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La guerra sigue siendo foco de atención preferente de los cineastas de todo el mundo

Schöndorff presenta su última película en el Festival de Estrasburgo

La última película del realizador alemán Volker Schlöndorff, Die Falschurg (La falsedad), ha revitalizado el cine de guerra en la línea marcada recientemente por Francis F. Coppola (Apocalypse now) o por Cimino (El cazador). Esta es una de las concusiones que se pueden deducir del interés con que ha sido acogida esta nueva película del autor de El tambor de hojalata en el primer Festival Internacional del Cine y de la Prensa, que se celebra en Estrasburgo.

La guerra es todavía, casi al filo del año 2000. una realidad que sigue provocando la emoción de las personas y como tal, constituye un foco de atención preferente para los cineastas. Directores de cine como Samuel Fuller, nacido hace 69 años y autor de más de diez películas de este género, y otros más jóvenes, como Michael Cimino y Volker Schlöndorff, han coincidido aquí, en Estrasburgo, en la consideración de que una película de guerra tiene un objetivo muy claro: emocionar al espectador, y esto se consigue normalmente mejor a través de la creación cinematográfica que mediante las crónicas o imágenes periodísticas servidas por los corresponsales de guerra.«La guerra es un tema apasionante para un director de cine» explica Samuel Fuller. «Ofrece la posibilidad de reconstruir, de recrear unos hechos que fascinan al público, sin duda porque andan por medio la muerte y las atrocidades que acompañan frecuentemente a esta muerte». Para Samuel Fuller, la información periodística sobre la guerra no tiene tanta capacidad de hacer reaccionar emocionalmente al público como una película. «La pantalla grande muestra mucho mejor que los otros medios este hecho que aún perdura».

Michael Cimino, director de El cazador y de La puerta del cielo, se ha mostrado todavía más radical: «En relación con los sucesos de guerra, lo mismo que con los sucesos políticos, el público percibe la información que le dan los mass media como la única y literal verdad. y después; pretende aplicar este mismo proceder a las películas que son obras de ficción. Pero raramente estos medios, tanto si se trata del cine como de la Prensa, presentan la verdad total, muchas veces por presiones o razones políticas. La cuestión se plantea, por tanto, en saber cuál es el medio que mejor presenta un contenido emocional al público. La homogeneidad con que son tratadas las noticias hace que éstas no sean presentadas con emoción. Sin embargo, el cine juega con la emoción y presenta una realidad con mayor libertad».

Un relato fascista

Cimino, que no quiere hacer comentarios sobre su última película, La puerta del cielo, que ha supuesto uno de los mayores fracasos económicos de los productores en toda la historia de Hollywood, ha explicado que se interesó por el tema de la guerra de Vietnam (El cazador) «porque tuvo consecuencias inevitables para los americanos de la generación a la que yo pertenezco. Algunas de las marcas emocionales que dejó esta guerra en los americanos jamás habían sido transmitidas por la Prensa Existía un hueco que había que cubrir». Cimino cree que la perfección del mundo que se produce a través de lis noticias de televisión es una perfección distorsionada. Los periodistas, por el contrario, han acusado a Cimino de construir en El cazador un relato fascista, intencionado y desprovisto de los suficientes testimonios directos y originales para realizar una película de guerra.

Volker Schlöndorff, uno de los máximos candidatos al primer premio de este festival, en el que ha presentado una película sobre un enviado especial a Beirut, cree, por el contrario, que los reportajes en directo de los corresponsales de guerra constituyen un punto de partida necesario para realizar una buena película de guerra. Y parece que así lo ha hecho al realizar un filme, entre la ficción y la realidad, sobre un texto novelado de Nicolas Born.

«El protagonista de La falsedad», explica Volker Schlöndorff, «es un periodista enviado a Beirut en plena guerra civil de Líbano. Este reportero vive una historia de amor mezclada con los horrores de la guerra y al final es desbordado por los hechos y rompe con su conciencia de periodista».

Para Volker Schlöndorff, autor, entre otras películas, de El joven Törles, El honor perdido de Catalina Blum y El tambor de hojalata, su última película es subjetiva al máximo y además no se trata de un filme sobre los periodistas, sino sobre los hombres, sobre una situación humana que se puede considerar límite porque llega un momento para el protagonista en el que éste ya no puede transmitir a los otros la realidad que él ve, y entonces rompe con esa realidad».

Las calles de Beirut

Lo más espectacular, períodístico y especial que distingue a esta obra de ficción cinematográfica de las obras del mismo género de guerra es, probablemente, el lugar del rodaje: las mismas calles de Beirut en plena guerra. «Teníamos una buena base de documentos informativos filmados por la televisión sobre la guerra de Líbano». dice Volker Schlöndorff. Al principio pensé elegir Argelia como escenario, pero en un viaje a Beirut me di cuenta de que aquél era el sitio. En el avión, cuando nos disponíamos a aterrizar, nos daba ya la sensación de que aquello era un mundo de ficción. Hoteles abandonados, calles destruidas, decadencia, guerrilleros en las calles, humos, bombas... Aunque hubiéramos tenido todo el dinero del mundo para reconstruir aquel escenario hubiera sido lo mismo».

Schlöndorff y su equipo técnico y de actores, entre los que destacan Bruno Ganz (El amigo americano), Hanna Schygulla y Jerzy Skolmowski, tuvieron que estar durante tres meses adaptándose al escenario real entre combates callejeros, tiros, registros e incluso bombas. Muchos de los actores secundarios -soldados, niños y mujeres- tenían que esconderse cada noche para evitar ser alcanzados por los tiros o las granadas. «Vivíamos», dice Schlöndorff, «bajo la presión constante de que en cualquier momento podían surgir los tiros desde cualquier ventana o esquina. El rodaje resultó, más que una creación de una obra de arte, una experiencia increíble, la experiencia de estar instalados en la realidad de la guerra».

En el mismo cuadro del análisis de las diferencias existentes entre la información sobre la guerra y la recreación Cinematográfica del mismo tema se han exhibido en el Festival de Cine y de la Prensa de Estrasburgo documentales sobre refugiados vietnamitas, guerra de Vietnam, guerra del Sahara, revolución en El Salvador, Nicaragua, Afganistán, el Zaire y el Congo, entre otros. En retrospectiva, dentro del campo de la ficción, se han podido ver hasta ahora películas de Samuel Fuller y de Cimino.

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