Los Reyes presiden hoy la reapertura del Jardín Botánico, después de siete años cerrado al público
Cuando hoy, miércoles, los Reyes de España presidan la ceremonia de reinauguración del Jardín Botánico de Madrid, después de siete de clausura, podrá darse por terminada una de las etapas más negras por las que ha atravesado este histórico recinto a lo largo de los doscientos años trascurridos desde su fundación, en tiempos del rey Carlos III.
Obra del botánico Gómez Ortega, el arquitecto Villanueva y el ingeniero Tadeo Lope, el Jardín Botánico vuelve a abrir sus puertas para ofrecer el mismo aspecto físico con el que se inauguró en 1781, pero con una oferta inferior en cuanto al número de especies expuestas y de trabajos de investigación que ofreció hace un siglo, cuando estaba considerado como uno de los jardines más importantes del mundo.El cierre al público se produjo en 1974, poco después de que una rama se desprendiera de uno de los gigantescos, pero descuidados, árboles que se levantan en las siete hectáreas del jardín. Esa rama caída sobre el coche de uno de los técnicos del jardín fue una de las pruebas determinantes para diagnosticar que el Botánico necesitaba cuidados especiales capaces de recuperar y enderezar todo lo perdido a lo largo del último medio siglo en un jardín en el que las reformas y modificaciones han sido una constante característica.
Una vez cerradas sus puertas, con Martínez Esteruelas como ministro de Educación y Ciencia, se aprobó el famoso decreto por el que se ordenaba la construcción de un edificio para acoger toda la obra de Goya. Este desatinado proyecto, en el que se incluía un marco vegetal totalmente inadecuado para el Botánico, formado por una cascada gigantesca, caminos de asfalto, pradera inglesa.
La Dirección General de Bellas Artes concedió entonces un generoso presupuesto -la cantidad no ha sido aclarada hasta la fecha, aunque se barajan cifras que van desde los cuarenta hasta los cien millones de pesetas-, y bajo las órdenes de Salvador Rivas, entonces director del Jardín Botánico, se inició la recuperación y reformas cuya eliminación ha supuesto ahora un gasto de 185 millones de pesetas, coste de los trabajos realizados estos dos últimos, años y que a partir de mañana podrán ser apreciados por el público.
Los trabajos de recuperación del Jardín, realizados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en colaboración con la Dirección General de Bellas Artes, fueron encargados en 1977 al paisajista uruguayo Leandro Silva y a los arquitectos José Ignacio Otamendi y Guillermo Sánchez Gil.
Este equipo se enfrentó con un desalentador panorama, en el que el trazado neoclásico inicial de las tres terrazas estaba prácticamente desdibujado y oculto tanto, por los descuidos de los años precedentes como por las obras iniciadas en el jardín. Los fontines situados en los caminos divisorios entre las tres terraza y las bellas fuentes de la etapa fundacional estaban prácticamente enterrados en el suelo.
El pabellón Villanueva y la cátedra de Cavanilles -uno de los primeros lugares donde se practicó la enseñanza de la botánica- ofrecían un aspecto interno de enormes naves abandonadas a todo tipo de inclemencias. En el exterior, la noble estructura del pabellón había sufrido la construcción de una planta superior que rompía totalmente con su estructura original. La restauración, llevada a cabo por el arquitecto Antonio Fernández Alba, ha supuesto no sólo la recuperación del aspecto de que disfrutaba el edificio -utilizado como invernadero- en la etapa fundacional, sino que su interior puede ya volver a ser utilizado como estufa fría y como sala de exposiciones temporales durante los meses de verano.
Famosas colecciones de rosas y vides
Estas exposiciones servirán para intentar dar al Botánico el carácter de investigación que tuvo en tiempos anteriores. De esta forma, el público podrá conocer los resultados de las expediciones realizadas a Suramérica, de las que una de las más conocidas es la dirigida por José Celestino Mutis.Y dentro del campo de las exposiciones naturales, una vez desenterrado el jardín fundacional, el público que se anime a acercarse a este céntrico y espléndido recinto podrá contemplar plantas que han logrado sobrevivir a los desmanes ya mencionados o a las tragedias naturales, tales como el huracán de 1864, en el que se perdió gran parte de la vegetación. Así, los visitantes podrán contemplar la magnífica colección de viñas creada por Rojas Clemente o el muestrario de rosas donado por Blanca Urquijo, entre las que se encuentran variedades procedentes de la época del reinado de Abderramán II y que actualmente conservan sus características originales. Las distintas vides están colocadas sobre una pérgola de hierro de ochenta metros de longitud situada en la parte superior del Jardín.
Entre algunos de los impresionantes árboles del jardín destaca uno conocido por El Abuelo, un olmo de más de doscientos años, o El Pantalones, formado por un conjunto de almeces agrupados, un tejo procedente del norte de España o una sequoia califórmana de más de doscientos años de edad. Junto a esta sorprendente muestra, sobrevive también un ejemplar singular de árbol fósil, conocido por el árbol de los cuarenta escudos, por ser este el precio que se pagó por la primera muestra llegada de China, su país de origen. Las plantas curativas, gigestivas o alimenticias, también tienen un lugar en el herbario, en el que se han recogido muestras de distintos paises.
A fin de que los visitantes puedan saber la especie que tienen a la vista, han sido colocados cartelillos delante de cada planta, de forma que tanto los niños como los mayores se familiaricen con el nombre propio de cada una de las especies expuestas.
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