La exportación y el crédito
EL BOE acaba de anunciar a los exportadores un aumento en los tipos de interés de los créditos a la exportación. La consecuencia es, por la vía de repercusión de los costes, un encarecimiento para los compradores extranjeros. Pero esta medida se ha adoptado siguiendo el acuerdo decidido por el grupo de países industrializados en el seno de la OCDE y no habrá así una pérdida de competencia respecto a las condiciones ofrecidas por otros suministradores. Los consumidores, sin embargo -en general países del Tercer Mundo-, tendrán un menor atractivo a la hora de establecer sus decisiones de compra. Con ello, el endurecimiento de las políticas monetarias nacionales trasciende al ámbito de los intercambios internacionales, aunque la restricción sea moderada. Por término medio se pasará de unos tipos de interés para operaciones a medio plazo (dos a cinco años) del 7,5% al 10,5%.Pero no terminan ahí las variaciones. A una parte de los exportadores españoles les aguarda un disgusto adicional: la gradual reducción del crédito para capital circulante.
La exportación española está experimentando una nueva transformación estructural. La primera fue el paso de las exportaciones agrarias alas industriales. Ahora comienza una fase de ventas de bienes de equipo e instalaciones llave en mano, que se suma: a las de bienes industriales de consumo, como el calzado o los automóviles. Este cambio está modificando el destino geográfico de nuestras ventas. El mercado europeo pierde importancia relativa frente al de los países en vías de desarrollo. Pero en esos mercados y para esos bienes la financiación exige mayores plazos que los actuales si se quiere mantener la competitividad frente a los países industriales.
Las autoridades han tenido esta vez la virtud de actuar rápidamente engastando en nuestra legislación los compromisos internacionales suscritos. La decisión impopular de reducir el crédito de capital circulante con miras a reservar un mayor volumen para la financiación de auténticas operaciones de exportación -este crédito se utilizaba con frecuencia para avalar operaciones en el mercado doméstico- es una actitud valiente. Quizá lo que se puede pedir ahora a las autoridades es un poco de audacia, de modo que grandes operaciones exportadoras no se frustren por falta de apoyo financiero. La industria española necesita de la exportación para iniciar una recuperación que el estancamiento del mercado interior no puede en estos momentos proporcionar. El crecimiento de los últimos dos meses hay que considerarlo como un avance muy oportuno, y se hace de todo punto necesario afianzarlo.
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