La "cumbre" de la CEE, al borde del fracaso debido a las casi insalvables diferencias entre sus miembros
La cumbre europea que se abrió ayer en Londres puede finalizar hoy en un fracaso, que se intentará disfrazar con una declaración de principios, y, en el mejor de los casos, con un calendario de trabajo para los próximos meses. Esta es la primera ocasión en que el primer ministro griego, el socialista Andreas Papendreu, asiste a una reunión de jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la CEE, y su debú ha sido espectacular: Grecia exige un estatuto especial dentro de la Comunidad Económica Europea. Papandreu inauguró la reunión en Lancaster House, para explicar que la situación económica de su país.
, Papandreu inauguró la reunión en Lancaster House, para exp que la situación económica de su país le impide astimir todos los compromisos de la CEE y pedir un máximo de cláusulas de salvaguardia. Para el primer ministro griego, no se trata simplemente de que su país permanezca o no en la CEE -aunque aludió a la posibilidad de un referéndum sobre el tema-, sino de lograr que Grecia no tenga que someterse al régimen ordínarío de la Comunidad.Papandreu estima que la entrada de Grecia en la CEE hace once nieses "agudiza muchos de los problemas económicos" del país y, crea, además, otros nuevos. Entre otros, han aumentado los problemas del sector agrícola, en el que trabaja más de una cuarta parte de la población.
Su intervención no suscitó ninguna respuesta oficial en el Consejo Europeo pero, en los pasillos, los portavoces de algunas delegaciones se quedaron sorprendidos.
Los belgas, por ejemplo, insinuaron que la CEE no es "une auberge espagnole", una expresión francesa para designar un lugar del que se entra y sale a voluntad.
Reforma interna
La sesión de ayer estuvo dedicada al estudio del mandato del 30 de mayo, es decir, la reforma interna de la CEE, sin que, según un portavoz de la Comisión, se llegara a ningún resultado.
La misma fuente indicó que la presidencia británica, junto con el presidente de la Comisión, Gaston Thorn, podría intentar salvar la cara con un documento final, en el que se fijarían algunos principios generales y un calendario de trabajo para los próximos seis meses.
Las posibilidades de éxito de la cumbre se ven reducidas, pues, por vez primera, la República Federal de Alemania (RFA) no ejerce un papel de moderador entre Francia y el Reino Unido, sino que ha acudido a Londres con sus propias reivindicaciones.
Bonn es el mayor contribuyente de la Comunidad Económica Europea al presupuesto comunitario y está dispuesto a seguir siéndolo, pero exige que se ponga un freno al incremento de los gastos de la política agrícola común (PAC).
La posición alemana se acerca en este sentido a la británica, aunque Londres esté especialmente preocupado en esta cumbre por conseguir una reducción de su contribución similar a la de los dos años anteriores, pero desearía lo,grar un acuerdo en este campo que durara, al menos, siete años.
Salvo por este apoyo indirecto alemán, el Reino Unido se encuentra aislado.
Francia, que se opone a cualquier modificación de la PAC que pudiera perjudicar a sus agricultores, cuenta en esta ocasión con el apoyo de países como Irlanda, Dinamarca y Bélgica, que pese a ser hermanos pequeños pueden ser decisivos en este tipo de discusiones, así como de Italia, el otro gran productor agrícola de la CEE.
Los jefes de Estado y de Gobierno se encuentran con que las propuestas que llegan a la mesa no han sido discutidas suficientemente en los Consejos de Ministros de la Comunidad, lo cual dificulta aún más sus decisiones, que suelen implicar complicados elementos técnicos.
Todos estos problemas podrían aguar la declaración de los diez sobre la ampliación de la Comunidad a España y Portugal, que será discutida hoy, según confirmó un portavoz británico.
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