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Sorpresa e irritación en la OTAN

Soledad Gallego-Díaz

, Los planes de la Alianza Atlántica han contemplado siempre, o al menos desde hace bastantes años, distintos medios de mantener un hipotético conflicto nuclear en su nivel más bajo, es decir, con el mínimo uso posible de armas tácticas, así como acciones encaminadas a demostrar la firme voluntad aliada de emplear el arma nuclear en el caso de que una guerra convencional estuviera a punto de ser ganada por "el enemigo". Así lo explicaban ayer en Bruselas fuentes diplomáticas próximas a la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), sorprendidas, aparentemente, por la polémica despertada a propósito de las declaraciones del secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, y de su homólogo de Defensa, Caspar Weinberger.Oficialmente, la Alianza Atlántica no formuló ningún comentario y las fuentes diplomáticas aludidas no supieron o quisieron aclarar si existe o no realmente un plan concreto para hacer estallar un misil nuclear en una zona determinada, como "señal de advertencia" en un conflicto convencional que evolucione desfavorablemente para los intereses de la OTAN.

Al nivel más bajo

Los observadores mencionados explicaron que la polémica desatada no tenía ninguna justificación, ya que lo importante, desde el punto de vista de los planes aliados, es esa voluntad de emplear armas nucleares en caso de posible derrota convencional y el deseo de mantener el conflicto en el nivel más bajo posible.

La polémica despertada por las declaraciones de Haig y la réplica de su colega Weinberger irrita, sin embargo, en medios de la Alianza Atlántica, preocupados, sobre todo, por la repercusión que estos incidentes tienen en la opinión pública europea, ya muy sensibilizada sobre todos los problemas nucleares. Los políticos europeos, que tienen que hacer frente a poderosas campañas pacifistas, se preguntan por qué los norteamericanos no dejan pasar ninguna ocasión de alarmar a la población europea o de aludir al empleo de misiles atómicos.

Según ciertos observadores atlánticos, polémicas internas entre los responsables de la política exterior y de defensa del principal aliado de Europa Occidental alarnian y desconciertan a la opinión pública europea, que empieza a temer que los Gobierno europeos desconocen gran parte de los planes de defensa de la OTAN.

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