Grecia se siente más amenazada por Turquía que por la Unión Soviética
Los ministros de Defensa de los países miembros de la OTAN no han logrado encontrar la "fórmula mágica" que permita garantizar las fronteras griegas, incluso contra otro país aliado, sin, por ello provocar un veto de Turquía. A las 22.30 horas de ayer, tras dos jornadas de intensas discusiones, el Comité de Planes de Defensa de la Alianza Atlántica decidió levantar la sesión, pese a que por primera vez en su historia no habían logrado ponerse de acuerdo en un comunicado final.
El primer ministro griego, Andreas Papandreu, que es también titular de Defensa, no ha anunciado, pese a todo, la retirada de su país del mando militar integrado. Las negociaciones proseguirán en los próximos días, especialmente entre griegos, turcos y norteamericanos, como mediadores.La Alianza Atlántica se ha enfrentado en esta sesión de invierno a un problema insólito: Grecia, un país miembro de la OTAN dice sentirse más amenazado por Turquía, compañero de alianza, que por el Pacto de Varsovia, y, en consecuencia, exige que la Alianza: garantice sus fronteras, no contra una invasión de la Unión Soviética, sino contra una turca.
Los esfuerzos de los ministros de Defensa por encontrar una fórmula de compromiso que satisfaga a los griegos sin provocar las iras turcas no han fructificado. Ayer, las discusiones y negociaciones se prolongaron desde las diez de la mañana a las 18.30 horas, en que se levantó la reunión, para dar tiempo a reflexionar a las partes implicadas y para permitir que el primer ministro griego se entrevistara con el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig.
Papandreu no rompió la baraja
La sesión se reanudó a las 21.30 horas, pero duró muy poco tiempo: las fórmulas ideadas por un comité restringido no fueron aceptadas por los interesados. El primer ministro griego no ha roto, sin embargo, la baraja. Afirma, según sus portavoces oficiales, que Grecia no hará frente a ciertos compromisos adquiridos por el Gobierno anterior, especialmente en cuanto se refiere al "plan Rogers", ideado por el comandante en jefe de las fuerzas aliadas en Europa y que permitió el regreso de Grecia al mando militar integrado. Pero Papandreu no ha dicho aún que su país vaya a retirarse de la organización militar.
El líder socialista griego, que jugó fuerte durante la campaña electoral, y que conoce muy bien a la Administración norteamericana, pretende jugar en varios frentes a la vez. Papandreu quiere presionar a Washington para que le ayude en su batalla contra Turquía, y para ello tiene un as: la renegociación del tratado greco-norteamericano para la utilización de bases en suelo heleno, pero su actitud, a juicio de otros países aliados, es demasiado ambigua: la OTAN no puede permitir un trato especial para uno de sus miembros: o se forma parte del mando militar integrado, con todos los compromisos que ello supone, o se abandona la organización militar y se disfruta de un trato similar al francés.
La pelea "greco-turca", que no puede darse por terminada y que ocupará aún en los próximos días las primeras páginas de los diarios, ha arrebatado el foco a los norteaméricanos. Washington pretendía que esta sesión de invierno de la Alianza se convirtiera en un ejemplo de unidad de los aliados en torno a Estados Unidos. La espectacular entrada de Andreas Papandreu ha dirigido todas las miradas precisamente sobre un conflicto interno, y no contra la Unión Soviética.
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