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RELIGIÓN

Cristianos en regímenes socialistas debaten en Madrid su relación con los respectivos sistemas

«La llegada al poder de regímenes socialistas en América Latina y Africa obliga a plantear la relación del cristianismo con el socialismo en unos términos nuevos, más originales que los preconizados en aquellos diálogos elitistas de cristianos y marxistas de los años sesenta y más concretos que la discusión teórica entre marxismo y cristianismo de los años setenta», dice Carmelo García, director del Instituto de Estudios Políticos (lepala) y organizador del congreso que ha reunido en Madrid a representantes oficiales y especialistas de Cuba, Nicaragua, Tanzania y Mozambique, entre otros.

La mayor atención la centran las posturas de cubanos y nicaragüenses. En opinión de Pablo Richard, la Iglesia latinoamericana, que durante la etapa colonial española vivió en régimen de cristiandad, se debate ahora entre un modelo de tipo neocristiandad y otro de Iglesia popular.El detonante de la situación actual hay que situarlo en la revolución cubana de 1959. Para Aurelio Alonso Tejada, miembro dirigente del Partido Comunista cubano, la Iglesia cubana pasó de la abierta oposición a la coexistencia pacífica, manteniendo grandes prejuicios. Las causas de este malentendimiento hay que buscarlas en una Iglesia tradicionalmente unida a regímenes como el de Batista. Sin embargo, para la delegación cubana, valen las palabras de Fidel Castro, quien interpretaba esa conflictividad «no como de la revolución con las ideas religiosas, sino con una clase social que trató de utilizar la Iglesia como arma contra la revolución». En postura abierta resultaba, a algunos participantes, contraria a las posiciones oficiales del PCC, que, reproduciendo las ortodoxias del diamat, habla de que «el ateísmo es de carácter científico», y de que «en nuestros documentos se hace referencia a la extinción de la religión como una resultante del movimiento social».

En el diálogo pudo explicar que la experiencia de Nicaragua les estaba dando que pensar y de que si en Cuba se diera una praxis relevante de cristianos comprometidos se podrían superar esas afirmaciones del materialismo dialéctico.

Una revolución con cristianos

«Una de las características más originales de la revolución nicaragüense es la presencia masiva y militante de muchísimos cristianos que, inspirados en su fe, colaboran en el proceso revolucionario», decía el representante sandinista. Nicaragua ofrece el primer caso, en su opinión, de una revolución socialista hecha no contra la religión, sino con ella. A pesar de un primer momento de solidaridad antisomocista y socialista, el episcopado nicaragüense ha pasado a la ofensiva. « La mayoría de los obispos de Nicaragua están convencidos que la revolución sandinista es negativa y marxista-atea», constatación que él refutaba apelando a un pueblo católico «que hace la revolución», a la declaración del Frente Sandinista de 1980, a la presencia de sacerdotes en el Gobierno y a la constante valoración de los cristianos en la reconstrucción nacional. Y citaba al ministro Tomás Borge, quien decía que la posible amenaza «no es Reagan, por supuesto. Es la falacia de quienes quieren hacer creer que esta es una revolución comunista y atea».Esta resistencia de una parte de la jerarquía se la explicaba el ponente por la presión de fuerzas conservadoras, dispuestas a deslegitimar un proceso político por la vía de la conflictividad religiosa y por el peso de una Iglesia «que en 1942 coronó a la hija de Somoza con la corona de la Virgen de la Candelaria, y que luego, cuando fue asesinado, le declaró príncipe de la Iglesia».

Un paisaje muy distinto es el que ofrecen los países africanos, tal Tanzania, de cuya delegación forma parte un obispo católico. Desde una Iglesia más próxima del Vaticano II que de la teología de liberación, trata la Iglesia de movilizar sus energías al servicio de un sistema socialista africano distinto de lo conocido en Occidente.

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