La nitidez del piano de Joaquín Soriano

Como en la Orquesta Nacional, en la Sinfónica de Radiotelevisión Española pintaron pianistas. En este caso, el español Joaquín Soriano, feliz protagonista de la Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Rachmaninoff. Como es sabido, se trata de unas variaciones libres y extraordinariamente inteligentes del Capricho 24, para violín solo, del violinista genovés.Sucede que el gran pianista que fue Rachmaninoff -compositor de buen saber y fuerte instinto- convierte la materia prima -materia virtuosística en su origen, no lo olvidemos- en algo propio, y si el piano está tratado con singular talento, la orquesta queda lejos de simple acompañante para coprotagonizar la obra y añadirle mil valores colorísticos. Todo fue fielmente resaltado por Soriano, que tocó con aplomo y belleza sonora, con nitidez e imaginación, y por la Sinfónica de RTVE, a las órdenes de un veterano maestro y compositor polaco: Witold Rowicki.

Como es habitual en los intérpretes de Polonia, no faltó la atención a la música de su país, en esta ocasión Lutoslawski y su Música fúnebre en homenaje a Bartok, lo que cuadraba plenamente dentro de las conmemoraciones centenarias del compositor húngaro.

Bella y desolada música en la que la cuerda de la RTVE lució su mejor capacidad hasta servir cuanto el director invitado les pedía en cuanto a ejecución y expresión.

En fin, la Sinfonía en re menor, de Dvorak, influida por Brahins hasta en algunos de sus temas, cerró el programa con gran brillantez. Fue una versión excelente, pues evidenció la estructura ideológica -tan nacionalista como romántica- de la obra.