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El "huracán Haig"

La pequeña isla caribeña de Santa Lucía se prepara a recibir el impacto político del huracán Haig, aunque se espera sea de menores consecuencias que el vivido en agosto de 1980, que arrasó las cosechas de plátano, principal riqueza de la isla. El de entonces se llamó huracán Allen, sin que el nombre tenga nada que ver con los problemas que tiene actualmente en Washington Richard Allen, principal adversario de Haig en temas de política exterior.El marco paradisiaco de esta ex colonia británica, independiente desde el 22 de febrero de 1979, de playas de arena blanca y aguas verdes, dará un tono de distensión para entrevistas tensas, como la prevista entre Alexander Haig y Miguel D' Escoto, ministro nicaragüense de Relaciones Exteriores.

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La isla, de 140.000 habitantes, ha sido prácticamente, tomada por los 1.500 miembros que mueve el séquito de la OEA, entre ministros, embajadores, observadores y periodistas. El centenar de millones de pesetas que costó a las arcas de Santa Lucía la organización de la asamblea serán compensados por los quince días de estancia de los miembros de la OEA.

Para Santa Lucía, la asamblea de la OEA representa también un paréntesis dentro de su situación política interna. El canciller Peter Josie (que recibió a Haig con severas críticas a la política estadounidense de derechos humanos) fue víctima de un atentado que destrozó su automóvil, el pasado viernes. Los partidos de la oposición piden elecciones libres, mientras el primer ministro, Winston Cenac, preside las tumultuosas reuniones.

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