Ahora no se ponen obstáculos a la difusión de la literatura catalana en el Estado español, según Salvador Espriu
Se publica en castellano la obra completa del escritor
Los tres primeros volúmenes de las obras completas de Salvador Espríu, en edición bilingüe, fueron presentados anoche en Madrid por el poeta y académico Luis Rosales y el crítico literario Rafael Conte, redactor-jefe de Cultura de EL PAIS. Al mismo tiempo, en Barcelona, se presentó el último libro de Espriu, Les roques i el mar, el blau, un conjunto de cien textos en prosa sobre mitos griegos. Esta multiplicación de actividades no ha alterado la sobriedad y el rigor de uno de los creadores más precisos de la poesía universal. Ante la publicación en castellano de su obra, Salvador Espriu afirma que ahora no se ponen obstáculos en el resto de España a la difusión de la literatura
Salvador Espríu es reconocido internacionalmente como uno de los más grandes poetas contemporáneos de lengua catalana. Su obra, fundamentalmente poética, es un exponente de la difícil conjunción entre los problemas interiorizados del hombre y su proyección exterior hacia una colectividad de la que forma parte inseparable.
Pregunta. Cuál es la idea central de su último libro, Les roques y el mar, el blau?
Respuesta. Es una recopilación de cien prosas sobre mitos griegos. Se trata de una obra todavía abierta que arranca de fíguras mitológicas aún no definitivamente completas. Al definirlo como libro abierto, quiero expresar mí deseo de continuar investigando en el tema hasta ampliarlo en posteriores ediciones.
P. ¿Cree usted que existe ahora una mayor difusión de la literatura catalana a nivel del Estado español?
R. De mi obra, sí. Supongo que les interesa, porque se está haciendo una mejor difusión que en otras épocas. La edición en catalán y castellano de mis obras completas es un exponente de ello. La traducción al castellano del profesor Andrés Sánchez Robayna, autor de magníficas traducciones, ha ayudado a que la publicación pudiera realizarse en buenas condiciones. La difusión de la literatura catalana no sé si es más amplia que antes. Creo que simplemente no se ponen obstáculos.
P. La reflexión sobre la muerte es, dentro de toda su obra, una constante.
R. La reflexión sobre la muerte siempre es útil para el hombre, puesto que morir es posible en cualquier momento. Soy un hombre de casi 69 años que en otros tiempos sería considerado un anciano. Esta aparente prolongación de la vida no me hace olvidar que un hombre ha de saber envejecer. Pensar en la muerte ha sido una constante para mí pero yo no soy un necrófilo. Al contrario, creo que morirse es útil y que la muerte es un invento genial de la naturaleza, una consecuencia de su perfeccionamiento. En las primeras etapas geológicas no existía la muerte, sino que los seres primitivos se seleccionaban. La conformación de la vida y de la muerte individualizada fueron así un invento genial de la naturaleza.
P. ¿Es la expresión poética de la muerte un análisis personal sobre este tema o simplemente una exteriorización no propiamente intelectual?
R. La meditación sobre la muerte es una forma de alejarla intelectualmente para que cuando llegue pueda acogerse lo más serenamente posible. Creo que el hombre posee nada más el presente y una parte del pasado asimilado en la memoria. El presente es, de todas maneras, recogiendo la idea de Quevedo, una acumulación de sucesiones de muerte: «Presentes sucesiones de difunto». El hombre es una consecuencia de la repetición de muertes hasta la muerte definitiva.
P. ¿Cree Salvador Espríu que existe una contradicción entre la poesía intimista y la poesía comprometida socialmente?
R. No creo que exista una opción definitiva entre la expresión poética del interior humano y su proyección como colectividad. El intimismo poético responde a movimientos formales que pueden llegar a estructurar una poesía justificada en sí misma que en ocasiones se ha manipulado en exceso de forma surrealista. Hoy se ha evolucionado ya hasta el punto de que no puede hablarse de contradicción, sino de continuidad.
P. ¿El panorama actual, que se ha llamado de desencanto político, puede haber afectado a la poesía actual catalana hacia una interiorización excesiva?
R. Creo que los jóvenes poetas catalanes son, en general, personas responsables y comprometidas. Lo que ocurre es que la creación poética requiere una cierta reflexión del poeta, una asimilación de su entorno. La poesía no puede reproducir al dictado los acontecimientos. Pienso que hay muchas maneras de expresar el contexto del hombre y, si esta expresión en el momento actual no ha madurado todavía, ya lo hará. No siempre los más avanzados son los mejores poetas. Desconfío de la poesía hecha sobre la marcha. Una poesía permanente requiere cierta reflexión. Lo que ocurre en este país es que nadie sabe de verdad lo que está pasando. Cada día puede ocurrir algo nuevo o no del todo previsto. Todo esto produce una desorientación que, naturalmente, afecta a los poetas como a todos los ciudadanos.
P. Salvador Espríu, creador de entrañables figuras poéticas, ¿cómo definiría usted el lenguaje poético?
R. Yo no sé definir la poesía, pero sí creo que adivino su autenticidad cuando me encuentro ante ella, es decir, cuando es valedera. Aquello que mantiene viva cualquier obra literaria a lo largo del tiempo es la poesía que se contiene en ella. La poesía ha de estar presente en toda forma literaria. Es como una levadura que hace posible su perduración.
P. ¿Es la expresión poética un género privilegiado dentro de la literatura?
R. Yo no creo en géneros literarios, sino en momentos de expresión. Parece que se atribuye a la poesía, en su concepción tradicional, un lenguaje más escogido, pero muchas veces existe alta poesía en un lenguaje pretendidamente coloquial. No es un problema de rayas cortas o largas. Entre la poesía, la narrativa y el drama no hay a menudo más que un corto paso que sirve para enlazarlas sin que apenas ello se note. Hay gente que prefiere especializarse en un género. Yo nunca he querido hacerlo.
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