Moscú y Bonn intensificarán sus relaciones económicas
La Unión Soviética y la República Federal de Alemania consideran que sus relaciones económicas contribuyen a estabilizar los vínculos Este-Oeste, y los dos países van a estudiar un nuevo proyecto de revalorización del subsuelo siberiano, encaminado a establecer en la región soviética de Kans-Atchinsk, en Yakuti, el complejo energético mayor del mundo. Los enormes yacimientos de hulla y lignito de esta zona serán explotados con tecnología alemana, lo que puede suponer un volumen de negocios del orden de un billón de pesetas.Este es el acuerdo económico más significativo de la visita a Bonn de Leónidas Breznev, donde la cooperación bilateral no ha sido olvidada, a pesar de ocupar un lugar muy discreto tras las cuestiones de desarme.
En su brindis del lunes por la noche ante el jefe del Estado soviético, el canciller Schmidt dijo que los intercambios económicos entre los dos países (que han totalizado siete mil millones de dólares en 1981) son mutuamente beneficiosos. "Una extensión y una intensificación de nuestra cooperación a largo plazo", añadió el canciller, "no responde sólo al interés económico y social de las dos partes, sino que puede suponer una contribución importante a la cooperación a largo plazo en toda Europa".
En la situación actual, la cooperación económica entre Bonn y Moscú no es muy fuerte, a pesar de los contratos espectaculares firmados regularmente. El último de ellos es el concluido 48 horas antes de la llegada de Breznev, por el que la URSS duplicará sus envíos de gas natural siberiano a Alemania Occidental. Si se lleva a cabo el plan de Kansk-atchinsk, que un dirigente económico soviético ha calificado de proyecto del siglo xxi, sus fábricas producirán tres millones de toneladas de combustible por año.
A pesar de que es el primer socio occidental de Moscú y el quinto en todo el mundo, la RFA comercia menos con la Unión Soviética que con Suiza o Austria. Los siete mil millones de dólares de 1981 representan el 6% del comercio exterior soviético y el 20% de sus intercambios occidentales, pero no suponen más que el 2% del volumen comercial germanooccidental.
Hay dos razones, sin embargo, que periódicamente provocan los recelos de Washington hacia Bonn. Una es la estructura del comercio germano-soviético: el 80% del valor total de las exportaciones alemanas hacia la URSS son productos acabados, y el 90% de sus importaciones, materias primas vitales, como gas y petróleo.
El segundo motivo es la dependencia soviética de algunas ramas industriales alemanas , como tubos de acero o máquinas herramienta, el 10% de cuya producción se destina a la URSS.
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