"816 enfermos con el síndrome tóxico presentan síntomas de curación'", según Manuel Evangelista
Manuel Evangelista Benítez, director del Plan Nacional de Atención y Seguimiento del Síndrome Tóxico, coincide con la mayoría de las autoridades sanitarias en afirmar que el único vehículo originario del síndrome es el aceite de colza desnaturalizado. «Lo cierto», dice, «es que la eliminación del consumo de ese aceite produjo una caída fulminante del número de casos». El doctor Evangelista estima en estas declaraciones que, «pese a las campañas desatadas en contra», la información sobre la evolución de la epidemia y la atención a los afectados ha sido correcta, aunque también opina que la atención a domicilio ha sido deficitaria. Siete meses después de producirse la primera víctima, el responsable del plan de seguimiento hace balance.
La primera necesidad con que se enfrentó el Plan Nacional de Atención y Seguimiento del Síndrome Tóxico cuando fue creado, el pasado día 3 de septiembre, fue la de establecer un censo de pacientes, hasta ese momento inexistente, según su director, Manuel Evangelista.Así, a primeros de septiembre, se contabilizaron provisionalmente 15.564 afectados por el cuadro clínico del síndrome, de los cuales 11.400 correspondían a Madrid.
El siguiente paso se dio para promover los programas provinciales de atención y seguimiento, catorce en total, y alguno más en perspectiva, si bien éstos se hallan pendientes de la evolución de la enfermedad, la cual parece hallarse en fase regresiva, según Evangelista.
La estructura del Plan Nacional de Atención y Seguimiento ha sido la siguiente, según ha explicado su director a EL PAIS: «La red hospitalaria se prolonga en unidades de seguimiento; unas de éstas, vinculadas directamente al hospital, y otras, acercadas a los núcleos urbanos afectados».
«Dentro de esta red, durante la fase en que el cuadro clínico de los intoxicados presentó mayor incidencia de tipo neuromuscular, fue necesario potenciar la asistencia fisioterapéutica».
Hacia el 20 de septiembre, según Evangelista, se hizo insostenible la lentitud en los trámites burocráticos. «Era preciso agilizar las decisiones y propuse la creación de una oficina de coordinación, que efectivamente ha dado buen resultado».
La dotación de una cartilla sanitaria al afectado se aprueba el 28 de septiembre y se comienza a distribuir el 6 de octubre, recuerda el director del programa. «Y el día 16», continúa en su exposición del proceso, «se dictan nuevas normas para la inclusión de casos aún no censados, fijando criterios de máxima objetividad y respeto al diagnóstico».
Sigue el abordaje de la escolarización de la población infantil afectada, salvo en los niños hospitalizados, «a los que ya se les impartía enseñanza en los centros sanitarios». Se acordó que los escolares que pudieran acudir a las aulas, un 80%, lo hiciese, con la flexibilidad necesaria. El resto tendría atención educativa a domicilio.
Ayuda a domicilio
«Creo que donde el programa se ha resentido más o ha presentado una actuación deficiente ha sido en la ayuda a domicilio, que abarca lo que generalmente se entiende por servicio doméstico. Se ha realizado según las propuestas de las asociaciones de afectados y de los grupos sociales de trabajo del plan. Finalmente se ha resuelto con a oficina de coordinación por una triple vía: concierto de prestación de servicios con empresas de tareas domésticas; por contrato de la propia familia con la empleada de hogar que le interese, dándole de alta en la Seguridad Social; y según propugne en cada caso el asistente social, vía esta aplicada principalmente en las áreas rurales, donde es más usual la mutua ayuda vecinal que la prestación laboral de servicios domésticos».
La situación, en cuanto a las ayudas económicas, y hasta el pasado día 18 de noviembre, era la siguiente:
Se habían tramitado 1.155 expedientes de ayudas de farmacia, que arrojaron 2.036 ayudas, por un importe de 19.218.020 pesetas. Cien expedientes por fallecimiento, con un importe de 50.500.000 pesetas. Y catorce ayudas sanitarias a personas no beneficiarias de la Seguridad Social (posteriormente se aprobó la concesión de ayudas con cargo a la Seguridad Social a todos los afectados), por importe de 240.323 pesetas.
El seguimiento de la evolución del síndrome evidenció la existencia en los pacientes de un perfil clínico psicológico-psiquiátrico de acusada ansiedad y depresión, según manifiesta Evangelista. Por lo que hubo que incorporar a las unidades de psiquiatría de los hospitales el necesario personal psicológico-psiquiátrico que atendiera la demanda de las unidades de seguimiento. Esta demanda era más de carácter psicológico que psiquiátrico.
«Pero no podíamos seguir adelante sin realizar el estudio prospectivo de la población en riesgo», señala.
A 17 de noviembre se había fijado y actualizado el censo de afectados clínicos: 16.412 personas han recibido asistencia sanitaria y otras 1.458 se hallan pendientes de revisión como posibles afectados, según han detectado las primeras actuaciones prospectivas.
De ese total, 12.614 personas han requerido cuidados clínicos, y de éstos, 2.516 han sufrido reingreso.
«El estudio prospectivo se retrasó algún tiempo debido a equívocos de competencias. No es cierto, como ha dicho algún medio, que yo hubiera presentado la dimisión por este asunto. Lo cierto es que expuse seriamente la urgencia de realizarlo. Nosotros no podíamos continuar el trabajo sin saber exactamente cuál era el auténtico alcance de la incidencia de la enfermedad. El caso es que ya está en marcha y que se desarrollará en un plazo de tres meses, a través de las unidades preventivas de los hospitales. Cubre tres niveles de actuación superpuesta: el conocimiento de la población que reúne criterios objetivos de la enfermedad; el análisis de los factores influyentes en que unas personas hayan contraído la enfermedad y otras no, y el seguimiento de la población expuesta. Creo que el estudio es suficiente tal como se ha planteado. El abanico de encuestas tabulables por ordenador es muy amplio».
El aceite y otros factores
El primer nivel del estudio prospectivo tiende a conocer la patología oculta. El segundo puede fijar y esclarecer aspectos epidemiológicos todavía inexplicables en cuanto a la verdadera causa de la intoxicación masiva supuestamente originada por aceite de colza tóxico. El doctor Evangelista no se pronuncia respecto a la conveniencia de que dichos factores hubiesen sido analizados epidemiológicamente hace ya varios meses por las autoridades sanitarias.
Esa encuesta podría reafirmar la hipótesis del aceite o eliminarla. El doctor Evangelista, no obstante, se suma a la postura oficial que sostiene que el aceite de colza tóxico es el vehículo de la epidemia, si bien los tóxicos hallados no corresponden a la etiología de los cuadros clínicos conocidos.
En el mes ce septiembre fue publicado un trabajo por un químico y una farmacéutica, doctor Montoro y doctora Sanz, que ya señalaba la no correspondencia entre los tóxicos hallados en el aceite y los cuadros clínicos de esta enfermedad, según la bibliografía internacional.
La información que posee el Plan Nacional de Atención y Seguimiento no es específica en este sentido, sino que compete a la comisión científica. Sin embargo, Evangelista da cuenta de que existen dos datos que hacen incuestionable, de momento, la relación entre el aceite tóxico y el síndrome: la constatación científica de que la suma de la colza con las anilinas y anilidas produce determinados daños en el organismo y la correlación estadística y geográfica entre el consumo de este tipo de aceite y la propagación de la enfermedad.
En el momento de realizarse esta entrevista, el doctor Evangelista daba por supuesto que el aceite tóxico, vehículo del síndrome, era el distribuido en el área afectada, pero el director del Plan de Seguimiento desconocía entonces el resultado de las investigaciones sobre el proceso de refino. Según este resultado, la peculiar toxicidad de ese aceite -si es que realmente es distinta a la del aceite distribuido por el área catalano-levantina y del Sur- no puede proceder del proceso de refino, pues todos los aceites de colza industrial desviados al consumo humano se han refinado igual.
Al comentar con el doctor Evangelista este dato, señaló que quizá lo aclare el análisis de factores antes aludido.
Los criterios oficiales, según Evangelista, siguen manteniendo que las diferencias de reacción entre unos seres humanos y otros ante el mismo consumo de aceite es explicable por la natural diferencia de comportamiento de cada organismo.
El doctor Evangelista también considera válida la hipótesis del aceite como vehículo de la toxicidad en base «al hecho de que la caída vertical del número de casos haya coincidido con la retirada del aceite tóxico».
No hay casos nuevos
«No se ha producido ningún caso nuevo desde la última semana de julio y primera de agosto. Ha aparecido algún caso de reciente diagnóstico, pero se ha comprobado como iniciado anteriormente».
Respecto a las líneas de investigación sobre la toxicidad causante del síndrome, no centradas en el aceite, el doctor Evangelista señala que tiene referencias de que se trabaja en vanas, pero remite a la comisión científica para una respuesta concreta.
«Otro dato importante, que permite un cierto optimismo, es el porcentaje de enfermos con síntomas de curación. Según estudio provisional, 816 pacientes de seguimiento extrahospitalario presentan dichos síntomas. De ellos, un 20 % o un 25 % es ya asintomático del síndrome; un 75 % presenta aún algunos síntomas. De éstos, un 63,8 % tiene síntomas leves del síndrome; un 32,8% los tiene ahora moderados, y en un 3,4% son aún severos».
La estadística actual sobre la mortandad comparada entre los afectados, según los datos del Plan Nacional de Seguimiento, establece que el 33,9% de las víctimas mortales son varones, el 66,10% son mujeres y el 10,65 % son niños entre cero y catorce años.
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