tendrá que repercutir en Po-, lonia. ¿Acaso sólo era un juego de palabras nuestra petición para lograr una Europa neutral, desde Danzig hasta Lisboa?. Personalmente, opino que una movilización masiva de todos los movimientos pacíficos de Occidente puede ayudar a evitar la amenazante masacre en Polonia. Sería bueno adelantarnos a los derechistas.

Requisito indispensable para la paz

Como se ve, para conseguir la paz no es necesario solamente zonas libres de armamento nuclear, sino que también se necesitan áreas en las que la gente esté, por lo menos, algo de acuerdo con la forma de sociedad, si es que no se pueden identificar del todo con ella. Si esto no ocurre así;está garantizada la guerra civil. Los oprimidos llaman a un hermano mayor para que les ayude. Y éste, de una manera perversa, ya no se presenta como opresor, sino como alguien que está dispuesto a terminar con el baño de sangre. A veces la paz puede ser una terrible perífrasis para la supresión.

Domingo día 13 de diciembre de 1981, desde una caldeada habitación de Occidente.

Daniel Cohn-Bendit fue uno de los dirigentes más destacados del "mayo francés". Actualmente milita en los movimientos ecologistas y pacifistas de la República Federal de Alemania.

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